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Pensamiento :: 02/04/2004

Los esquemas tradicionales

Grupo Ikaria
Séptima entrega de "Tradición libertaria y luchas de liberción nacional".

POR LA INDEPENDENCIA TOTAL Y LA ANARQUÍA SIN LÍMITES

1. - LA CRISIS DEL MOVIMIENTO LIBERTARIO
1. 4.- LOS ESQUEMAS TRADICIONALES

Las CNTs sí que presentan un proyecto tanto de articulación como de estrategia: el anarco-sindicalismo. Pero además de su españolismo, cierre doctrinario en general y conservadurismo de muchos militantes - a niveles como familia, sexualidad, etc - mantienen los esquemas del siglo XIX: el obrerismo y la definición de la revolución y del mundo futuro en base al trabajo. No han entendido que los esquemas tradicionales murieron en Mayo de 1968 y que desde entonces hemos entrado en una dinámica de lucha totalmente diferente.

El mundo del trabajo ni es el motor de la revolución ni es la base sobre la cual se ha de definir la sociedad futura (en el comunismo libertario el trabajo es una actividad marginal). La lucha obrera es sólo uno de los campos de actuación. Es más, en las sociedades democráticas occidentales, donde el progresivo aburguesamiento de la clase obrera ha atenuado hasta hacer desparecer la lucha de clases, si exceptuamos los periódicos reacomodos de los salarios al nivel de consumo - práctica necesaria para el capitalismo- y donde el estado, a través de sus mecanismos de control (partidos, sindicatos, televisión, escuela...) es aceptado por la población, la lucha obrera ha quedado atrás respecto movimientos como el ecologismo, el antimilitarismo, el movimiento estudiantil, etc... Por todo esto la vieja oposición clase obrera/burguesía como motor fundamental de la revolución no sirve, y es necesario introducir un concepto nuevo, el concepto globalizador del viejo mundo, que se opone a un sector revolucionario nuevo, que tiene la particularidad de no ser externo al propio viejo mundo. El viejo mundo lo es todo: la minoría dominante, la izquierda colaboracionista, la masa conformista... Viejo mundo no es una clase social ni una categoría económica, es una concepción de la vida resultante de siglos de explotación y de alineación, una concepción compartida indistintamente por el burgués o por el obrero. Viejo mundo es un concepto que globaliza una civilización entera. Las diferentes formas de estado representan las posibles estrategias de este mismo hecho.

Por lo que respecta al nuevo sector revolucionario, ha habido diferentes intentos de definición. Para el colectivo Askatasuna es el ciudadano trabajador. Esta concepción todavía está dentro del obrerismo. Para el movimiento provo holandés (1965-1968) es el provotariado: "la clase obrera ha pasado de ser la vanguardia de la revolución a ser la retaguardia de la reacción". "La nueva clase revolucionaria es el provotariado - formado por los marginados, los estudiantes, los jóvenes descontentos, el lumpen...". El error de esta concepción está en creer que todos los estudiantes o todos los marginados son la vanguardia de la revolución. Es necesario no hacer sistematizaciones, y especialmente en nuestra área geográfica, donde a pesar del conservadurismo de la clase trabajadora, pervive entre algunos (pero muy pocos, ¡eh!) sectores obreros aquel clima anticapitalista que se respiraba años atrás. En última instancia no se tiene que olvidar que el MIL surgió de aquí. Lo que es necesario desmitificar es el pretendido revolucionarismo de la clase obrera: el sujeto revolucionario es el individuo. Este individuo puede ser obrero, pero hasta en ese caso, no definimos su individualidad en función de la parte de su vida que más desprecia, el trabajo, el salario; o puede ser - como cada vez es más- un joven descontento, un marginado, etc, pero ninguna de estas etiquetas es anterior a su realidad de individuo.

La crítica al anarcosindicalismo de hoy se produce por no haber sabido entender el enorme potencial revolucionario de los numerosos colectivos libertarios de barrio, de instituto o de facultad, de pueblo, que aparecieron entre 1976-77, y en no haber dinamizado un proceso de articulación y de colaboración en que CNT fuese la vertiente obrera de un movimiento libertario global. Y la crítica - que es autocrítica- a los colectivos libertarios autónomos se centra que delegaron a menudo en CNT este tipo de iniciativas y no supieron adquirir una dinámica propia. Hoy de todo aquello ya no queda nada.

