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Pensamiento :: 03/01/2010

Pequeña y necesaria explicación sobre "Sumarísima historia del cristianismo"

Gustavo Robles
"Desde tiempos inmemoriales, se sabe cuán provechosa nos ha sido esta fábula de Jesús". Papa León X, Carta al cardenal Benito

Debido a la cantidad de respuestas que me han llegado, motivadas por el escríto "Sumarísima historia del cristianismo", he decidido realizar una breve y única explicación al respecto, que espero pueda conformar a todas las inquietudes enviadas

Evidentemente, cometí un error al publicar el escrito al que refiere el título de esta nota. No porque considere que esté equivocado en alguno de los datos y opiniones que allí vertí, sino por no haber adjuntado alguna bibliografía en la que está basado (nadie tiene por qué saber que investigo sobre el tema desde hace más de veinte años).

Mi preocupación no es tanto por aquellos que, parados desde un púlpito que les ha dado alguna lectura, o un título avalado por quienes han escrito la historia con sangre de millones de seres humanos, lo han criticado, como si la historia fuese una ciencia exacta y una verdad revelada por el dios… de ellos; y a ellos.

Sino por aquellos que no han tenido la oportunidad de haber indagado en profundidad sobre los dimes y diretes que provoca aún hoy (más que nunca, diría), la historia (inventada o real) de Jesús el llamado Cristo, sus seguidores primigenios, la creación de la Iglesia Católica y todas sus consecuencias.

Porque lo cierto es que, si nos atenemos a los miles de escritos que se han realizado sobre esta historia, veremos que la subjetividad está por encima (y por lejos) de los datos objetivos (históricos). Y se puede exponer tanta bibliografía para avalar una postura como la que yo he expuesto, como para los que dicen exactamente lo contrario.

Sin embargo, nadie podrá negar que ningún historiador, ensayista, escritor o poeta contemporáneo a Jesus lo ha mencionado en alguna de sus obras. La primera aparente alusión histórica corresponde al historiador judío Flavio Josefo, quien en sus “Antigüedades Judías” lo nombra en dos pequeñísimos párrafos, recién en el año 93 de nuestra era. Otra “mención” que citan los que sostienen la existencia histórica de Jesús es la de Tácito, quien en realidad describe las persecusiones a las que fueron sometidos los seguidores de Cristo bajo el gobierno de Nerón, en su Historia de Roma, escrita en 117 d.C.

Nadie, nadie, antes del año 90, fuera de los seguidores del cristianismo. Para colmo de males para los sostenedores del Jesús histórico, los párrafos mencionados han sido cuestionados por los especialistas, y nadie niega que al menos fueron manipulados por los monjes copistas del medioevo.

Hasta los Evangelios, según la consideración de los especialistas, fueron escritos bastante después de la muerte de Jesus: se cree que el más antiguo es el de Marcos (entre 66 y 74 d.C.), luego el de Lucas (80 d.C.), Mateo (85 d.C.) - los tres llamados “sinópticos”- y el de Juan (100 d.C.).

No voy a ahondar –para no aburrir- en las disímiles teorías existentes a cerca de la mítica figura del considerado “mesías” por gran parte de la humanidad, pero sí mencionar que así como hay quienes lo consideran “el hijo de dios”, hay quienes sostienen que no existió realmente, o que fue Barrabás, o que existió 100 años antes (como “el Maestro de la Justicia”), o que no murió en la cruz y fue uno de los líderes de la resistencia judía y murió en Massada, o que se casó con María Magdalena y dejó descendencia, o que no nació en Nazareth porque este pueblo no existía en aquella época (y fue fundado alrededor del 300 d.C.), o que nació antes del año cero (en el 6 a.C., más precisamente), o que la crucificción no fue a sus 33 años sino más tarde, entre otras especulaciones.

Ni qué hablar de las diferencias que existen entre los propios evangelios, y que cualquiera puede constatar leyéndolos y comparándolos (cosa que recomiendo).

Bueno, todo esto sirve para aclarar que en esto de la historia de la legendaria figura de Jesús el llamado Cristo nada puede asegurarse con certeza. Y mucho menos debieran hacerlo quienes han resultado los ganadores de la historia a sangre y fuego, y la escribieron según su conveniencia y oficializándola, con lo que han querido ocultar –destruyendo valiosos documentos- otras historias que sostenían quienes no pudieron contarla porque fueron silenciados por ellos.

Así que, amigos y compañeros, yo les recomiendo que no nos crean a ninguno, ni a ellos ni a nosotros: investiguen, profundicen, lean ustedes mismos. Y saquen sus propias conclusiones.

Literatura oficialista pueden encontrar en cualquier iglesia o convento.

Yo recomiendo leer también otro tipo de escritos:

- Historia del Cristianismo, de Poul Johnson

- La Gran Impostura, de Emmanuel Evsing

- El Enigma Sagrado, de Baigenet, Leigh y Lincoln

- El Legado Mesiánico, Idem

- Jesus o el Secreto mortal de los Templarios, de Robert Ambelain

- El Hombre que creó a Jesucristo, Idem

- Los secretos del Gólgota, Idem

- Jesús murió de viejo, de Holger Kerstein

- Historia criminal del cristianismo, de Karlheinz Deschner

- Los años perdidos de Jesus, de R. Aaron

- Desnaturalización y clarificación del mensaje de Jesús, de H. Ackermann

- Los rollos del Mar Muerto y el mito cristiano, de J.M. Allegro

- Los manuscritos hallados junto al Mar Muerto: la secta del Qumran, Idem

- Comenzó con Jesus de Nazareth. Sobre el interrogante del Jesús histórico, de H. Zahrnt

- La vida histórica de Jesús, revisión crítica, de D.F. Strauss

- Informe Jesús, protocolo de una falsificación, de Johannes Lehmann

y la lista sigue…

También recomiendo ver la película Zeitgeist

El arqueólogo Israel Finkelstein, director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, ha buscado evidencias que arrojen luz sobre los eventos narrados en el Pentateuco [...]. Basado en la evidencia arqueológica Finkelstein llegó a la conclusión que la saga histórica relatada en el Pentateuco de los cristianos y la Torá de los judíos es un brillante producto de la imaginación humana, que muchos de sus episodios parece que nunca existieron y que su origen no responde a ninguna revelación divina.

El profesor canadiense Earl Doherty lo ha expresado muy claramente: “Es necesario examinar el profundo silencio sobre el Jesús de Nazareth evangélico que encontramos a lo largo de casi cien años de la más primitiva correspondencia cristiana. Ni una sola vez Pablo, o cualquier otro escritor de epístolas del primer siglo, identifica su divino Cristo Jesús con el hombre histórico reciente conocido por los evangelios. Tampoco le atribuyen las enseñanzas éticas que adjudican después a dicho hombre. Virtualmente, todos los otros detalles del cuadro del Jesús de los evangelios desaparecen de forma similar.”

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