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Estado español :: 24/06/2014

¿Rebelión territorial en las organizaciones de IU?

Armando Quiñones
Varios coordinadores territoriales emiten un manifiesto en contra de la cúpula de la dirección estatal

Pareciera que en el cielo de IU han empezado a sonar truenos y encandilantes relámpagos. Nos tememos, no obstante, que ni la sangre llegará al río, ni la tormenta pasará de ser una efímera borrasquilla veraniega.

La micro rebelión que parece haberse producido en un reducido sector de la dirigencia de IU no resulta novedosa en circunstancias como las que está viviendo estos días esta organización. En las resacas post electorales suelen darse este tipo de movimientos sísmicos. Las cúpulas de las organizaciones "derrotadas" se convierten ante los militantes en culpables únicas del cataclismo. Y posiblemente lo sean en realidad, pues al no tratarse de organizaciones revolucionarias articuladas para ganar la calle, sino para ganar elecciones, sus dirigentes se convierten en los únicos protagonistas reales de la práctica política de la organización. El resto de la "militancia" es una suerte de estatua de sal, de sujeto pasivo que sólo será activado para la ejecución de campañas electorales y actos puntuales varios.

Sin embargo, no es esta exactamente la situación que se ha producido en Izquierda Unida. En realidad, esta coalición política no ha salido derrotada de las elecciones. Todo lo contrario: obtuvo más votos y mayor representación en Bruselas que la que tenía hasta entonces. Lo que ocurre es que, en tan sólo cuatro meses, una candidatura del mismo ámbito ideológico en el que se mueve IU obtuvo la friolera de 1.200.000 votos. Y lo que es peor, se convirtió por arte de la magia que proporciona el manejo de los medios de comunicación en la referencia en la que se mirarán, posiblemente, miles de electores. Lógicamente, ello ha provocado desconcierto e irritación en las filas de IU. Y es que jugar durante años con esmerada dedicación exclusiva a la carta electoral y que luego cuatro improvisadores mediáticos terminen arrebatándote la esperada victoria en los comicios puede resultar dolorosamente ingrato.

Sin embargo, a estas alturas, tras 30 años de comedias electorales, los integrantes de esa coalición deberían de ser conscientes de que en los avatares de la lucha por los votos, donde los medios de comunicación que construyen la opinión pública pertenecen en su integridad al enemigo, el resultado puede resultar siempre impredecible.

¿CAMBIAR PARA NO CAMBIAR NADA?

Es evidente, que un mal resultado electoral debiera suscitar la reflexión colectiva en el conjunto de una organización que se reclame de izquierdas y revolucionaria. Las derrotas en el terreno electoral pueden explicarse a través de múltiples factores: las condiciones sociales y políticas en un momento dado; las insuficiencias en el trabajo político de masas del conjunto de la organización o, incluso, las directrices erróneas emanadas de una dirigencia política concreta. Sólo a través del debate y la confrontación política de todo los que integran la organización se puede contribuir a esclarecer las razones que han provocado el revés.

Pero cuando la organización en cuestión se caracteriza por estar fuertemente atenazada por el electoralismo, esa práctica viciosa propia de los partidos de la burguesía y que ha llegado a apoderarse de los hábitos de partidos políticos de izquierdas, el imprescindible análisis colectivo se convierte en una práctica imposible de realizar. Entre otras razones, porque los militantes de las organizaciones afectadas por esa deformación no son los protagonistas cotidianos de la política de esos partidos en la sociedad. En los partidos electoralistas, el "militante" de base puede estar más o menos comprometido en la agitación propagandística, pero su activismo no está conectado con la sociedad, ni con la fábrica, ni con el barrio, ni con la universidad... Su compromiso político frecuentemente empieza y termina en la agitación preelectoral. Por ello, lo que suele exigir el militante o el afiliado de unas elecciones son unos buenos resultados que compensen el esfuerzo realizado a lo largo de toda la campaña. Y si estos no se obtienen se cabrea y descarga la responsabilidad del fracaso en la cúpula de la organización.

