La transfobia, esa opresión “de segunda”

Cada poco tiempo, cíclicamente, me suelo encontrar con lo mismo: se ensalza a personas que han podido tener un papel relevante en determinados conflictos o luchas, a la vez que se silencian sus acciones u opiniones tránsfobas. Desde luego, parece ser que esas opiniones o acciones no las invalidan para nada para gran parte de la gente que se dice “de izquierda”.
Obviamente si en vez de ser tránsfobas, fueran supremacistas blancas, machistas declaradas, sionistas, agresoras sexuales o ... un largo etcétra, la cosa cambiaría y el peso de esas opresiones sí que sería mayor que cualquier papel relevante que hubiera podido jugar en tál o en cuál lucha.
Pasa cada vez que muere una TERFa, que se ensalza lo “positivo” que haya podido hacer esa persona, a la vez que se silencia sus ideas discriminatorias hacia las personas trans, o directamente se le quita hierro al asunto. Que “no es para tanto”, que “para vosotras todo es transfobia” o que “es sólo una opinión”, una “inocente opinión”. ¡Claro! Hitler también opinaba que había que meter en cámaras de gas a judíos, gitanos, comunistas, personas LGTBIQ+... ¡“era solo una opinión”! Que malvadas somos las personas que denunciamos esas “inocentes opiniones” y que nos metemos con su sacrosanta “libertad de expresión”. Pues no maitias, no es libertad de expresión, son discursos de odio que señalan y azuzan a la población contra colectivos vulnerables.
Multiplica por 10
Y si bien esto es algo que compartimos todos los colectivos vulnerables e históricamente discriminados, cuando hablamos de la discriminación a las personas trans la cosa alcanza unos niveles de hórdago. El nivel de “me la suda” suele ser mucho mayor que frente a otras discriminaciones. Más o menos multiplicado por 10.
Y es que esa es la tónica general cuando hablamos de discriminaciones y opresiones cruzadas. Por ejemplo, cuando una persona trans habla de lo difícil que le es encontrar un curro, una casa, o de como el sistema público sanitario parece que pasa de ella, siempre sale el típico enteradillo que dice “no es para tanto, a mí también me cuesta encontrar casa” o “no exageres, yo también llevo tiempo en lista de espera para un tratamiento/intervención” o “yo también estoy en paro”. Ya txiki, pero la diferencia es que tu sufres paro, cosa que nadie te niega ni le quita hierro al asunto, pero nosotras no sufrimos paro, sufrimos EXCLUSIÓN LABORAL, que es muy distinto. O si hablamos de la penosa situación de la Sanidad Pública por supuesto que es algo que nos afecta a a todas, todes y todos, pero es que en nuestro caso SOMOS LAS ÚLTIMAS MONAS, nuestras listas de espera pueden alargarse durante años, 5,8,10,12 años... Y por supuesto cualquier excusa es buena para volvernos a mandar a la casilla de salida, cuando ya llevamos años de espera. Pero tranquis, que ya hay burócratas que se encargan de falsear las cifras de tiempo de espera para una intervención o tratamiento para que así no cante tanto. Y en cuanto a la vivienda ¿Estoy diciendo que para las personas cis es un camino de rosas encontrar una vivienda digna y asequible? Obviamente no, pero en nuestro caso, multiplica por 10, como con todo.
Las injusticias que vivimos toda la clase obrera se multiplican por 10 cuando se trata de una persona trans. Y por supuesto se agravan aún más cuando además perteneces a más de un colectivo discriminado, si además eres migrante, persona racializada, persona con alguna discapacidad, etcétera... entonces ya te ha tocado “el gordo” de la lotería de la discriminación, y en vez de por 10 puedes multiplicar por 20, por 30 o por 100.
La transfobia en los movimientos sociales y las organizaciones políticas
Volviendo al hilo inicial, no son pocas las veces que se invitan a determinados actos o charlas a personas que no ocultan sus ideas discriminatorias hacia determinados colectivos. Muchas veces la excusa suele ser “pero si la charla no va sobre ese tema” y se apela al discurso de “la cancelación”. Y mire usted, pero como persona que ha sufrido alguna cancelación basada en mentiras, en bulos que nadie jamás ha podido probar ni contrastar, da puto asco ver cómo se pasa de puntillas y se hace como si nada con personas que, basta una búsqueda en internet para confirmar que, efectivamente, difunden ideas discriminatorios y discursos de odio hacia minorías vulnerabilizadas.
Tampoco son pocas las veces que algunos medios o editoriales “alternativas” o “de izquierda” publican artículos o libros de determinados personajes que, también se suman al carro del odio hacia las personas trans, una vez más apelando a la “diversidad de opiniones” o a la “libertad de expresión”. Medios o editoriales que dicen querer difundir ideas de izquierda, libertarias... pero que al final acaban comprando y blanqueando el discurso de la ultraderecha. ¡Vaya golazo nos han metido los nazis!
Personalmente, hace tiempo tuve un conflicto de este tipo, con gente que han sido compañeros durante años, con las que he vivido cosas históricas... y que de repente se ponen a defender a estos especímenes y la mierda que escupen por la boca. Y por supuesto, la mala de la película era yo por alzar la voz contra que esos discursos de odio tengan cabida en nuestros espacios, la “intolerante”, la “intransigente”, “la que quiere imponer sus ideas”... A esas personas ya les dije en su día el PUTO ASCO QUE ME DABAN y la decepción tan grande que me había llevado con elles, y hoy, desde aquí, lo reitero.
Y qué decir de todas esas organizaciones y colectivos que albergan a gente TERF en sus filas y callan y hacen como si nada, como si la cosa no tuviera importancia alguna, como si los discursos de odio debiesen tener cabida en nuestros movimientos y espacios (y muchas veces con la alfombra roja puesta). Pues si está es la idea de “izquierda” que tienen algunos... paren el mundo que yo me apeo.
Por ir terminando: Que “suerte” tenemos las personas trans, que hasta la opresión que sufrimos es “de segunda”, sin importancia, y que parece ser que muchas veces no merece la pena ni nombrarla ni denunciarla.
Edurne La Haine







