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Andalucía :: 30/06/2016

Las lecciones de las elecciones

Ali Manzano
Los “partidos emergentes” (Podemos y Ciudadanos) ya han cumplido los objetivos de encauzar las protestas sociales hacia las instituciones a través de los procesos electorales

En plena resaca electoral, acostándonos y levantándonos con las declaraciones, opiniones, excusas, protestas, valoraciones, etc. de los líderes políticos y los innumerables comentaristas, periodistas y tertulianos que tratan de explicarnos lo que todos hemos visto y ya sabemos, solo nos queda el resultado y las lecciones que el mismo ofrece a los que intentan ver más allá de la simple sumatoria de escaños para la confección del gobierno o de los errores/aciertos de los candidatos y sus partidos en una campaña electoral.

La realidad del día después es la de una abstención que ya supera el 35% del electorado; más de 11 millones de votantes se han quedado en sus casas, decepcionados y desilusionados por un sistema electoral que no da solución a sus problemas y del que desconfían cada día más personas, aumentando con respecto a las anteriores consultas electorales.

Los que han votado, un escaso 65%, le han dado el triunfo a la derecha conservadora y neofranquista del PP y Ciudadanos (C’s), que suman 169 escaños frente a los 156 que suma la socialdemocracia del PSOE y Podemos, lo que sitúa al PP y C’s a 7 escaños de la mayoría absoluta, con grandes posibilidades de formar gobierno.

El intento de Podemos por desbancar al PSOE de la segunda posición para así gobernar con el apoyo de los diputados socialistas, con el “sorpasso” tan comentado y difundido por innumerables encuestas electorales, ha sido un fracaso rotundo. Tras las expectativas abiertas después del acuerdo entre Podemos e IU para la formación de la coalición “Unidos Podemos” por la suma de los votos y escaños de ambas formaciones en las elecciones del pasado 20 de diciembre de 2015, ha llegado la gran decepción, no solo por no conseguir sumar los votos de ambos, sino por la pérdida de 1.100.000 votos respecto a los resultados de ambas formaciones en diciembre, lo que deja al partido de Pablo Iglesias sin posibilidad de influir en la política del Estado y con una militancia muy tocada por la imposibilidad de gobernar tras la decepción electoral.

En Andalucía, la derecha conservadora también gana espacio político al superar al PSOE de Susana Díaz por primera vez tras las elecciones europeas de 2014, además de las autonómicas, generales y municipales de 2015.

Cabe destacar de los resultados en Andalucía la pérdida de 200.000 votos de Unidos Podemos con respecto a los resultados obtenidos por separado por Podemos e IU en las elecciones de diciembre, a pesar de contar con el apoyo de “confluencias” y de “andalucistas” que sumaron a la coalición los restos del Partido Andalucista (PA), en un desesperado intento “andalucista” por no perder protagonismo político y auparse a algún cargo público. El porcentaje de voto de Unidos Podemos en Andalucía, inferior a la media estatal obtenida por esta coalición, y la pérdida de votos en Andalucía respecto a las anteriores elecciones, nos marca la tendencia a la baja de esta formación tras el viaje hacia la socialdemocracia reformista y española.

Otro dato a destacar en Andalucía es el escaño conseguido por Diego Cañamero en Jaén. Por fin el líder del SAT consigue cobrar el apoyo que su sindicato viene dando a Podemos desde la irrupción de éstos en la escena política española; una jubilación de oro concedida por el mismo sistema al que decía combatir y conseguida tras sustituir al anterior candidato, Andrés Bódalo, encarcelado tras ser acusado de agresión a un edil del PSOE en Jódar. Algún día conoceremos la trastienda de su caso, el por qué está en la cárcel y quién se ha beneficiado de ello.

Suerte distinta ha corrido el “fichaje estrella” de Podemos, el que iba a ocupar el Ministerio de Defensa tras el “sorpasso” al PSOE, el general (ex-JEMAD) Julio Rodríguez, impuesto cabeza de lista por Almería mediante el dedo de Pablo Iglesias. La activación del movimiento anti-OTAN en la provincia y el rechazo de la “izquierda sociológica” a que un general de la OTAN ocupara la cabeza de lista han provocado que Podemos perdiera el diputado que había conseguido en las anteriores elecciones. Sin duda, un triunfo para el movimiento anti-OTAN y para las organizaciones pacifistas.

