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Estado español :: 23/05/2008

Empresa española busca político con contactos

Miguel Ángel de Lucas
Ni varios másteres ni fluidez en los idiomas, el perfil más demandado para puestos directivos es el del político con una valiosa agenda. De los 89 ex ministros desde la UCD, la cuarta parte dio el salto a la empresa.

Taguas y Zaplana han sido los últimos ejemplos. A finales de abril, las grandes constructoras elegían a David Taguas, ex director de la oficina económica de Moncloa como presidente de su lobby del ladrillo. Casi al mismo tiempo, Eduardo Zaplana fichaba como delegado en Europa del Grupo Telefónica. La empresa ha señalado que la función de su fichaje será representar a la compañía ante gobiernos, autoridades y otras compañías europeas algo que se antoja difícil, ya que, pese a su desparpajo, el ex portavoz popular no habla inglés, y menos aún francés o alemán. No importa demasiado. Para acceder a los altos cargos de algunas compañías españolas (Sogecable, La Caixa o Telefónica) los departamentos de recursos humanos no valoran tanto las titulaciones, o la experiencia profesional como otros puntos en el currículum : una voluminosa agenda de contactos y acceso a información confidencial. En este sentido, el caso de David Taguas es digno de estudio.

Hasta hace menos de cinco meses tenía acceso a los mecanismos de la economía española, a información restringida del Gobierno, a tomar decisiones sobre planes de obra pública o vivienda protegida. A pesar del revuelo político y mediático, la ley de incompatibilidad no ha presentado problemas. El paso de la política a la empresa apenas tiene dificultades en el sistema español.

Desde el primer Gobierno de la UCD, la cuarta parte de ex ministros ha pasado del Gobierno a cargos con grandes sueldos. Y aunque en los últimos años esta tendencia se ha intensificado, estas puertas giratorias acompañan al Estado moderno casi desde su fundación. Como escribía el fiscal Joaquín González en un artículo en El País, fue Max Weber quien advertía cómo el nacimiento del Estado moderno fue impulsado de forma decisiva por los banqueros, obsesionados por la seguridad de los negocios: “Se formalizó así un matrimonio de intereses bendecido por el capital, con reparto de papeles bien definido. Los magnates del dinero, conscientes de que el poder es por naturaleza oculto, se reservaron una función discreta, mientras que se les reconoció a los políticos el señorío del gran teatro de la vida pública”. Una vez concluido el período en política, sólo queda pasar al otro lado del escenario. Taguas y Zaplana serían, exclusivamente, los últimos actores de una farsa en la que se cruzan el interés público y privado. Analizamos éstos y otros casos.


Noticia extraída de Diagonal

 

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