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Carlo Frabetti :: 03/09/2016

Gracias, Willy

Carlo Frabetti
Gracias, querido Willy, por tropezar y seguir andando, por no dejar de luchar a pesar de los reveses y las decepciones...

 

Gracias, querido Willy, por tropezar y seguir andando -y haciendo camino al andar-, por equivocarte y rectificar, por caer en algunas trampas y escapar de todas, por no dejar de luchar a pesar de los reveses y las decepciones.

Querido Willy:

Hace ya casi siete años que te escribí mi primera carta abierta, y al releerla tengo la sensación de haberla escrito ayer; y no solo por lo deprisa que a mi edad corre a veces el tiempo, sino, ay, por lo poco que han cambiado algunas cosas en estos años durísimos. Entonces, a raíz de tu linchamiento mediático (uno de tantos, en aquella ocasión relacionado con Cuba), te decía irónicamente:

“Pero hombre, ¿cómo se te ocurre? ¿No tienes bastante con defender los derechos del pueblo saharaui? Es una causa nobilísima y de trascendental importancia, cuya defensa te permite quedar como un progre y tranquilizar tu conciencia sin correr ningún riesgo, ya que hasta algunos sectores del poder la apoyan. ¿No tuviste bastante con la que liaste en la ceremonia de los Goya con el “No a la guerra”? Otra causa nobilísima y trascendental, pero que además favorecía electoralmente a una de las dos mafias políticas que se reparten el pastel, por lo que incluso podía reportar algún beneficio a sus defensores. Pero Cuba… ¿Cómo se te ocurre defender a la bestia negra del imperialismo, es decir, del capitalismo, es decir, del fascismo vestido de lagarterana, es decir, de la seudodemocracia borbónica?

“A ver si te enteras de una vez: los conspiradores y los sicarios cubanos pagados por Washington (que alardea sin pudor de los millones de dólares que anualmente dedica a financiarlos) son “disidentes”, y si están en la cárcel son “presos políticos”; mientras que en el Estado español, los más de setecientos presos políticos anticonstitucionalmente dispersos, con frecuencia torturados y de vez en cuando suicidados, no son verdaderos presos políticos, pues, aunque solo una pequeña parte de ellos haya usado las armas, el que no ha quemado una papelera tiene un amigo o un cuñado que sí lo ha hecho: son violentos, o están cerca de los violentos, o no condenan a gritos el tipo de violencia que el poder quiere que se condene, o denuncian otros tipos de violencia que al poder no le interesa que se denuncien, y por lo tanto son “terroristas”, y su lucha por la autodeterminación, aunque persiga objetivos obviamente políticos, no es una lucha política, sino diabólica. Y además podrían estar subvencionados directamente por Hugo Chávez. ¿Es que no ves la televisión, Willy?

“A ver si entras en Libertad Digital y te enteras de una vez: en Cuba se tortura a troche y moche, aunque nadie haya podido probar un solo caso; mientras que en el Estado español la tortura, al igual que los presos políticos, no existe, por más que digan lo contrario los relatores de la ONU, Amnistía Internacional o las más de cuarenta organizaciones agrupadas en la Coordinadora para la Prevención de la Tortura. No tienes más que entrar en un buscador y teclear las palabras “tortura” y “España”, y verás que solo hay un par de millones de entradas sobre el tema: pura anécdota.

“¿Cómo se te ocurre, siendo actor, indisponerte con los grandes medios de comunicación, con academias y ministerios, con la mediocracia cultural española y olé? ¿Creías que esa esperpéntica corte de los milagros iba a dejar impune tu osadía? ¿Pensabas que esa pandilla de chapuceros, oportunistas y vientres agradecidos se iba a dejar poner en evidencia por un insensato como tú? ¿No te has enterado de quiénes están en la Academia de Cine y en el Ministerio de Cultura, de quiénes parten y reparten las subvenciones, de quiénes deciden lo que se dice y lo que no se dice en la prensa, en la radio, en la televisión, en los escenarios…? ¿En qué mundo vives, Willy?

