La caída del sanchismo


La salida a la luz de la trama de corrupción cuyo jefe era hasta este jueves 12 de junio el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, junto con el que le precedió en el puesto, José Luis Ábalos, y su asesor Koldo García, constituye sin duda una verdadera bomba en el seno de este partido, como algún miembro de su partido ha definido este escándalo. Su impacto desborda, como ya estamos viendo, los límites a los que ha querido acotar esta crisis Pedro Sánchez mediante su petición de perdón, la promesa de reestructuración de la ejecutiva de su partido y una auditoría externa de sus cuentas.
Se abre así un nuevo escenario en el que no solo está en cuestión el futuro del PSOE, sino también el del gobierno de coalición y, más allá, el de un régimen desde cuyas cloacas no deja de practicarse la guerra sucia contra todo tipo de enemigos.
Este escándalo se produce además en unos tiempos de oleada reaccionaria a escala global y de ofensiva del bloque de las derechas españolas en distintos frentes, especialmente en el judicial, policial y mediático. Coincide además con otras denuncias de corrupción, como la que afecta a la trumpista presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pero también, indirectamente, al Fiscal General del Estado, pendiente de procesamiento por presunta "violación de secretos". Y se da en medio de la guerra abierta entre el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo en torno a la interpretación y aplicación de la Ley de Amnistía, detrás de la cual persiste la fractura dentro del régimen en torno a cómo hacer frente a la vieja cuestión catalana.
La trama y la corrupción sistémica
En esta ocasión, nos encontramos con la existencia de una trama que tenía su base de operaciones en el Ministerio de Transportes presidido por Ábalos y sus principales corruptores en grandes empresas como Acciona, de la conocida familia Entrecanales, junto a LIC y OPR[1] , según se desprende del primer informe de la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil sobre Santos Cerdán.
Del mismo informe se pueden derivar también sospechas sobre el beneficio que no sólo él y sus cómplices obtuvieron, sino también su propio partido durante los años en que lleva gobernando Pedro Sánchez e incluso antes. Habrá que esperar a conocer los siguientes informes para comprobar hasta dónde han llegado los hilos de una trama instalada en la cúpula de un partido que presumía de hacer tabla rasa de su propio pasado en esa materia, frente al PP de Feijóo, queriendo mostrar tolerancia cero contra la corrupción.
La gravedad de este caso salta a la vista y viene a confirmarnos que en este régimen -y en los principales partidos que han garantizado su continuidad hasta ahora- la corrupción no tiene un carácter marginal, sino estructural, como hemos podido comprobar desde sus orígenes mismos a lo largo de sucesivos escándalos, con Juan Carlos I a la cabeza y tanto con gobiernos del PSOE como del PP. A este último, cuando estaba presidido por Mariano Rajoy, el escándalo de la Gürtel le costó perder el gobierno tras una moción de censura gracias a la cual Pedro Sánchez pudo llegar a la Moncloa en 2018. Así que, aunque dicen que la historia no se repite, pero sí rima, esta vez se parece mucho a aquel momento, pese a que todavía esté pendiente de sentencia judicial y a que el líder del PP no se atreva ahora a presentar una moción de censura por miedo a perderla.
Recordemos una vez más que si bien la corrupción es muy vieja en la historia de la humanidad, ha sido en el marco de la larga onda de un capitalismo neoliberal cuando ha llegado a alcanzar una extensión global extraordinaria a través de diferentes vías, entre las que ha destacado la generalización del partenariado público-privado en beneficio de las grandes corporaciones. Tenemos ahora una de sus manifestaciones más visibles en la política de los negocios que practica Trump en función de sus propios intereses, como en el caso reciente de Arabia Saudí, o de los del complejo militar-industrial estadounidense en relación con la Unión Europea.
