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Estado español :: 04/11/2020

Huelga de hambre: La propia vida como última trinchera

Movimiento Antirrepresivo de Madrid
Articulo extraido de la revista del Movimiento Antirrepresivo de Madrid "AMNISTÍA nº4 | Octubre 2020"

Queremos abordar con este artículo un tema de vital importancia para combatir la represión en sus más extremas consecuencias; la última herramienta de lucha que les queda a los presos políticos para defender su dignidad y sus ideas. La huelga de hambre.

Se trata de una decisión que el preso asume conociendo el terrible riesgo que corre, enarbolando su propia vida y salud como arma contra un Estado y una política penitenciaria que buscan doblegarle y destruir su integridad política, haciéndole renegar de su lucha. La reacción de los estados siempre es la misma: lavarse las manos, afirmar que los presos que ejercen esta lucha lo hacen obligados por sus organizaciones o que son un fraude. Y, cuando la situación se pone crítica, bien acometen la alimentación forzosa, terrible forma de tortura que prorroga la agonía del preso, o le echan toda la culpa de su exterminio a la propia víctima.

Hay múltiples ejemplos de presos políticos que han recurrido a esta vía de acción a lo largo de la historia: los republicanos norirlandeses que en 1981 lucharon así para recuperar su Estatus de Categoría Especial dentro de las cárceles que el gobierno británico les había eliminado, los militantes de la RAF que protestaron contra las condiciones de aislamiento que sufrían en la Alemania Occidental, etc; pero queremos centrarnos en las de los presos turcos del Partido-Frente Revolucionario de Liberación del Pueblo (DHKP-C) y los presos antifascistas españoles del PCE(r) y los GRAPO.

En octubre del 2000 los presos del DHKP-C inician una huelga de hambre para protestar por la nueva política penitenciaria de aislamiento. Llegó a haber hasta 2000 presos en huelga, 400 a tumba abierta. Una terrible decisión que acometieron sabiendo que ``nuestro cuerpo morirá, pero nunca entraremos en este tipo de celdas. Hasta que no podamos vivir dignamente, seguiremos´´. Pero el Estado turco no se limitó solamente a dejarlos morir. A finales de diciembre del 2000 asaltó numerosas cárceles a sangre y fuego para acabar con la huelga. Asesinó 32 presos revolucionarios, seis de ellas quemadas vivas en sus celdas. Otros quince presos desaparecieron.

Pero la situación no ha mejorado. Helin Bolek e Ibrahim Gorcek, miembros del grupo musical Grup Yorum, han muerto este año tras largas huelgas de hambre con las que demandaban sencillamente el final de la persecución contra esta banda de música combativa, duramente reprimida por el Estado turco dado el mensaje de sus canciones. Y el pasado 27 de agosto Ebru Timtik, abogada encarcelada por defender a los propios presos políticos, corría la misma suerte tras una larga agonía pidiendo un juicio justo.

El Estado español ha sido culpable de situaciones muy parecidas. El 14 de marzo de 1981, el militante del PCE(r) preso Juan José Crespo Galende, “Kepa”, inicia una huelga de hambre a la que se unirán varios compañeros suyos con la sencilla reivindicación de salir de la cárcel de Herrera de la Mancha y recibir un trato digno. Kepa murió el 19 de junio de ese mismo año, tras más de tres meses en huelga. Con arduas luchas como esta, los presos políticos antifascistas lograron ser agrupados en ``comunas´´ dentro de la cárcel. Así, podían organizarse colectivamente la vida diaria en prisión, seguir formándose, realizar artesanías para recaudar fondos, etc. Pero en julio de 1987, un año después de que se dispersase a los presos vascos, se procede de igual manera con ellos, a pesar de su ejemplar comportamiento. La intención del Estado es destruir a los militantes. Les aísla, sin salir apenas media hora diaria de la celda, sin poder hacer ninguna actividad, sin nada, con dos libros máximo. Se busca romper el colectivo y acabar con las ventajas de vida en comuna, lo único que les defiende de la cárcel. El objetivo final estaba claro: acabar con su resistencia para que se arrepintieran de su lucha.

El 30 de noviembre del 1989 los presos comienzan simultáneamente la huelga de hambre para reconquistar los derechos arrebatados. Ante la relevancia y el apoyo en la calle que tuvieron los presos en huelga, el gobierno del PSOE llegó a intentar crear un GAL dentro de las cárceles, ofreciendo beneficios a presos sociales a cambio de asesinar a presos políticos. El mensaje de los socialfascistas era claro: o te arrepientes o te liquidamos. En ello (como en todo lo demás) no se diferenciaban nada de sus antecesores.

Los presos y presas con su huelga de hambre respondieron: ni nos arrepentimos ni nos vamos a dejar asesinar en silencio. En muchas ocasiones el gobierno cedía a las huelgas de hambre, pero luego quitaban de nuevo los derechos conquistados. Y la situación era aun peor como represalia. Y llegamos a la alimentación forzosa, una brutal tortura que alarga la agonía de los presos, el arma del gobierno para rendirles y acabar con su resistencia. Se les trasladaba constantemente hasta encontrar médicos dispuestos a alimentarles forzosamente, ascendían a los médicos que se prestaban a ello, etc. Esta práctica se usó, además, para deslegitimar la huelga tachándola de fraude, negando el carácter forzoso de dicha alimentación. Tras 435 días en huelga de hambre, durante la que murió José Manuel Sevillano, “Sevi”, (que llevaba 176 días), y ante la criminal postura del PSOE, los presos abandonan la huelga, algunos con secuelas irreversibles.

Queremos con este artículo tener un especial recuerdo para Kepa y Sevi, para Ebru Timtik, Bobby Sands, Holger Meins y todos aquellos presos y presas políticas que han sido exterminados en prisión llevando hasta el final la lucha por sus condiciones y derechos en la propia cárcel. No podemos olvidarles.

 

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