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Estado español :: 09/06/2012

Patriotas de himno y calcetín

Borja Ribera
Amnistía para las grandes fortunas y grandes empresas que defraudan a Hacienda, mediante paraísos fiscales y dinero negro, unos 50.000 millones de euros al año

Ahora que el país se encuentra en el borde del precipicio son muchos los que, desde las filas de los responsables del desastre y sus cómplices, están dispuestos a alimentar el fantasma del patriotismo más primario, siempre muy recurrente en estos casos. En este sentido vimos el lamentable episodio que ofreció hará un par de semanas la presidenta de la Comunidad de Madrid, tratando hábilmente de tapar sus miserias con exaltaciones patrioteras más propias de otros tiempos. O el constante martilleo que sufrimos en su momento con respecto a la nacionalización por parte del gobierno argentino de YPF, filial de la empresa multinacional y privada Repsol, pretendiendo hacernos creer que esto era una afrenta contra el conjunto de las gentes que habitamos este rincón del mundo llamado España. Por desgracia no son pocos los que, interesadamente o por ignorancia, están dispuestos a reproducir esta clase de discursos.

Es sorprendente (o tal vez no) que estas personas callen miserablemente respecto a otros atentados, esta vez sí, realmente graves que se han venido ejecutando contra el país y sus habitantes, poniendo gravemente en peligro nuestra seguridad y, sobre todo, la posibilidad de que tengamos un presente y un futuro dignos.

Por no retrotraerme demasiado empezaré por las privatizaciones de empresas estatales (esta vez sí patrimonio del pueblo o de la patria, como prefieran), vendidas por cuatro duros y que aportaban suculentos ingresos al Estado, que por cierto muy a mano vendrían ahora para paliar el dichoso déficit. Empresas como Endesa, Telefónica, Gas Natural o la misma Repsol, fueron alegremente privatizadas por socialistas y populares, y ahora en lugar de aportar solvencia al Estado la aportan a una serie de particulares, entre los que se encuentran ¡sorpresa! los mismos artífices de las privatizaciones y personas vinculadas a sus partidos.

Por nombrar solo algunos ejemplos, figuran como asesores o consejeros de éstas, cobrando verdaderas fortunas, gente como José María Aznar (Endesa), Eduardo Zaplana (Telefónica), Felipe González (Gas Natural) o Elena Salgado (Endesa), por no mencionar a Iñaki Urdangarin, quien todavía hoy deleita a Telefónica con sus sabios consejos. Para colmo, una de las máximas de las privatizaciones es que supuestamente se hacen para estimular la libre competencia, pero hasta dónde yo sé la mayor parte de estas empresas controlan sus respectivos mercados monopolísticamente y por si fuera poco se dedican a subir las tarifas indiscriminadamente. Pero al parecer esto no representa, para el establishment político, mediático y sus acólitos, un saqueo ni nada parecido. En cambio sí lo es que un gobierno nacionalice patrimonio privado, el cual además había sido previamente saqueado a los argentinos en plena fiebre neoliberal de los 90, cuyos excelentes resultados pudimos comprobar en diciembre de 2001.

Tampoco parece resultar alarmante, según para quien, que grandes fortunas y grandes empresas defrauden a Hacienda (es decir, a todos los españoles), mediante paraísos fiscales y dinero negro, unos 50.000 millones de euros al año, lo que representa más del 70% del total del fraude fiscal según Gestha. Sin ir más lejos el gobierno del PP pretende "castigar" estas prácticas con una amnistía fiscal previo pago del 10% y reduciendo el número de inspectores de Hacienda, y digo yo ¿qué les hace pensar que van a declarar ese dinero pudiendo continuar estafando con todavía mayor facilidad? Por otro lado está el aberrante régimen de las SICAV, un vehículo de inversión según el cual los beneficios obtenidos tributan al 1% en lugar de al 30% y que para acceder a él es necesario un capital mínimo de 2,4 millones de euros.

Generalmente nos encontramos con que no es motivo de escándalo para estos españoles de pro el hecho de que, cada semana, cientos de sus compatriotas sean echados de sus casas a patadas por los bancos, dejando a familias enteras sin un techo bajo el que cobijarse. Paradójico es que, en otras circunstancias, estos mismos se autoproclamen como los abanderados de la defensa de las familias, de las familias ricas será, digo yo. Y por supuesto están muy preocupados con la supuesta mala imagen que dan las movilizaciones populares que se vienen sucediendo, en contraste con los ya más que sonados casos de corrupción a todos los niveles que venimos observando. Debe ser que una trama, con altos representantes políticos involucrados, que se dedica a robar los fondos destinados a los pobres de Haití da una imagen envidiable. También debe dar muy buena imagen, y algunos no nos hemos enterado, que el presidente del Tribunal Supremo se vaya de juerga con el dinero de los contribuyentes, que medio mundo viese a la policía española apaleando a chavales de instituto, o el hecho de que el Jefe del Estado se vaya con su amante a Botsuana a cazar elefantes cuando el país atraviesa una crisis sin precedentes. Yo diría sin miedo a equivocarme que la mala imagen, más bien lamentable, la daríamos si frente a semejantes atropellos nos quedásemos callados y en casa.

Del mismo modo me avergüenza profundamente que en mi país se vaya a privar de atención sanitaria a los inmigrantes sin papeles, o que se vaya a negar de facto a la mayoría de ciudadanos extracomunitarios el acceso a la enseñanza superior, condenando a la muerte y a la miseria a muchos de estos seres humanos. Y es que ¿qué pasará con los inmigrantes sin papeles que padecen enfermedades crónicas? Pues todos al hoyo, así de crudo y así de sencillo. Lo más bochornoso es que esto lo promueven los que en otros contextos se proclaman, haciendo gala de una vomitiva hipocresía, "defensores del derecho a la vida". Pues a la vista queda, y con perdón, que la vida de los "negratas" y "sudacas" pobres les importa una mierda. Me pregunto qué diría su venerado Jesucristo acerca de esto.

Por último quiero referirme al caso del "escudo antimisiles", el cual, eufemismos aparte, supone el establecimiento de un enclave militar estratégico extranjero en nuestro territorio. Éste, que empezará a funcionar en Rota en 2013 con el beneplácito primero de Zapatero y ahora de Rajoy, supondrá el despliegue de más de 1000 soldados y de cuatro buques de guerra estadounidenses. En definitiva es como ponerse una diana en la frente de cara a un hipotético conflicto futuro que ni nos va ni nos viene. Aparte queda la presencia continuada de militares estadounidenses en bases como la de Morón. Insólitos patriotas son estos que callan, o incluso se entusiasman, ante el hecho de que haya tropas extranjeras dentro de su propio país.

En conclusión, estos tienen de patriotas lo que yo de monje tibetano. La patria son las personas, no hay más. Y como símbolo de este patriotismo para mí bien entendido recupero la consigna emblemática de la Revolución cubana: "Patria o muerte, venceremos"

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