Tras esta situación política derivada de las elecciones, nos esperan unos años más de recortes sociales, de más exigencias de las organizaciones económicas globalizadas, de más exigencias de la Unión Europea en cuestiones de déficit público, endeudamiento… Y más represión a todos aquellos que no se conforman con votar cada cierto tiempo.

Cuando Juan Rosell, presidente de la CEOE, decía que “ya ni Podemos destroza la actual política económica”, sabía muy bien lo que decía y cuál era el papel que Podemos debía interpretar. Sabía que todo estaba atado y que, ganara quien ganara, los privilegios de sus asociados estaban a salvo. No todos hemos sido engañados por los medios de comunicación que presentaban a Podemos como el ogro que se comería a los empresarios y a los políticos corruptos. Los que han diseñado el actual marco político se aseguraron de que no traspasaran los límites de los intereses de la oligarquía.

Saquemos conclusiones:

En el Estado Español no hay posibilidad de reforma. El sistema capitalista que protege los intereses de la burguesía estatal se configura a través de un sistema político de “democracia burguesa” en el que se asegura el triunfo a partidos que no ponen en peligro los privilegios de la clase dominante. El control de los medios de comunicación, de producción y financieros les da el poder de apoyar con garantías totales de éxito a los partidos que defienden sus intereses.

Los “partidos emergentes” (Podemos y Ciudadanos), surgidos al calor de protestas sociales y de la indignación producida por una crisis que están pagando las clases populares, y los casos de corrupción en los viejos partidos del sistema, ya han cumplido los objetivos de encauzar las protestas sociales hacia las instituciones a través de los procesos electorales, sacándolas de las calles y metiéndolas en las urnas para asegurar la paz social necesaria para los beneficios empresariales. Una vez amortizados, se les asigna la función de muleta para que el elector tenga un abanico de posibilidades lo suficientemente amplio para que no se ponga en riesgo la apariencia democrática, y como repuesto por si las clases proletarias volvieran a las calles y amenazaran la paz social.

La competencia entre partidos “conservadores” y “reformistas” asegura al sistema (como conjunto de instituciones y lobbies económico-financieros) que, sea cual sea el resultado electoral, ningún cambio de calado se realizará sin su consentimiento. El ejemplo de Podemos, cuyo viaje desde la rebeldía antisistema en las elecciones europeas de 2014 hasta la socialdemocracia en las últimas generales, con sustanciosas rebajas en sus programas electorales, es una muestra de lo que debe hacer un partido político para asegurarse el apoyo de los lobbies mediáticos y financieros. La imposibilidad de ganar unas elecciones e introducir cambios que afecten a la estructura del sistema ha quedado demostrada en el viaje de Podemos de la rebeldía a la socialdemocracia, la monarquía, el euro, la UE, la OTAN…

La imposibilidad de reforma del Estado Español y de sus estructuras de poder para conseguir una sociedad más igualitaria y justa nos lleva a plantearnos la ruptura como la única posibilidad para alcanzar los objetivos de igualdad y justicia social que las clases trabajadoras necesitan para vivir con la dignidad necesaria. Necesitamos el desmantelamiento del Estado burgués para organizar una sociedad basada en otros principios.

Y hoy en día, en la actual situación de la clase trabajadora por la falta de concienciación y de organizaciones que estructuren la lucha social en todo el Estado, la ruptura democrática solo es posible a través de las luchas por la independencia de las naciones del Estado implicadas en un proceso de ruptura con el Estado Español. Mientras las izquierdas estatales se han subido al carro del reformismo electoral, embaucadas por el canto de sirena de los gurús del reformismo español, las izquierdas independentistas de las naciones del Estado se han posicionado contra el sistema, contra el capitalismo, por repúblicas independientes fuera de instituciones como la UE y la OTAN.

La posibilidad de ruptura con el capitalismo solo puede llegar de la mano de aquellos que luchan contra el Estado y sus instituciones, socavando sus principios fundamentales como lo son la unidad territorial y de mercados. La independencia de las naciones sin Estado de la península es, en estos momentos, la única vía por la que poder vencer al capitalismo y sus instituciones.

 

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