Si nos referimos al Estado español, José Manuel Naredo ha explicado de forma sintética la especificidad que lo caracteriza: "los casos de corrupción que se detectan vienen a ser la punta del iceberg de males mucho más extendidos, heredados de la simbiosis entre capitalismo, medio siglo de despotismo franquista y una Transición política que excluyó a los críticos del sistema para reacomodar, bajo nueva cobertura democrática, las élites del poder que siguen tomando las grandes decisiones y favoreciendo los grandes negocios a espaldas de la mayoría" [2].
Ha sido en ese ya largo proceso como se ha desarrollado un neocaciquismo, que tuvo su momento más álgido en la burbuja inmobiliaria que acabó estallando en 2008. Bajo su dominio, las élites políticas han ido practicando lo que Alejandro Nieto definió como las "astucias del poder", o sea, la habilidad de las élites para eludir los controles legales establecidos en la administración pública en sus negociaciones con las grandes empresas corruptoras. Esas élites se han visto beneficiadas en muchas ocasiones por las puertas giratorias una vez dejaban de ejercer sus cargos públicos mediante su inclusión en los consejos de administración de esas u otras empresas, como también ha ocurrido en el sector energético. Unas prácticas que, como estamos viendo, no cesan de desarrollarse a la sombra de la especulación financiera y de tantos megaproyectos basados en la colaboración público-privada.
Tenemos un claro ejemplo de esto en la familia Entrecanales, que posee el casi el 60 % de las acciones de Acciona, la principal corruptora de la trama que ha salido ahora al descubierto. Como recuerda Fonsi Loaiza, se trata de una empresa "resultante de Entrecanales y Távora, una de las constructoras más beneficiadas por el dictador Franco y que utilizó mano esclava republicana", que forma parte del Cártel de las grandes constructoras y muy experimentadas en el amaño de las adjudicaciones públicas, como llegó a reconocer la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) en julio de 2022 [3].
Por tanto, la lucha contra la corrupción (o contra una "democracia corrupta", como propone también Naredo, coincidiendo con otro crítico ya fallecido, José Vidal Beneyto) es una tarea de largo aliento que, si se quiere llegar hasta el fondo y no limitarse a las manzanas podridas, ha de tener una dimensión antioligárquica y antisistémica.
El fracaso de un modelo cesarista de partido y de gobierno
Esta crisis se produce además dentro un PSOE que ha mutado bajo el sanchismo en una organización bajo un liderazgo plebiscitario fuerte y a la vez desideologizado, en mayor medida incluso que en los tiempos de Felipe González, como pudimos ver en el pasado Congreso de este partido [4] . El desconcierto y la decepción que está provocando este escándalo entre su ya decreciente militancia y, sobre todo, entre su electorado van a ser superiores a los que han podido expresarse en el pasado. Así que es previsible un declive difícilmente reversible ante las próximas convocatorias electorales de un partido que ha sido un pilar fundamental del régimen de la Transición desde su fundación.
Mayor será también la desafección hacia la política entre las clases populares a medida que la tendencia a desacreditar la política identificándola con la que practican las élites y en este caso, con la centroizquierda en general, se siga extendiendo en las redes sociales [5]. Por eso mismo, este escándalo perjudica al conjunto de las izquierdas y envalentona a una extrema derecha dispuesta a removilizarse en las calles, como ya estamos viendo.
En estas condiciones, y sin una alternativa creíble al centrismo del PSOE, es el bloque reaccionario, representado ya en muchos gobiernos y parlamentos autonómicos por PP y Vox, el que está aprovechando el ya creciente rechazo al sanchismo para ofrecerse como alternativa frente a un gobierno de coalición agónico. Además, en breve, este gobierno va a tener que pasar por el trance de tener que definirse en la próxima Cumbre de la OTAN que se va a celebrar en La Haya sobre los planes de aumento del gasto militar hasta el 5 % de los presupuestos que su hasta ahora viejo amigo americano les ha exigido.
