Epitafio
COLUMNISTAS | MONCHO ALPUENTE
Los mayas tenían razón, puede que no acertaran con la fecha exacta pero el mundo se acabó un día de estos, pongan la fecha que más les guste. El capitalismo muerto dirige los pasos sonámbulos de este postmundo zombi que va dando tumbos y tropezando con sus propios pies. Se acabaron las coartadas, las buenas palabras, los supuestos principios democráticos. Libertad, Igualdad y Fraternidad, son conceptos que ya ni siquiera sirven como reclamos publicitarios. Al grito de Sálvese quien pueda se salvaron ellos, las ratas hundieron los barcos antes de abandonarlos y buscaron refugio detrás de sus murallas. En el aire quedan todavía los ecos de sus buenas palabras más huecas que nunca. Los peces grandes ya ni siquiera piden perdón cuando devoran a los peces chicos, los gobiernos reparten dolor, los ricos roban a los pobres, los policías machacan a los insumisos, los ejércitos aplastan a los rebeldes.
En Estados Unidos, se multiplican los “preparacionistas” que hacen acopio de armas y víveres para sobrevivir cuando la definitiva quiebra social desate la guerra de todos contra todos, confrontación que ya ha empezado y que se saldará con la supervivencia de los más fuertes. Civilización, progreso, solidaridad, los niños del futuro, si hay futuro y si hay niños, escucharán esas palabras como parte de viejos cuentos y leyendas de antaño. Escribo estas líneas postapocalípticas el 21 de diciembre de 2012, no se avista en el cielo meteorito alguno, comienza la prórroga, el tiempo de descuento. El mundo ya no volverá a ser como era y no era nada del otro mundo. Vivíamos en un espejismo y hace tiempo, mucho tiempo, que el espejo se rompió en pedazos y solo refleja fragmentos, retazos, añicos, de un mundo perfecto que nunca existió. Vivimos una liquidación final por cese de existencias, no existimos, apenas subsistimos, no contamos, nos descuentan. Los inmigrantes sin papeles no existen y todos nosotros somos o seremos inmigrantes sin papeles, parias de la Tierra, famélicas legiones. Todos menos ellos, cada vez menos, cada vez más poderosos, sepulcros blanqueados bendecidos por pálidos y melifluos sacerdotes y protegidos por legiones de sicarios. Seguiremos luchando por lo que es evidente contra toda evidencia. Ellos son los únicos que tienen algo que perder.