“Yo te lo diré: vives en el incómodo y sitiado mundo de las personas decentes, y eso, que en los tiempos que corren es muy peligroso para cualquiera, para un actor lo es mucho más. No lo vas a tener fácil, a pesar de tu indiscutible valía y de tus numerosos éxitos profesionales. Los mediocres encumbrados, los lacayos, los sumisos, los lameculos, además de envidiosos, son cobardes e inseguros, no se acercan a aquellos cuyas rodillas no conocen el suelo, como diría Alfonso Sastre. Te harán el vacío, te lo están haciendo ya…”.

El año pasado te escribí mi segunda carta abierta, menos entusiasta que la anterior, a raíz de la entrevista que te hizo Pepa Bueno en “Viajando con Chester”; en ella, entre otras cosas, te decía:

“Fue muy triste, querido Willy, verte representar la escena del sofá con Pepa Bueno, verte sometido al interrogatorio capcioso del policía bueno, de la policía Bueno. Porque Pepa Bueno -como los Évole, los Wyoming o los Gabilondo- es el “rostro amable” del sistema a nivel mediático, del mismo modo que Garzón e Iglesias lo son a nivel político, del mismo modo que el papa Francisco lo es a nivel eclesiástico. Todos ellos cumplen la misma función: hacernos creer que las cosas se pueden cambiar desde dentro, o lo que es lo mismo, hacernos olvidar qué es lo que hay “dentro”. Hacernos olvidar que la Iglesia Católica (me refiero a sus altas jerarquías) es una organización criminal dirigida por pedófilos y mafiosos; hacernos olvidar que la política parlamentaria es una merienda de lobos que se disputan los mejores trozos de la presa tras aliarse para abatirla, y que la presa no es otra que la clase trabajadora; hacernos olvidar que los grandes medios de comunicación cumplen la función -imprescindible para el poder- de engañarnos e idiotizarnos…

“Votar a este joven y guapo Garzón es votar también al otro viejo y repugnante Garzón (no en vano son parientes), pues representan y avalan la misma impostura, el mismo criptofascismo, el mismo Estado terrorista en el que cada semana muere una persona en dependencias policiales, en el que cada año hay más de setecientas denuncias por torturas sin que los políticos de oficio y beneficio digan esta boca es mía, porque la boca no es suya sino de sus amos. No te dejes seducir, querido Willy, por el rostro amable del sistema, que en el fondo (y a veces también en la forma) es el más feroz; no te dejes utilizar como reclamo por los cazadores de votos sin proyecto ni escrúpulos; la verdadera lucha, la vida inteligente, está en otra parte -solo está en otra parte- y tu sitio está en las trincheras que durante años hemos compartido, no en las bochornosas tertulias televisivas”.

Pues bien, en esta tercera carta abierta, también escrita a raíz de una entrevista en la televisión (la que te hicieron el 30 de agosto en “Hable con ellas”), me retracto de lo dicho al final de la anterior: tu sitio puede estar también, como irreductible quintacolumnista, en las bochornosas tertulias televisivas, aprovechando sus fisuras para mostrar, aunque solo sea fugazmente, la basura que hay detrás de sus glamurosos decorados.

Gracias, querido Willy, por tropezar y seguir andando -y haciendo camino al andar-, por equivocarte y rectificar, por caer en algunas trampas y escapar de todas, por no dejar de luchar a pesar de los reveses y las decepciones. Si la taimada Pepa Bueno consiguió utilizarte en un momento de crisis personal, las alegres comadres de “Hable con ellas” (menos listas y menos malas) no lo lograron en absoluto: les metiste varios goles a las cinco, o sea, a la Cinco, o sea, al criptofascismo nacional, demostrando que el sistema tiene lagunas y contradicciones, que su propia voracidad desmedida lo agrieta, y que podemos y debemos aprovechar esas grietas.

Eres en política lo que en física denominamos una singularidad (y más concretamente una singularidad desnuda, dada tu admirable falta de pudor). No hay otro caso, en todo el Estado español, comparable al tuyo: un personaje altamente mediático, un actor de primera fila mimado por la crítica y el público, que renuncia a sus privilegios y pone en peligro su carrera e incluso su libertad por defender la causa de los oprimidos. Ya es tarde para silenciarte del todo y, puesto que no estás en venta, no saben qué hacer contigo. Eso te convierte en una pieza muy especial y muy importante de nuestra lucha, querido Willy. Una lucha que se libra en muchos frentes, en todos los frentes (incluso en las bochornosas tertulias televisivas), y que acabaremos ganando porque somos más y somos mejores.

 

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