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Pensamiento :: 15/08/2006

Hacia la sociedad paralela

Lembas
En los procesos revolucionarios históricos se ha constatado sobradamente que para hacer la Revolución hace falta contar con el respaldo de una base social amplia y sólida. Esto que pueda parecer redundante, tiene mayores implicaciones de lo que parece, pues cuestiona bastantes de las tácticas que está aplicando el movimiento libertario actualmente.

Como hemos apuntado arriba, si miramos algunos procesos revolucionarios, como Rusia en el 17-19, España en los años 30, China en los 30-40, Chile en los 60-70 y muchos otros más, veremos que se deben dar unas condiciones para que se den estas revoluciones. Por un lado se dan en periodos de crisis del sistema. Tanto crisis económica como de legitimidad política (salidas de dictaduras, golpes de estado, ingobernabilidad o conflictos entre los distintos poderes y facciones del estado). Sin estas crisis es prácticamente imposible un movimiento revolucionario exitoso. Pero además se debería lograr un apoyo de la sociedad para las ideas y prácticas revolucionarias.

Lo cierto es que hay que aprovechar los períodos entre crisis para crear esta base social. No se unirán a nuestros movimientos si nos dedicamos únicamente a la cuestión política, por que al fin y al cabo la política parece a muchos abstracta y alejada de las necesidades reales de la población. Debemos empezar por crear redes de apoyo mutuo y establecer lazos de solidaridad comunitaria. Esto es mucho más efectivo que cualquier campaña de propaganda. Hay que ser de utilidad.

Lo más lógico es que quien se acerque a nosotros lo haga atraido por nuestras ideas. Pero muchas veces no llegamos a quien tenemos que llegar. El trabajo social debería complementar al trabajo político. Además serviría para "re-colocar" a nuestros militantes "quemados" con las dinámicas de las asambleas más politizadas. El trabajo social y/o socio-económico (entendiéndose como economía social o comunitaria) genera beneficios para la comunidad. Y estos beneficios redundan en una mejor apreciación de nuestras ideas por parte de esta comunidad.

Además la propia creación de redes solidarias significa la creación de una sociedad paralela, un poder dual, dentro de la sociedad capitalista. Con el tiempo, al crecer la sociedad paralela, se llegará inevitablemente a un conflicto con el poder estatal. Y si este conflicto coincide con alguna crisis económica podremos tener el proceso revolucionario en marcha.

A diferencia de lo que digan los marxistas, esto no es una ciencia exacta. Hay demasiadas variables en juego como para predecir el futuro. Sin embargo, teniendo base social se habrá ganado mucho. Cuando la sociedad tiene algo que perder si triunfa algún gobierno o alguna ley reaccionaria, es más fácil que se movilice contra ese gobierno o esa ley. Lo mismo ocurre cuando ve la posibilidad de ganar algo si lucha por ello. Al final siempre luchará con fuerza para lograrlo.

A veces se cae erróneamente en el "cuanto peor, mejor". Si esto fuera verdad, hace tiempo que se hubiera hecho la revolución en África. En muchos casos la crisis económica por sí misma trae la desesperación al no verse una salida de ningún tipo. Esto se debe a la falta de la conciencia revolucionaria que ayudaría crear estas sociedades paralelas donde no las hay.

Pero, ¿qué es una sociedad paralela?

Después de todo este alegato en favor de una sociedad paralela deberíamos saber de qué estamos hablando. En primer lugar debe quedar claro que este trabajo social en ningún momento sustituye al trabajo más político de los colectivos, las asambleas específicas ni al trabajo sindical. Es llevar la lucha libertaria al resto de las áreas de la vida.

Hasta ahora hemos conseguido de cierta forma crear una sociedad dentro de la sociedad convencional actual. Lo ha conseguido la contracultura y un tipo de activismo, la okupación. En las ciudades grandes esta tendencia se ha consolidado y ha crecido formando lo que en ocasiones llamamos "el ghetto" (o gueto). Es una sociedad alternativa formada contra la sociedad de masas. Se auto-margina de la sociedad principal y la combate. Sin embargo este ghetto tiene el límite de la estética. Una y mil veces hemos oído y dicho que el ghetto tiene que abrirse, tiene que desaparecer. Y esto sólo lo hará si se extiende a otro tipo de gente, que no venga del ámbito juvenil contracultural.

Cuando hablamos de sociedad paralela hablamos de servicios: escuelas, atención médica, una seguridad social alternativa, atención de mayores, guarderías, autodefensa de los barrios... hablamos de economía: desde mercados de trueque hasta cooperativas de todo tipo coordinadas entre sí, teniendo claro que son parte de un movimiento, cooperativas de consumo para consumir lo que van produciendo nuestras cooperativas de producción, una red de tiendas y locales de intercambio o venta de productos... hablamos también de un ocio alternativo, que en realidad es lo que mejor ha cultivado el ghetto y que poco habría que añadir aquí.

Sería positivo ir creando estas estructuras lo antes posible, aprendiendo de anteriores intentos fracasados. Hay que ir creando la conciencia de que estamos dentro de un movimiento transformador, y que hay que hacerlo crecer en todos los aspectos de la vida. No es nada bueno ver cómo se van perdiendo generaciones de militantes que abandonan el movimiento quemados con la política interna. Creemos que si tuviéramos estas estructuras en funcionamiento, evitaríamos bastantes de estas defecciones al meterse en cosas más prácticas aunque igualmente coherentes con lo que defendemos.

Alasbarricadas

 

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