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Pensamiento :: 05/10/2008

La duda

Colectivo Escuela Libre
El Colectivo Escuela Libre a través de su revista Aula Abierta ha publicado un monográfico sobre la religión titulado: "Educación atea". A continuación reproducimos su editorial.

Con las revoluciones liberales del XVIII-XIX, y las de tradición socialista del XIX-XX, junto a los avances que la ciencia iba haciendo en el campo del conocimiento, hacían pensar un proceso de secularización inevitable que llevaría a un futuro donde las creencias religiosas llegarían a su fin. No obstante, ya de lleno en el siglo XXI, el mundo parece vivir una regresión a las concepciones religiosas. Explicaciones milenarias o centenarias, estructuradas bajo el imperativo de la fe, siguen resistiendo a los envistes que la investigación y el conocimiento hacen por iluminar un poco esta existencia. Y decimos, precisamente “conocimiento”, y no “verdad”, porque la verdad es la ilusión que vende toda religión; mientras que la duda es el principio de aquellos que no queremos creer, sino aprender. Y para ello, exigimos el esfuerzo de todo individuo por hacerse preguntas, dudar, replantear, leer e investigar. Y aún así, ¿quién nos puede asegurar que aquello que pensamos conocer sea una certeza?

Persiste aún la creencia que la ciencia acabará por reemplazar la explicación religiosa en la comprensión del mundo. Pero lo que quizás ha pasado es que la ciencia ha degenerado hacia una nueva fe. De hecho, la ciencia ha acabado en paz y convivencia con las concepciones religiosas, con pequeños altercados en algunas concepciones pero participando de igual modo en la estructura de poder. Digamos que la ciencia ha degenerado hacia una nueva religión donde la versión oficial, ahora más legitimada por la ciencia que por la providencia, niega la duda a la vez que exige creencia y fe en sus preceptos. Decisiones más que cuestionables se imponen a la sociedad gracias a la artillería pesada de estadísticas, investigaciones debidamente financiadas y opiniones de grandes expertos y técnicos oportunistas lanzados desde todo el aparato mediático al servicio del poder. Pero este es un tema que nos llevaría a otro número.

Este número de Aula Abierta pretende ofrecer un enfoque crítico respecto del pensamiento religioso. Abrir la duda no sólo sobre las religiones centenarias y milenarias, institucionalizadas y oficializadas, sino también sobre todas aquellas aventuras de ciencia ficción que aparecen día tras día en busca de adeptos y desesperación. Sectas diversas, hechiceros televisivos, curanderos cósmicos, sexólogos astrales, científicos vanidosos... Individuos iluminados al acecho de la desesperación que pretenden explotar las debilidades humanas para hacerse con el control de la voluntad de sus presas. De allí emana un poder del iluminado respecto al creyente que es usado de múltiples maneras: desde el chantaje emocional al robo económico, pasando por todo tipo de abusos. Si partimos del principio que ningún poder puede beneficiar en nada nuestra libertad ni la justicia social, con este número pretendemos defendernos de toda esta amalgama de profetas e iluminados. Armarnos de escepticismo contra toda verborrea.

Quizás también merezcan una atención los títulos de este número. ¿Por qué educación atea? ¿Por que no educación laica, o agnóstica, o incluso educación antirreligiosa? De hecho, todas ellas provocan problemas: Educación laica, por ejemplo, porque excluiría de nuestro enfoque el civismo como religión de Estado, y éste no es nuestro propósito; educación agnóstica, porque nuestra posición no es descreída respecto la existencia de dios, o no (creemos que sólo existe en las mentes humanas); y finalmente, tampoco nos hemos decantado por educación antirreligiosa porque no compartimos tampoco la idea de expulsar del mundo educativo la religión, aunque sí su educación dogmática. Si quisiéramos negar la posibilidad de estudiar, entender y analizar el fenómeno religioso, le estaríamos haciendo, en definitiva, un favor demasiado grande. La religión cae por su propio peso, pues sus fundamentos son de barro. Entendemos que ni hay que apuntalarla con dogmatismo ciego (como hace la educación religiosa), ni tampoco disimularla (como pretenden ciertos colectivos al intentar apartarla). Nuestra perspectiva, en este sentido, es clara: hay que mirar con lupa sus postulados, sus incongruencias, sus falacias, sus estrategias para, en definitiva, destapar los oscuros objetivos de los que viven de esta ficción. Al igual que ocurre con la ciencia. Y la religión es un punto de partida muy bueno a partir del cual se puede llegar al análisis no sólo de otras creencias religiosas (montajes sectarios, brujas televisivas, predicadores de miedos...) sino también de construcciones políticas derivadas del liberalismo y del marxismo que acaban reclamando fe en sus postulados.

Estudiar la religión como fenómeno puede ayudarnos, además, para afrontar el salvajismo incesante de iluminados que acechan las debilidades humanas. Puede ayudarnos para salvaguardarnos de todos los “timadores de la ilusión” (curas, pastores, profetas, políticos, sindica-listos), cuyo objetivo es explotar nuestras flaquezas en su provecho. Poner nuestra voluntad a su servicio lo que es, en definitiva, su objetivo: establecerse como poder ideológico en la sociedad. La imposición de sus ficciones para la sumisión social.

Por todo ello este cuarto número de la revista de educación crítica Aula Abierta consta de dos partes: en primer lugar, el apartado Análisis, que consta de artículos de reflexión alrededor de esta temática.

En segundo lugar, Educación Atea nos ofrece los materiales educativos “Ídolos de Barro”, que pretenden ofrecer herramientas para el análisis crítico del pensamiento religioso. Se pretende enfocar no una u otra religión, sino el pensamiento religioso en general. Para ello, se hace un recorrido desde los mundos ficticios que genera, con sus terribles y/o bondadosos personajes, hasta la actuación de todas las castas religiosas en el mundo que nos rodea.

En definitiva, este es un número que intenta despejar miedos e ignorancias, pues es con ellos como la religión puede nacer y crecer. Y es gracias a ellos como se reproduce. Confiamos que incentivando la voluntad de aprender, de dudar, de errar y de investigar es de por si una buena herramienta para hacer frente a la oscuridad a que condena la fe y la creencia en mundos y personajes que no habitan sino en la mente de muchos y en los bolsillos de unos pocos.

 

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