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Estado español :: 18/07/2025

Torre Pacheco: Cuando los inmigrantes son reducidos a mano de obra barata

David Hurtado
El modelo migratorio no está orientado a la integración sino a satisfacer a la patronal, que busca trabajadores precarizados para sostener un sistema productivo basado en la explotación

Los recientes disturbios raciales en Torre Pacheco, una localidad murciana de unos 40.000 habitantes, han sacudido la conciencia colectiva de España, trayendo a la luz las tensiones latentes en un país que se enfrenta a un auge del racismo y de grupos de ultraderecha. Estos episodios, lejos de ser un hecho aislado, son el reflejo de un modelo migratorio deshumanizante, diseñado para satisfacer los intereses de la patronal, que relega la integración y la cohesión social a un segundo plano.

Bajo el marco del capitalismo, los inmigrantes son reducidos a mera mano de obra barata, mientras que la falta de planificación social fomenta guetos y exclusión, creando un caldo de cultivo donde la delincuencia minoritaria encuentra terreno fértil. En este contexto, la extrema derecha, en lugar de señalar a la clase dominante que perpetúa este sistema, convierte al inmigrante en un chivo expiatorio, responsabilizándolo de todos los males sociales.

Un modelo migratorio al servicio del capital

Torre Pacheco, al igual que otras regiones agrícolas de Murcia, ha experimentado un crecimiento demográfico significativo en las últimas décadas, impulsado por la llegada de inmigrantes, principalmente de origen magrebí, que trabajan en la agricultura intensiva. Según datos recientes, cerca de un tercio de la población de la localidad es de origen extranjero, una proporción que refleja la importancia de la mano de obra inmigrante en sectores clave de la economía regional. Sin embargo, este modelo migratorio no está orientado a la integración, sino a satisfacer las necesidades de la patronal, que busca trabajadores precarizados para sostener un sistema productivo basado en la explotación también intensiva.

La falta de planificación migratoria ha resultado en la creación de guetos, como el barrio de San Antonio en Torre Pacheco, donde se concentran comunidades de origen inmigrante. Estas áreas, caracterizadas por la precariedad económica y la exclusión social, son el resultado directo de un sistema que prioriza el beneficio económico sobre la cohesión social.

En septiembre de 2024, por ejemplo, 16 propietarios y capataces agrícolas fueron detenidos en Murcia por explotar a inmigrantes sin papeles en condiciones laborales abusivas. Este caso ilustra cómo el capitalismo reduce a los inmigrantes a una fuerza laboral desechable, sin ofrecerles las herramientas necesarias para una integración efectiva.

La exclusión como caldo de cultivo para la delincuencia

La ausencia de políticas públicas que promuevan la integración ha generado una generación de jóvenes, muchos de ellos hijos de inmigrantes nacidos en España, que se sienten desarraigados. Como señala Nabil Moreno, presidente de la comunidad musulmana en Torre Pacheco, estos jóvenes "no se identifican ni como españoles ni como marroquíes" y, en muchos casos, enfrentan el rechazo tanto en España como en los países de origen de sus padres. Esta sensación de no pertenencia, combinada con una tasa de paro juvenil en Murcia que ronda el 29%, crea un entorno de marginación donde una minoría puede recurrir a la delincuencia.

La agresión a un anciano el pasado 9 de julio en Torre Pacheco fue el detonante de los disturbios. Aunque los detalles del incidente no están claros, la narrativa de la extrema derecha, amplificada por redes sociales, rápidamente asoció el hecho con la inmigración, desatando una ola de violencia racista.

Grupos de ultraderecha, muchos provenientes de fuera de la localidad, organizaron lo que el ministro del Interior español (finalmente) calificó como "cacerías de inmigrantes", atacando indiscriminadamente a personas de origen magrebí en el barrio de San Antonio. Estos actos, que dejaron al menos cinco heridos y ocho detenidos, son un eco de los disturbios racistas de El Ejido en el año 2000, cuando la muerte de tres ciudadanos españoles a manos de inmigrantes desató una ola de violencia.

La extrema derecha y el chivo expiatorio

En lugar de abordar las raíces estructurales de la exclusión, como la falta de inversión en educación, empleo o vivienda para las comunidades migrantes, la extrema derecha ha optado por instrumentalizar estos incidentes para avivar el odio. José Ángel Antelo, líder de Vox en Murcia, aprovechó los disturbios para promover un discurso que vincula directamente la inmigración con la inseguridad, declarando que "no queremos a esta gente en nuestras calles ni en nuestro país". Esta retórica no solo deshumaniza a los inmigrantes, sino que ignora deliberadamente el papel del sistema capitalista en la creación de las condiciones que alimentan la marginalidad.

El auge de Vox, que según el barómetro del CIS de julio de 2025 alcanza un 18,9% de intención de voto, refleja una tendencia europea más amplia, donde los partidos de ultraderecha capitalizan el malestar social para promover narrativas xenófobas. En Torre Pacheco, la rápida difusión de bulos en redes sociales, como comunicados falsos que culpaban a los inmigrantes, exacerbó las tensiones y facilitó la organización de grupos ultras desde distintas partes de España. Este fenómeno, que recuerda episodios similares en Dublín (2023) o Crépol (Francia, 2023), pone de manifiesto cómo la extrema derecha utiliza la desinformación para justificar la violencia y consolidar su influencia política.

Los disturbios de Torre Pacheco no son solo un problema de racismo, sino un síntoma de un modelo migratorio fallido que prioriza los intereses económicos de la patronal sobre la dignidad humana. La solución pasa por un enfoque integral que aborde las causas estructurales de la exclusión. Esto implica evitar los flujos masivos de inmigración, invertir en políticas de integración, como programas educativos y laborales que ofrezcan oportunidades a los jóvenes de origen inmigrante, así como garantizar condiciones laborales dignas que eviten la explotación.

Es necesario un modelo comprometido con la justicia social y la lucha contra el racismo. Los inmigrantes no pueden ser reducirlos a meros elementos productivos en el engranaje capitalista. Torre Pacheco debe servir como una advertencia: el racismo y la exclusión no son inevitables, pero combatirlos requiere voluntad política para transformar un modelo migratorio que, bajo el capitalismo, ha priorizado el beneficio económico sobre la integración.

www.nuevarevolucion.es

 

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