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Pensamiento :: 27/02/2006

La otra mirada de Atilio Boron

Malime
Debate sobre el artículo "El Foro de Caracas: la otra mirada" publicado ayer. "Los errores del estalinismo burocrático no nos debe inducir a renegar del marxismo o a caer en otro burocratismo intelectual y crítico con los problemas políticos cotidianos pero sin aportar teoría que permita profundizar en sus causas"

Interesante el comentario de Atilio A. Boron al trabajo de Hernández Navarro realizado con motivo del último FSM celebrado en Caracas. [El Foro de Caracas: la otra mirada]

Resalta la cita de Hernández por el avance que en ese evento se ha producido, al destacar el "carácter más marcadamente político-estatal" en comparación con los anteriores eventos. Boron añade que si el Foro hubiera ido a Caracas "... para regodearse en su narcicismo explorando las infinitas gradaciones y matices que les confieren su única identidad, desentendiéndose por completo de los desafíos planteados por la coyuntura nacional, regional e internacional. Esto habría significado, en la práctica, el certificado de defunción del Foro, convertido de ese modo en un ámbito meramente escolástico".

Seguidamente se plantea una serie de reflexiones, que pudieran interpretarse no abordan el porqué los movimientos sociales pudieran o de hecho muchos de ellos caen en el narcisismo, en vez de que prevalezca una visión cosmológica del problema social, económico y político que padecen cada uno y el conjunto de los seres humanos, agrupados unos, en multitud de grupúsculos movimientos, o la gran mayoría aislados y alienados. Aunque se pregunta "¿cómo luchar contra las clases dominantes del capitalismo mundial y sus aliados locales?" sin caer en "... un vistosísimo y emocionante festival de todos los colores y todos los movimientos que se dan cita para celebrar un rito catártico anual- o una suerte de Tercera Internacional estalinista...".

Dando por supuesto la imposibilidad de una internacional de ese tipo, no nos ofrece una internacional comunista lo que de alguna forma en el Foro de Caracas se ha visto necesario, una internacional antiimperialista, que desde la comunista influya en el disperso mundo de los movimientos sociales, y así, estos se desarrollen con una base objetiva y unitaria que vaya más allá y posibilite desde todos los ángulos dar la batalla consecuente al potente enemigo que domina el mundo.

En Latinoamérica van cuarenta y siete años de resistencia socialista cubana, más el importante proceso que se está desarrollando en Venezuela, donde la riqueza de ese país más la riqueza espiritual que aporta la revolución cubana, está dando lugar a un resurgir de las expectativas liberadoras en ese continente. Pero no por ello podemos ignorar la realidad del resto del mundo, de la crisis que atraviesa el movimiento comunista internacional, y del poder ideológico de marcada actuación fascista y capacidad destructiva en manos imperialistas, que no duda en recurrir a las barbaridades que el fascismo empleó en su momento masacrando a gentes indefensas, arrasando ciudades y no dudando en destruir el medio ambiente e incluso de emplear el arma nuclear de forma masiva, antes que ceder en sus irracionales privilegios.

Es preocupante esa crítica realizada al analizar el Foro de Caracas, que se queda en el ejemplo estalinista, sobre todo proviniendo de intelectuales de esa talla, porque al negar la necesidad de recuperar la organización comunista internacional, inducen a profundizar en la confusión existente en el mundo tras la caída del llamado Socialismo Real, que incluso está poniendo en duda el marxismo y el leninismo, como base teórica en que asentarse la lucha anticapitalista.

"¿Por qué no deberían coordinarse internacionalmente las luchas por el agua...?" se pregunta Boron. No sería necesario el hacerse esta pregunta si sobre todo en el llamado mundo desarrollado hubiese una comprensión sobre el protagonismo del sujeto histórico, el papel de las masas, el papel de los partidos marxistas en el proceso de lucha anticapitalista y la función del nuevo poder, que va más allá de ver aisladamente esa forma de lucha alternativa desde abajo, y/o en combinación con la lucha institucional, lucha convertida en forma de poder una vez que en su desarrollo derrote al poder estatal burgués con su falsa democracia dominado por la oligarquía imperialista.

La visión cosmológica del problema que padecemos en el momento actual corresponde a los comunistas interpretarlo e intentar hacerlo ver al conjunto de los movimientos sociales, y a las gentes que sin estar organizadas hay que llegar a ellas. Ello implica profundizar en el marxismo y el leninismo, desde el conocimiento científico del mundo actual que nos permita aplicar esa teoría al actual momento político internacional, de forma que se generen unas estructuras partidarias revolucionarias capaces de llegar a los movimientos sociales y al conjunto del pueblo explotado y alienado.

Esto implica también partidos comunistas con teoría revolucionaria en cada país y a nivel internacional que se encarguen de popularizar el conocimiento científico en sus diversos aspectos, tanto desde las ciencias sociales como de las del resto del mundo material, que permitan la comprensión de la interrelación dialéctica existente entre el mundo espiritual y material. Los errores del estalinismo burocrático no nos debe inducir a renegar del marxismo o a caer en otro burocratismo intelectual y crítico con los problemas políticos cotidianos pero sin aportar teoría que permita profundizar en sus causas.

El culpabilizar a los movimientos sociales por su narcisismo o su visión estrecha del problema político es una crítica que se vuelve contra los que nos consideramos marxistas, al confundir el papel del sujeto histórico más o menos organizado en los movimientos sociales o sindicales y el papel educador y dirigente que corresponde a los comunistas, toda vez que su influencia lo es por la educación trasmitida al conjunto de las masas oprimidas, más que por la capacidad burocrática para controlar este o aquel movimiento social.

Los que ven el problema puntual del agua y se organizan para luchar por su solución podrían ver el problema de fondo, que afecta a lo local, lo nacional y lo internacional, si los comunistas tuvieran ese grado de conocimiento y de influencia de masas que propicie la unidad de organización local e internacional, para hacerlo ver a los del agua, a los feministas, a todos los que se organizan puntualmente ante cada problema. Entonces los problemas sectoriales locales e internacionales tendrían solución.

No podrá haber lucha internacionalista consecuentemente revolucionaria si no existe la internacional comunista y por lo tanto partidos comunistas nacionales unidos y organizados con capacidad de llegar a todos los lugares donde se manifiestan las contradicciones de clase. La Internacional Comunista que vieron Marx y Lenin, ya no se ve, no porque no sea necesaria sino porque da vergüenza a la vista del desarrollo posterior que tuvo la Internacional seguidista y burocrática. Hubo un tiempo que en España, entre los comunistas antes de la caída del Vaticano moscovita, circulaba una especie de mofa que decía: "donde hay un trotskista, hay un partido". Hoy, dada la dispersión, la multitud de grupos, de intelectuales marxistas que renuncian a la necesidad de la Internacional Comunista, podríamos seguir con el chascarrillo, pero ahora aplicado a los marxistas: "donde hay un marxista, hay un partido".

Las discrepancias que generan los particulares intereses de los grupos oligárquicos imperialistas son tratadas de forma que no tengan una repercusión extrema que facilite la respuesta de clases populares sometidas. Los imperialistas sí tienen claro el carácter opresor internacional de su poder y por eso generan las diversas internacionales que les permiten estrategias sectoriales para poder ejercer su poder internacional con su BM o su FMI. De ellos deberíamos aprender, no tienen ninguna vergüenza cuando se reúne en Davos el Foro Económico Mundial, o los G-8, o la Multilateral, o la OTAN para tratar sus asuntos que evidentemente no son los nuestros.

Fuente: La Haine

 

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