Viene toda esta reflexión a cuento del manifiesto dado a conocer públicamente por varios dirigentes de Izquierda Unida -entre los que se encuentra la responsable electoral y de convergencia" de IU en el Archipiélago Canario - a propósito de los resultados de esa formación en el conjunto del Estado español.

Según el manifiesto suscrito por estos cinco responsables, se estima que:

“Desde el inicio de la crisis hemos desarrollado una apuesta política que era más lenta que las transformaciones que imponía el ritmo del capitalismo actual”, desarrolla la carta abierta, que tacha de “inconcluso” el proceso emprendido en la llamada “refundación” de IU, impulsada en la última Asamblea Federal, en 2012. “La refundación fue un proceso inconcluso por las resistencias de una parte sustancial de la dirección federal.

La mala lectura que hizo un sector de IU del surgimiento de Podemos es una conclusión más de todo esto. Nosotros/as queremos cambiar el país, apostar por la ruptura democrática y un proceso constituyente, y si no somos parte del proceso lo harán otros sujetos político-sociales. No podemos seguir haciendo procesos en clave interna, preocupados por la correlación de fuerzas que determina la dirección política, que no entienden o no quieren entender el momento histórico y lo aprobado en la Asamblea Federal del año 2012.

La mala lectura que hizo un sector de IU del surgimiento de Podemos es una conclusión más de todo esto”, asegura el manifiesto. Sus impulsores reivindican que, si IU no es parte del proceso de “ruptura democrática” y “constituyente”, éste “lo harán otros sujetos político-sociales.

El momento es de urgencia existencial a la vez que tenemos determinación y energía para lo fundamental: ser pueblo y ser útiles a nuestro pueblo como actor de transformación social, pero esto implica que no es posible volver a hacer cambios cosméticos y de cara para mantener la posición política (aún siendo esencial la necesidad de que las caras sean coherentes con el momento histórico y no cometer el error de la Transición, es decir, que los protagonistas provengan del ciclo político anterior)".

El manifiesto, como los lectores podrán constatar al pie de esta misma página, es corto y bastante impreciso. En realidad, las aspiraciones de cambio que enuncian estos responsables intermedios de IU quedan reducidas tan sólo a aspectos meramente formales, sin que en ningún momento en el documento se pongan de relieve las razones presentes y pasadas que expliquen la incapacidad de IU para encabezar la irritación que subleva hoy al conjunto de los pueblos que constituyen el Estado español. Y, mucho menos, algún tipo de denuncia de la línea ideológica reformista que caracterizan la globalidad de sus propuestas tácticas y estratégicas. Limitarse a denunciar hoy la responsabilidad del PCE en la funesta operación de la llamada Transición, podrá resultar innovador y hasta rupturista dentro de IU, pero importantes sectores de la sociedad española han descubierto hace ya bastante tiempo la naturaleza espuria de aquellos compromisos políticos. Para situarse en la vanguardia de la sociedad hace falta colocarse justamente delante de ella denunciando, por ejemplo, las actitudes timoratas que mantiene la dirección de IU en cuestiones tales como nuestra permanencia en la UE, el pacto andaluz con los social liberales del PSOE, etc., etc. Mientras tanto, denuncias como éstas incluso estando formuladas desde la más sincera honestidad, no contribuyen precisamente a la ruptura drástica con el itinerario socialdemócrata que en algún párrafo pareciera reclamar también el documento.

TEXTO ÍNTEGRO DEL MANIFIESTO:

Las elecciones europeas y sus repercusiones han puesto de manifiesto la rápida descomposición del régimen del 78. En aquel momento las élites económicas lograron construir una serie de consensos sociales y políticos en torno a la estructura de poder económico, político y cultural que derrotó y asimiló a muchos de los que apostaron por la ruptura democrática. Consensos que hoy ya no tienen la capacidad ni de mantener ni de recomponer porque no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época, en la que desde las élites económicas se determina para España un proceso de empobrecimiento y camino hacia el subdesarrollo, que conduce en definitiva, a la eliminación de las conquistas históricas del movimiento obrero y a la eliminación de los espacios democráticos conquistados.

