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Pensamiento :: 29/05/2020

“Vosotros fascistas / sois los terroristas”

Nònimo Lustre*. LQS
Y que nos olvide a los rojos porque ya no nos divierten sus elitismos pijos ni sus ambiciones totalitarias ni sus extravagancias fascistas

La lista de aristócratas genocidas, perturbados, sádicos, asesinos, caníbales, pedófilos, necrófilos, hematófagos (vampirescos) y etcétera se confunde con la historia escrita. Es la cara más negra de la Historia de Occidente hasta el punto de que, en buena lengua castellana, aristocracia es sinónimo de crimen y aristócrata de criminal –así de claro y si hay excepciones, que nos las cuenten. Los crímenes de la impropiamente llamada ‘nobleza’ han sido –son y serán- tan abundantes y tan truculentos que siglos después del Siglo de las Luces, parece mentira que haya todavía alguien que presuma de ser aristócrata. Debe ser que la guillotina de la revolución francesa no les impresionó lo suficiente.

La susodicha lista podría inaugurarse con los primeros relatos escritos pero, para no hacerla larga, comenzaremos con dos emperatrices romanas, Mesalina y Agripina la Menor. Saltando los siglos, no pueden faltar el barón Gilles de Rais alias ‘Barba Azul’, asesino en serie y pedófilo empedernido (siglo XV); el ‘noble’ sacerdote Dambrovský quien envenenó a varios de su cuerda incluyendo a cuatro obispos (siglo XVI); la cinematográfica condesa Báthory con 600 jóvenes desangradas en su haber (siglo XVII) a cuyo lado el conde Drácula es un aprendiz de Hematología; y el royal Jack el Destripador que nunca confesó sus crímenes (siglo XIX).

Si entramos en el siglo XX español, la nómina de criminales nobles o ennoblecidos alcanza cumbres cuantitativas con la aristocracia instaurada por Franco. El Caudillo concedió nada menos que 54 títulos nobiliarios. Por citar sólo el comienzo del genocidio: en el primer gobierno del Generalísimo, entre la rebatiña de cardenales, espadones y matones falangistas, hubo un conde de Rodezno como ministro de Justicia, un marqués de Dávila al frente de la Defensa Nacional y un Suanzes como ministro de Industria -en 1960 ennoblecido como marqués.

Según unas fuentes tan absurdas como elitistas, en España hay entre 2.800 y 3.800 títulos nobiliarios. Dentro de esta infamante contabilidad, subsisten 39 nobles de reciente –pero rancios de nacimiento- abolengo franquista, buena parte dellos con Grandeza de España que no sabemos lo que significa pero suena aterrador. Entre esta caterva, destacaríamos el condado de Fenosa (Fuerzas Eléctricas del Noroeste, S.A., año 1955), cúspide de la heráldica capitalista o, según se mire, una extravagancia de Franco que sólo hubiera tenido parangón si otros países le hubieran emulado creando la baronía de Westinghouse o el marquesado de Volkswagen –pero, ay, el capitalismo internacional nunca tuvo la imaginación de su filial española.

Ni la imaginación ni los arrestos. Porque, vayamos entrando en materia: la marquesa de Casafuerte, protagonista de la alcaldada más siniestra que recuerda el Congreso patrio contemporáneo, presume de una genealogía antiquísima pero, en lugar de denostar al padre de un Vicepresidente, ¿ha protestado alguna vez por sentarse a la misma altura (más bien bajura) que esos 39 advenedizos? Evidentemente, no. Lo que hizo fue casarse durante 17 años con uno de los brazos financieros del condado de Güell. Si recordamos que este condado –rellenado por barones y vizcondes- fue creado en época tan reciente como 1910, la sra. Marquesa podrá quejarse de su excesiva bisoñez pero nunca de su riqueza crematística. Ni tampoco de su ardor esclavista, impropio de un banquero del fondo Lazard pero demostrado cuando su ex marido protestó contra la retirada municipal de la estatua de uno de sus antepasados -Antonio López, impío negrero-, acusando de la alcaldesa Ada Colau de jalear a “aquesta esquerra infantil que incapaç de veure més enllà de la caricatura del magnat” se olvida de que el mecenazgo de López había hecho más por la lengua catalana que 40 años de consejerías de Cultura. No sabemos si ese generoso mecenazgo era muy apreciado por los negros traficados o por los soldaditos de la guerra de Cuba que morían de hambre y miseria en los barcos de López.

