¡La lucha de clases existe!
Esta operación del Kremlin se inscribe dentro de encarcelamientos o huidas al extranjero de destacados miembros de la familia, es decir, el núcleo duro de los tiburones rusos, escandalosamente enriquecidos durante los 90 a la sombra de las privatizaciones salvajes de Yeltsin. Parece el más aparatoso y por el momento último eslabón de una estrategia económico-política de Putin y su equipo, que buscan reafirmar el poder central, en pugna con el poderoso lobby de esa nueva oligarquía.
Para la interpretación de este enfrentamiento abierto, la prensa «democrática» no nos da muchas pistas. Sin embargo, su utilización inconsciente de términos de clase supuestamente anacrónicos como oligarquía, burguesía y «clases pobres», la confianza que la mayor parte de los mercados financieros siguen depositando en Putin, el hecho de que, a raíz de la detención, se realizara una gran manifestación comunista contra la oligarquía, sustituyendo en la Duma la tricolor bandera rusa por la roja de la hoz y el martillo, y los sondeos que apuntan a una lucha reñida en las elecciones entre el partido de Putin y el Partido Comunista... nos aporta la clave: esta fase sólo puede entenderse desde la aplicación dinámica a su formación económico-social concreta de las nociones marxistas de lucha de clases y de contradicciones de clase en lucha por el poder económico y político.
La clase dominante capitalista rusa aparece dividida grosso modo en dos fracciones: la vinculada al capital europeo y yanki y la burguesía nacional, que sostiene que se redistribuyan los beneficios de las materias primas en otros sectores de la economía. Los pasos dados por Khodorkovsky anunciaban su intención de irse haciendo con el control del Kremlin, lo que implicaba una mayor penetración yanki en Rusia. Además, nos encontramos con las dos grandes clases enfrentadas del capitalismo, la burguesa y la trabajadora, separadas por un foso profundo: a Khodorovsky se le calcula una fortuna de 8.000 millones de dólares y el salario mínimo de un obrero no pasa de los 15 euros mensuales. Encarcelando a Khodovorski, Putin se aprovecha de la impopularidad de esos nuevos potentados y del creciente antiamericanismo de la población, para detener el avance de la conciencia política de clase entre la gran mayoría de explotados.
Nada que no aflore en las pugnas entre fracciones burguesas tras las elecciones catalanas o en torno al plan Ibarretxe.