El anarcosindicalismo tiene que tener en teoría una actuación a un doble nivel. El primer lugar a partir de núcleos anarquistas de agitación y propaganda a las empresas. Y en segundo lugar, dentro de la asamblea general de los trabajadores de la empresa. La base del movimiento obrero será, consecuentemente, la asamblea, y la tarea del sindicato, además de la agitación y propaganda, está en colaborar en la resistencia, en la solidaridad con otros sectores, en la defensa jurídica, etc (en última instancia, la confederación de sindicatos sería el embrión de la sociedad futura). No obstante, en los años 1976-77, la CNT se lanzó a una campaña de captación de afiliados, similar a la de los "sindicatos mayoritarios", es decir, basada en la masa obrera, no en el individuo anarquista, basada en la casualidad de los compañeros de empresa que se afilian a la CNT como se podrían afiliar a CCOO o UGT, no estaba basada en la concienciación. A partir de aquí, es decir, a partir del "sindicalismo de masas" que no es el núcleo anarquista de agitación, pero que tampoco es la asamblea de empresa, la CNT cayó en la contradicción de crear dentro de cada sindicato un núcleo anarquista dirigente que era el fundador del sindicato, y una masa de afiliados dirigidos por aquél. Esta masa, como toda masa, no tenía criterios propios, era simple carne de cañón del núcleo dirigente. En estas condiciones, un hecho como el "caso Scala" significó el inicio de la huída de la masa afiliada. Se ha querido presentar este caso como un gran montaje para desmantelar el movimiento libertario, pero en realidad, lo que se jugaba era la credibilidad de la CNT contra la credibilidad del estado, y quién juzgaba favorablemente a uno u otro era el grado de imbecilidad de cada espectador; los que éramos anarquistas antes del "caso Scala" después lo continuamos siendo; los otros eran simple masa alienada y manipulable, ayer por unos dirigentes, hoy por la televisión.

El anarcosindicalismo no sólo no se ha basado en el individuo nuevo respecto a la masa afiliada, sino que en muchos casos - no siempre, no obstante - los mismos militantes parten de unas concepciones progresistas en el aspecto socioeconómico, pero conservadoras respecto a aspectos como la concepción patriarcal de la familia nuclear, basada en la autoridad del padre y la sumisión de la mujer y los hijos, en la exaltación del trabajo, en sus sistemas de valores, al ser fieles del anarquismo, etc. Entendemos que el comunismo libertario no es sólo un proyecto social y económico, sino un proyecto integral y liberador, basado en un individuo totalmente nuevo.

El otro gran mito del anarquismo tradicional es la preocupación minoría/mayoría. En el siglo XIX podía tener un cierto valor referencial plantear la anarquía como una lucha de liberación de la mayoría contra la minoría dominante. Pero simplemente un valor referencial. Actualmente, todas las fuerzas políticas intentan legitimar sus propuestas apoyándose en el mito de la mayoría. Pero, de la misma manera que el anarquismo no es esencialmente obrerista, tampoco tiene por base la mayoría, sino el individuo. El comunismo libertario, la anarquía, no es una simple suma de personas iguales, con un funcionamiento interno progresista, son el resultado asociacionista de una serie de individuos previamente independientes. El individuo es único, autónomo, irrepetible. El individuo es un concepto anterior al de sociedad , y por tanto ésta tiene que ser expresión en aquél. Solamente en la anarquía su pertenencia a una sociedad - o mejor, a una "asociación"- es permanentemente voluntaria y rescindible. Nada se puede situar encima suyo. A partir de aquí, el individuo tiene derecho a luchar contra cualquier forma de dominación, sea ejercida por una minoría o, en última instancia, por una mayoría.

Esta reflexión no es gratuita: el mito de la democracia (mito que será convenientemente destruido en los capítulos siguientes), juntamente con la creciente alineación de masas, puede llegar donde no pudo jamás llegar la dictadura militar: a identificar el estado con la sociedad. Si esto sucede, y en según cuales democracias occidentales está sucediendo, y la presente desmovilización puede ser una anticipación, las formas de lucha no asimilables por el poder, a partir de sus partidos y de sus sindicatos, etc, serán marginadas y posteriormente criminalizadas. Llegados aquí, la decimonónica dualidad minoría/mayoría pierde todo sentido. (Resulta grotesco observar las estrategias populistas u obreristas de la izquierda aspirante a parlamentaria, que vacila entre una postura radical que tenga una mínima coherencia anticapitalista y una postura moderada que sea atractiva para la masa conformista, a pesar de que haya dejado de ser anticapitalista). En resumen, a pesar de que es cierto el conformismo de la mayoría , es producto de la acción de una minoría, que es la realmente dominante, el mito de la mayoría como argumento de legitimación de posturas ha de desaparecer.

En este punto, sólo tenemos dos opciones: entender el anarquismo como una religión y esperar su cielo (llegar a la decrepitud física y contemplar retrospectivamente la gloriosa esterilidad de una vida de militancia) o tomarlo como un punto de salida de una práctica autónoma, directa e insurreccional, en permanente autocrítica hacia el comunismo libertario.


Próxima entrega: Comienza el punto 2, "Estado/Nación", publicaremos el punto 2.1, "Estado Institucional y Estado Territorial".
[Entregas anteriores en la sección de Pensamiento Autónomo]
 

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