Nada que objetar a aquel efímero desposorio sino, al contrario, alabar que la vetusta nobleza encuentre acomodo en la moderna especulación bancaria. Suponemos que doña Cayetana de Casafuerte no llegó a sugerir a su ex que bien podrían solicitar la creación de la baronía de Lazard o del vizcondado de Sacyr pero no lo hicieron porque la sra. Marquesa tiene en mente otras conspiraciones. No tan perturbadas como para escoger la truculenta vía nepalí –en 2001, el fugaz rey Dipendra asesinó a casi toda su familia- pero sí para apuntar muy alto en fortuna y en nombradía política. Volveremos sobre este punto.

Y ya de lleno en materia: la diputada Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, con triple nacionalidad argentina, francesa y –desde 2008 –española, acusó en el Congreso al Vicepresidente Segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, de ser “hijo de terrorista” puesto que Iglesias padre, siendo muy joven, fue detenido en 1973 por repartir propaganda sindical. Dicho en crudo: Cayetana se irguió cual Némesis anti-social-comunista anulando así la estrategia de su partido que estaba centrada en un asunto de picoletos destituidos. Lo de menos es ahora especular sobre las razones de su intemperancia de bacante o de su independencia partidista –pero volveremos sobre ello-. Lo que conviene subrayar es que la marquesa dio por buenas tanto a la prensa amarilla que exhibió en su apoyo como las sentencias de los tribunales franquistas – lo que es infinitamente peor. Habrá que explicarle a la insigne Álvarez de Toledo que esos tribunales –es un decir-, que todos los que nos opusimos a Franco fuimos catalogados como ‘terroristas’. Léase, que el Terrorismo de Estado ejecutado por el franquismo del 1973, creía que todos eran de su condición. Pura mentalidad judicial de espejo aunque la comparación sea imposible y no sólo por razones de número sino, sobre todo, por motivos morales. El único terrorismo posible en aquellos años fue el Terrorismo de Estado, el resto fue funambulismo leguleyo usando el microscopio jurídico.

Pero tenemos que reconocer que no le faltó razón a doña Cayetana porque, mientras no se anulen de una puñetera vez, las sentencias y las leyes franquistas y mientras no se enderece la Justicia democrática encausando a los genocidas, todos los otrora resistentes seguimos siendo terroristas. Es más, creemos que la diputada del PP -¿o es de Vox?, no sabemos, no tenemos microscopio-, se quedó corta porque bien pudo haber acusado de terrorista al ‘hijo del terrorista’, por muy Vicepresidente que sea. Eso hubiera significado seguir la tradición franquista según la cual las familias de los réprobos son igualmente pecadoras. ¿Acaso no descubrió científicamente el doctor Vallejo Nájera que existe un “gen rojo” que pre-determina el comportamiento asesino de los republicanos? Pero no, Cayetana se detuvo a tiempo, quién sabe si porque la frenó el “gen capitalista” que la posee, no sabemos todavía si de nacimiento o por maridaje.

Una vez hemos incursionado en el mucilaginoso campo de la herencia genética, hemos de retraernos al fundador del marquesado de Casafuerte –hoy con Grandeza de España. Tal honor (o deshonor) recae en el criollo Juan Vázquez de Acuña y Bejarano (Lima 1658-México 1734), XXXVII virrey de Nueva España, hoy México. El conocido como Juan Acuña fue militar en la Guerra de Sucesión española, aquel afrancesamiento forzoso que expulsó a los Habsburgo e implantó la mala hierba de los Borbones. Es probable que Juan participara en la aniquilación de Catalunya y de Barcelona en la infame y siempre recordada fecha de 1714. Pero es seguro que fue gobernador de Aragón en 1715-1717 -dicho en breve, destruyó el aragonesismo y, de paso, el modelo federal que los Austrias habían consolidado.

¿Imita doña Cayetana a su ilustre antecesor? Pues diríamos que a menudo porque a afrancesada y borbónica no la gana nadie y porque siempre está dispuesta a re-bombardear la Barcelona de 1714. En tal caso, sería bueno recordarla que los Borbones entraron en España mediante una intervención extranjera que, amén de una dinastía que nos sobra, costó al Imperio español la pérdida de Gibraltar, Menorca y de las colonias hispanas en Europa (desde los Países Bajos hasta Sicilia) Nosotros no lloramos esas ‘pérdidas’ pero a doña Cayetana seguro que la quitan el sueño imperialista.

