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Estado español, Pensamiento :: 18/04/2011

Sin techo

Gonzalo Romero
Los vagabundos, aquí ahora con el mote de “sin techo”, tienen varios apellidos según el contexto de su circunstancia

Los vagabundos, aquí ahora con el mote de “sin techo”, tienen varios apellidos según el contexto de su circunstancia. En el Reino Unido, por ejemplo, la palabra que les define es “homeless”. En Francia, clochards... Yo conocí algunos de ellos en aquel viaje de fin de curso, de cuando vislumbraba yo la universidad. Era un París bullicioso, un París que en nuestro sueño de conocer el extranjero, todo era nuevo, brillante. Bajamos del autocar aquél, correteando hacia un quiosco de prensa para ojear algunos desnudos que aquí olían a pecado y prohibición. A los clochards más que verlos, los habíamos escuchado en alguna casa de avanzados amigos en los que entre sus vinilos de Pink Floid y Chicago, asomaba una tal Edith Piaff.

Sabíamos que vivían bajo aquel Pont Neuf regado por un Sena de ensueño. Uno de ellos, una tarde de aquel abril vibrante, me contó en un francés que yo entendía, que cuando se acostaba la mañana se reunían en las proximidades del mercado de Les Halles esperando a que sonara “la cloche” (la campana que sonaba a hora de cierre), para ir a buscar entre la basura algún resto no ya de comida, sino de algún objeto con el que poder subsistir vendiéndolo a la gente conocida o a turistas.

Me contó con orgullo que ellos habían decidido estar allí, entre cartones y alambres, entre mantas viejas. Que no carecían de higiene, porque sabían perfectamente dónde acudir y que les merecía la pena, porque aún tenían lo más preciado: su libertad y la capacidad de decidir qué hacer con su día y su noche. Yo escuchaba absorto aquel relato, y guardé para siempre en mi memoria a aquel hombre barbudo y pelirrojo, que más allá de un viaje adolescente al otro lado de los Pirineos, me enseñó que se puede mantener la dignidad viviendo debajo de un puente, aquel que cobija todavía hoy, a estas vidas que Piaff retrató para siempre, confirmando que la vida digna también puede ser vivida más allá de la norma municipal.

Pasaron los años, regresamos a casa, y ahora, casi cuatro décadas después, el alcalde neoliberal de Madrid pide una ley para obligar a los “sin techo” a dejar las calles. Quizás porque afean este Madrid de negocio que entregó a sus amigos para enriquecer su poder. Gallardón no puede entender y le molesta y asquea, dada su condición, qué significa autogestionar la vida para sentirse un hombre y una mujer libres. La pena y drama social es que millones de sentimientos le acompañan. Vivimos bajo la dictadura y violencia de unas leyes y normativas que nos tienen encerrados y acostumbrados a la violencia y el miedo, dos asuntos que generan millones de euros y el poder de controlar la vida ciudadana.

Sabemos que en Castellón y en otras capitales se inauguran aeropuertos sin aviones, bibliotecas sin libros... Así estamos, enredados en la depresión del vacío. Ahora las ciudades también estarán vacías de estos seres humanos que la violencia de las normas de estos alcaldes les dejó al único abrigo de la caridad y su negocio. Tendremos que inventar espacios para sobrevivir, sin que ninguna norma suya nos los eche abajo. ¡Pues que la Semana se santifique con los ejemplos de dignidad de aquellos clochards, aunque no lleven capirotes ni el morado sea su color favorito!


*Gonzalo Romero es miembro de la Asociación Cultural Candela
(Botón de muestra emitido el 16 de abril de 2011 en El Candelero, RVK, 107.5 FM)
www.nodo50.org/candela
 

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