Mejor harían los partidos que forman parte de la coalición Sumar si renunciaran a participar en un gobierno que pretende continuar como si nada le hubiera afectado con este escándalo y presidido por alguien que ha mostrado una pasividad total hasta el último momento ante las sospechas que se iban extendiendo sobre su propio entorno. Si en el pasado había ya razones de peso para esa ruptura -como las relacionadas con la necropolítica migratoria, el Sahara, la militarización de la UE o la distancia entre la retórica y los hechos respecto al genocidio del régimen de Israel en Gaza-, ahora es ya un paso imprescindible para no seguir acompañando a Pedro Sánchez en una huida hacia adelante políticamente suicida.
Así que la promesa de regeneración democrática que hizo Pedro Sánchez hace poco más de un año, tras un paréntesis de reflexión de 5 días, ha terminado convirtiéndose en todo lo contrario, ya que esta vez afecta a la cúpula de su propio partido. Porque si en aquel momento la regeneración democrática tenía que ver con hacer frente a sectores reaccionarios del aparato de Estado que estaban en plena ofensiva, no sólo ha demostrado a lo largo de este tiempo falta de voluntad política para llevarla a cabo, sino que con este escándalo de corrupción la credibilidad del PSOE y la suya propia para esa tarea regeneradora han quedado completamente dilapidadas.
Contra el bloque reaccionario, por un giro a la izquierda
Sabemos también que no serán desde luego el PP y Vox quienes vendrán a acabar con la corrupción, ya que ésta se encuentra en sus propios genes franquistas y en sus vínculos con la gran burguesía. Pero es que, además, en el caso de que lleguen al gobierno, como estamos viendo en otros países, la que tratarán de imponer estos partidos será una involución reaccionaria en todos los frentes.
Por tanto, urge trabajar por crear las condiciones de un nuevo ciclo de movilizaciones que, siguiendo los ejemplos recientes de las luchas en defensa de la sanidad, del derecho a una vivienda digna o de la educación y, sobre todo, de la perseverante lucha del pueblo valenciano en la denuncia de la catástrofe de la dana, sean capaces de hacer frente a esa ofensiva yendo más allá de los límites impuestos desde un gobierno progresista que sigue sin atacar las causas del ascenso del bloque reaccionario.
El debate de las próximas semanas no debería estar, por tanto, en si se convocan elecciones o si se exige una cuestión de confianza en un parlamento definitivamente bloqueado, aunque no podemos ser indiferentes ante lo que pudiera resultar de cada una de esas opciones. Es necesario buscar ya desde ahora la mayor unidad de acción posible para hacer frente al bloque reaccionario y para ello las organizaciones sindicales y sociales en general han de jugar un papel fundamental.
Pero esa tarea ha de estar unida al esfuerzo constante por ir creando las condiciones para un giro radical a la izquierda en el plano tanto democrático como ecosocial y cultural sobre la base de un programa de acción que parta de las demandas que están surgiendo desde abajo. Para ello, será necesaria la preservación de la autonomía estratégica y táctica de la izquierda social y política alternativa del conjunto del Estado ante un gobierno que se está mostrando impotente frente a la ofensiva reaccionaria y que va a sufrir ahora todas las presiones posibles por las mismas élites corruptoras para que contribuya a una salida que garantice la estabilidad del régimen.
Fuente: Viento Sur
[1] "Las obras del informe de la UCO que ha tumbado a Cerdán: trece contratos por 637 millones y con fondos de la UE", Antonio M. Vélez y Rodrigo Ponce de León, eldiario.es, 12/06/25.
[2] José Manuel Naredo, Taxonomía del lucro, Siglo XXI, 2019, p. 108.
[3] Fonsi Loaiza, Oligarcas, Akal, pp. 17-29.
[4] Jaime Pastor, "Con el cierre de filas en torno al líder no se para a la derecha", viento sur, 7/12/2024
[5] Lo describe muy bien Isaac Rosa mediante la falacia de la conclusión apresurada en "A ver si se entiende mejor lo de Cerdán y el PSOE", eldiario.es, 12/06/25.
huelladelsur.ar