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Medio Oriente :: 01/04/2024

Israel está atrapado en la guerra y sus consecuencias

Xavier Villar
Aunque Netanyahu sigue utilizando el término “victoria completa” y los sionistas elogian sus éxitos en la Franja de Gaza, la realidad revela un panorama diferente en el campo de batalla

Las pérdidas israelíes en todas las zonas de su presencia muestran que el régimen todavía está lejos de imponer su control sobre la Franja de Gaza.

A pesar de que EEUU ofrece un pleno apoyo a esta guerra, su inteligencia confirma que las tropas de la ocupación israelíes siguen estancadas y no están logrando los objetivos que se fijaron.

Perder el equilibrio

No hay duda de que Israel perdió su tan famoso desequilibrio militar en la operación Tormenta de Al-Aqsa, ya que este régimen recibió duros golpes de un movimiento con recursos limitados y que sufría un asedio en un área geográfica bloqueada.

La magnitud y la calidad de las pérdidas sufridas por la ocupación tuvieron un efecto de conmoción en todos los sectores de su entidad, lo que llevó a un deseo desenfrenado y abrumador de vengar la dignidad nacional, que se tradujo en declaraciones cargadas de desprecio y amenazas a todo lo palestino, así como crímenes que equivalen a una limpieza étnica.

El genocidio en Gaza llevó a Israel a ser condenado en la Corte Internacional de Justicia, después de que Washington le proporcionara una valla de seguridad en el Consejo de Seguridad de la ONU.

No obstante, esto no disminuye el papel de los extremistas en el gabinete de Netanyahu, que han pedido desplazamientos excesivos y ataques contra civiles e instituciones palestinas, como hospitales y escuelas.

Israel se ve libre de cualquier obligación legal o moral en una guerra en la que consideran defender su existencia y no como una guerra defensiva u ofensiva normal, y en ello le ayuda el apoyo ilimitado de EEUU. Washington se ha opuesto cuatro veces a cualquier resolución que pida un cese total de la guerra, además de no ejercer ninguna presión real sobre Israel para que detenga las horribles masacres contra civiles, o la guerra de hambre contra los palestinos.

Aun a pesar de todo esto, se puede decir que los objetivos de eliminar a Hamás y liberar a los prisioneros por la fuerza no son realistas. Este alegato no tiene aceptación de los analistas serios, ya que es imposible eliminar un movimiento que tiene raíces históricas y reales y se extiende interna e internacionalmente más allá de Palestina.

Sin duda, el fracaso de Israel en lograr sus objetivos se debe en parte a su incapacidad para estimar el tamaño del poder de Hamás y sus túneles fortificados, la incapacidad de la tecnología para descubrirlos y su dependencia forzada del elemento humano para lograr este objetivo. Como dijeron fuentes de inteligencia estadounidenses, la ocupación escasamente logró desmantelar un tercio de estos túneles que tienen más de 500 kilómetros de largo.

El curso de la guerra indica que el ejército de ocupación hasta el momento no ha podido lograr una victoria que le permita entrar en un acuerdo político que logre sus objetivos. Pero es probable que con una oposición efectiva que logre echar a Netanyahu del poder, y aprenda lecciones en aras de evitar una derrota estratégica para la entidad, se alcance un acuerdo de alto el fuego, que podría conducir a un cese permanente de la guerra en el futuro.

¡Después de Hamás!

Existe un gran dilema al que se enfrenta Israel, incluso después de Netanyahu, que es el plan para el “día siguiente”. EEUU (y algunos en Israel) buscan permitir que la Autoridad Palestina administre la Franja de Gaza y la Cisjordania ocupada.

Esto requiere que Hamás quede en un estado tan debilitado que no pueda impedir la expansión del dominio de la Autoridad Nacional Palestina en Gaza. Eso parece poco realista, porque Israel no ha logrado acabar con Hamás ni debilitarlo, mientras sus militantes continúan operando en el norte y el sur de la Franja, con presencia total en Rafah.

Se sabe que el objetivo más importante de la idea de que Israel acepte la administración de un Estado palestino sobre Gaza es facilitar el proceso de normalización con el mundo árabe, un logro que salvaría a Biden de una caída en su popularidad, y eleva su credibilidad en comparación con su oponente Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses que tendrán lugar este año.

Ecuación de suma cero

Los acontecimientos en el campo de batalla, y el fracaso del régimen de Tel Aviv a la hora de distorsionar la imagen de Hamás y de la Resistencia en Gaza, confirman que el conflicto se encamina hacia una ecuación de suma cero que excluye cualquier posibilidad de alcanzar un acuerdo político o de convivencia entre ambas partes.

Netanyahu no quiere aceptar ninguna entidad palestina, lo que hace que los planes estadounidenses para resolver el conflicto sean inaplicables, aunque no tienen ningún valor político real.

Incluso con la salida de Netanyahu del poder, las líneas generales acordadas por los partidos israelíes a menudo privan al pueblo palestino de su derecho a la autodeterminación, incluido el establecimiento de un Estado en parte de su territorio.

Esto confirma que la ocupación ha llegado a un callejón sin salida en la guerra que libra contra los palestinos, no solo en Gaza, sino también en la Cisjordania ocupada y en la ciudad de Al-Quds (Jerusalén), y es incapaz de lograr una victoria importante para entrar en la era de la posguerra.

El resultado más relevante que podemos sacar de la guerra en Gaza es la erosión del poder de Israel, el deterioro de su posición en el mundo como potencia regional y la transformación de su imagen en la mente de mucha gente como una entidad terrorista sedienta de sangre, que es lo que sus amigos en EEUU intentan evitar, sin éxito.

HispanTV / La Haine

 

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