El caso es que Juan Acuña, fue recompensado con una canonjía mayor: el virreinato de México, del que tomó posesión en 1722. Sus famoso fechos son loados en esa sabiduría convencional y mentirosa que destilan las enciclopedias pero nosotros preferimos averiguar qué más hizo. Por ejemplo, deportó a miles de familias a Nuevo México y Arizona. Y, en 1724, “apaciguó la sublevación del Nayarit”. ¿Cómo la apaciguó? Aparte de por la represión militar o guerra sin cuartel contra los indígenas, mediante las deportaciones de coras, huicholes, tepehuanes, chichimecas y mexicas obligados a invadir tierras de sus parientes (ver Jáuregui, Jesús y Laura Magriñá, 2002, disponible en http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=863) No queremos dar ideas pero es probable que Cayetana sueñe con la gesta deportadora y etnocida de su antepasado como mejor manera para resolver el problema de la tan mentada ‘España invertebrada’.

Saltando los siglos, caemos en la II Guerra Mundial. La sra. Marquesa presume de que su abuelo Illán, ‘un romántico arruinado’ en palabras de su nieta, fue resistente pero -por la boca muere el pez- ella misma declara que “cuando los nazis invadieron Francia, los Álvarez de Toledo se desperdigaron por el mundo… mi abuela se fue con mi padre a Nueva York, mi abuelo se va por otro lado”. Ese otro lado, ¿cae dentro de la Dulce Francia o queda fuera del teatro de acción de la Résistance?

Luego llega su padre, don Jean (sic, no Juan), un francés que se casa con una acaudalada argentina –de ahí dos de los pasaportes que ostenta la sra. diputada-. Y de ahí que la marquesa de Casafuerte –y Grande de España, no lo olvidemos-, sea amiga de Máxima de Holanda, hija de un ministro de los milicos genocidas argentinos. Dios las cría y ellas se juntan. “Vosotros fascistas / sois los terroristas”, es un pareado –ripiosamente horrible como todos los pareados pero políticamente impecable- que puede cantarse en las manifas tanto en Argentina como en España.

Recapitulemos: dijimos párrafos atrás que volveríamos a considerar que la “marquesa tiene en mente otras conspiraciones” porque apunta “muy alto en fortuna y en nombradía política” y eso la llevó a su intemperancia de bacante. Ahora podemos explicar esas frases crípticas: vistos los antecedentes virreinales, los no resistentes franceses, las fortunas argentinas como infalible modo de recuperar estatus económico y no digamos las fortunas catalanas, es plausible suponer que Cayetana busca algo más que ‘recuperar’ su parte ‘perdida’ de la inmensa fortuna de los Güell. Busca el todo a través de la política; léase, quiere ser la fuerza que consiga la unidad PP-Vox porque sabe que, si lo logra, obtendrá un poder legislativo superior a los fueros catalán, francés y de la City londinense. Cualidades tiene y no sólo son las propias de la innata criminalidad aristocrática que desgranamos en los primeros párrafos porque, a aquellas, las resucita y cataliza su gen capitalista.

Finalmente, con todo el respeto que Usted ha tenido con sus enemigos rojos, le digo a doña Cayetana que olvide sus ancestros virreinales criollos porque América Latina es independiente desde hace más de dos siglos; que olvide a los tribunales franquistas pese a las numerosas amistades que la adulan en los actuales tribunales neofranquistas –con ellas tiene bastante-; que olvide el terrorismo si no quiere que el recordemos el Terrorismo de Estado; que no presuma de que su abuelo Illán fue miembro de la Resistencia francesa porque eso es un bulo demasiado grosero, salvo que lo envuelva en un bulo todavía más burdo –sostener que todos los franceses fueron resistentes, incluido Vichy-; que olvide el delirio de ser Presidenta de un gobierno PP-Vox porque en ambos tiene enfrente muchos colmillos retorcíos. Y que nos olvide a los rojos porque ya no nos divierten sus elitismos pijos ni sus ambiciones totalitarias ni sus extravagancias fascistas

 

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