Desde IU, un sector no ha sido capaz de adaptarse al momento histórico. Desde el inicio de la crisis hemos desarrollado una apuesta política que era más lenta que las transformaciones que imponía el ritmo del capitalismo actual. De ahí que no entendiesen lo que supuso el 15-M y no le diésemos importancia, entre otras cosas, a algo clave: las nuevas formas de organización de lo popular propias de sociedades neoliberales que han llegado a un fin de ciclo histórico, la participación de las masas en política en torno a un lenguaje de época mientras nosotros seguíamos con nuestro modo organizativo y relato discursivo propio de sociedades fordistas.

Las elecciones europeas han puesto al descubierto la crisis de régimen, pero también que IU necesita unidad para el cambio. La refundación fue un proceso inconcluso por las resistencias de una parte sustancial de la dirección federal, y el proceso de construcción de Bloque Político y Social no se desarrolla por error de posición política. No es posible desarrollarlo si hacemos candidaturas sin implicar a las bases, si el perfil de las candidaturas no representa a los nuevos sujetos sociales y políticos que determinan en gran medida la agenda política y social contra el saqueo del país, si nuestro discurso anti Troika y anti bipartidismo no es, en sus fundamentos políticos, coherente, si entre el eje ruptura democrática y el esquema de las élites “derecha-izquierda” apostamos en ocasiones por el segundo, generando una contradicción evidente entre teoría y práctica y tampoco es posible desarrollarlo, sin un relato de país que construya un agregador colectivo de unidad popular como nexo de unión entre los pueblos frente al saqueo.

La mala lectura que hizo un sector de IU del surgimiento de Podemos es una conclusión más de todo esto. Nosotros/as queremos cambiar el país, apostar por la ruptura democrática y un proceso constituyente, y si no somos parte del proceso lo harán otros sujetos político-sociales. No podemos seguir haciendo procesos en clave interna, preocupados por la correlación de fuerzas que determina la dirección política, que no entienden o no quieren entender el momento histórico y lo aprobado en la Asamblea Federal del año 2012. El momento es de urgencia existencial a la vez que tenemos determinación y energía para lo fundamental: ser pueblo y ser útiles a nuestro pueblo como actor de transformación social, pero esto implica que no es posible volver a hacer cambios cosméticos y de cara para mantener la posición política (aún siendo esencial la necesidad de que las caras sean coherentes con el momento histórico y no cometer el error de la Transición, es decir, que los protagonistas provengan del ciclo político anterior). Implicar al conjunto de organización, construir relatos discursivos de época, adecuar las estructuras organizativas, etc. en una Asamblea Federal para a su vez construir una posición política colectiva y unitaria, cuya base sea la ruptura democrática con una dirección que aplique los documentos aprobados es el camino. Si los que nos llevaron a la crisis económica no nos van a sacar de ella, los que han puesto en crisis la centralidad política de IU como organización nucleadora de la unidad popular tampoco podrán hacerlo.

No podemos dar otro paso en la dirección incorrecta, y no lo vamos a hacer. Una redirección desde arriba implicaría volver a cometer otro error grave y sumirnos en la crisis. Por el contrario necesitamos el esfuerzo e implicación colectiva de abajo a arriba para ganar el futuro y cambiar el país, y es lo que vamos a hacer.

Pedro de Palacio, Coordinador Provincial IU Burgos
Isabel Ruíz Crespo, Coordinadora de Áreas de IU Cantabria, Ejecutiva Federal
Pino Sánchez Bogatell, responsable electoral y convergencia de IU Canarias
Jorge Crespo del Rio, Coordinador de IU Cantabria
Laura Domínguez, Coordinadora local de IU Burgos, Ejecutiva Federal

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