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Pensamiento :: 13/01/2009

España es diferente

Juan de la Lama
El sistema productivo español se basa exclusivamente en la explotación intensiva de la mano de obra. La clase empresarial es incapaz de crear riqueza.

El siglo XX fue el siglo de los totalitarismos: fascismo, comunismo, capitalismo. En el XXI sólo ha logrado subsistir el totalitarismo capitalista, y ejerce una hegemonía tan absoluta que logra la asimilación total de la mente de las personas. Los ‘sistematizados’ son individuos incapaces de pensar una realidad distinta a la normativa impuesta por el Capital.

Esto explica la rigidez de los neoliberales. Se mantienen fieles a sus dogmas al margen de los cambios que se producen. Cualquiera que sea la situación siempre ofrecen la misma receta. Cuando estábamos en bonanza económica decían: Hay que aprovechar para hacer reformas estructurales; abaratar el despido, bajar los impuestos, recortar las prestaciones sociales. Ahora que estamos en depresión vuelven con la misma cantinela. El mercado laboral español, nos dicen, es el más rígido de su entorno, hay que abaratar el despido para que los empresarios no tengan miedo a contratar trabajadores.

En el último trimestre 600.000 personas se han quedado sin trabajo. ¿Cómo es posible que la patronal siga pidiendo flexibilidad laboral cuando pueden echar a la calle a 600.000 personas de una tacada? No hay ningún país de nuestro entorno donde exista mayor flexibilidad laboral, pero para los empresarios la culpa de la crisis económica está en la rigidez de nuestro mercado laboral. Esta mentira es repetida constantemente en los corrillos mediáticos, y no se escucha opinión contraria pese a la evidencia de su falsedad. En España el 80% de la contratación laboral es contratación precaria. Es decir, hay un 80% de trabajadores y trabajadoras sin derecho laboral alguno. Y todavía siguen pidiendo flexibilidad.

Recientemente el jefe de la patronal ha acusado a los sindicatos de defender a los trabajadores que simulan bajas por enfermedad, y achaca la baja productividad al abuso de estas bajas. En España el índice de absentismo laboral está en el 11%, mientras que en los países nórdicos está en el 26%. Sin embargo las economías nórdicas nos doblan en productividad por trabajador.

Con todas estas mentiras, apoyadas por un aparato propagandístico abrumador, nos quieren quieren convencer para que no veamos la realidad. El sistema productivo español se basa exclusivamente en la explotación intensiva de la mano de obra. La clase empresarial es incapaz de crear riqueza. Es la menos preparada de nuestro entorno. Está compuesta mayoritariamente por individuos sin formación profesional. Ignoran las técnicas de organización y gestión. Crean empresas descapitalizadas que viven de los subsidios y bonificaciones estatales, incapaces de innovar y desarrollar productos y servicios. Han heredado la mentalidad clasista del franquismo. Lo único que saben es manejar el látigo, y echar la culpa de su ineficacia al trabajador.

España es el paraíso de la contratación precaria, de la desprotección laboral, de los accidentes de trabajo, de los incumplimientos patronales, del acoso a los trabajadores, de la impunidad empresarial. La inconsistencia del tejido empresarial español es evidente. Solamente es capaz de funcionar recurriendo a la sobre-explotación laboral. El crecimiento económico de los últimos doce años ha estado sostenido por el flujo constante de mano de obra inmigrante, explotada sin misericordia debido a su situación de necesidad. Los más de seis millones de personas inmigrantes en los últimos doce años explican el ‘milagro’ de la economía española. El mero incremento de la población residente justifica el crecimiento de la demanda interna y la expansión económica.

Ayudados por la coyuntura favorable de la economía mundial y por un excedente inagotable de mano de obra barata y sin derechos, íbamos exultantes dando clases al resto del planeta. Ha bastado un trimestre de recesión para volver a cola. Ninguna economía está siendo azotada de forma tan atroz como la española. España es diferente, es peor.

La causa que explica la incidencia letal de la crisis está en la clase empresarial. La impunidad empresarial ha seleccionado un empresariado fraudulento e irresponsable. Imbuida de esa mentalidad franquista por la que un empresario resulta intocable, la Inspección de Trabajo es el órgano más tolerante con las infracciones de cuantos existen en la Administración. Los incumplimientos empresariales son la norma. Al dejar subsistir a empresas que no dan de alta a sus trabajadores, que incumplen las medidas de prevención y ambientales, que no respetan los derechos laborales, éstas empresas compiten con ventaja desleal frente al empresario que sí cumple con sus obligaciones, por lo que terminan por hundir a las empresas cumplidoras, mientras que se van seleccionando aquellas que destacan en la habilidad para el fraude y el engaño.

Difícilmente saldremos de la crisis si no cambiamos de paradigma. El crecimiento basado en la facilidad de explotación laboral es un camino que conduce al precipicio. Nunca podremos competir con países emergentes en baratura de mano de obra, si no es a cambio de convertirnos en un país subdesarrollado. Hay que poner coto a la contratación precaria, fortalecer el vínculo trabajador-empresa fomentando la contratación indefinida y garantizando la estabilidad en el empleo. Hay que expulsar de la actividad económica a las empresas ineficaces, que viven del incumplimiento de sus obligaciones. De esta forma la actividad productiva descansará sobre empresas eficaces, que mantengan vínculos sólidos y permanentes con sus empleados. El crecimiento que se genere desde estas bases será estable y duradero, con capacidad de afrontar la adversidad y superarla, estando a la cabeza en innovación, inversión y tecnología.

Desde la lógica del sistema (hay otras alternativas fuera del sistema pero no son el objeto de este artículo) el momento para acometer estas reformas es ahora. Se ha dejado pasar una oportunidad de oro en estos últimos doce años. El euro permitió a la economía española superar la debilidad endémica de la peseta y disponer de una divisa eficaz para sostener su actividad comercial. En lugar de aprovechar esta oportunidad para crecer desde la base de un tejido empresarial sano, los gobiernos de Aznar optaron, con las sucesivas reformas laborales, por facilitar instrumentos de explotación a los empresarios. Los puestos de trabajo que se crearon con ese planteamiento solamente eran atractivos para personas que huían del hambre, eran puestos de trabajo en actividades sin inversión productiva. Ahora desaparecen con la misma facilidad que se crearon. Se optó por el modelo indio, en lugar del modelo nórdico. Ha faltado lucidez y templaza para ajustar el crecimiento a unas bases estructurales sólidas. Se habrían creado menos puestos de trabajo, no se habrían levantado falsas expectativas entre la población inmigrante, pero ahora la crisis no estaría golpeando con tanta saña al empleo. Mientras no cambie la mentalidad del empresariado, la economía española seguirá desaprovechando las oportunidades que se le presentan, y estará abocada al fracaso. Esto brinda una ocasión para alternativas anticapitalistas de justicia y transformación social.

Juan de la Lama es reconocido abogado laboralista y afiliado al sindicato CNT de Villaverde (Madrid).

Periódico cnt. Enero

 

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