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Països Catalans, Estado español, Nacionales PP.Catalans :: 22/09/2017

1-O: Hay que ir

Elissa

Reflexiones en torno el conflicto nacional, el proceso soberanista, y la lucha por la Revolución Social, Elissa (Grupo Libertario del Palomar). En catalán: https://grupelissa.wordpress.com/2014/10/29/reflexions-entorn-el-Conflicto-nacional-el-proceso-soberanista-y-la-lucha-por-la-revolucion-social.

Hay cierta desazón a los ambientes del entorno libertario. Se palpa en los centros sociales, los locales sindicales, en los bares y en las conversaciones en redes y grupos de mensajería. El desarrollo de los acontecimientos en torno al referéndum del Primero de Octubre provoca sentimientos encontrados y contradictorios en buena parte de la militancia, que en su mayoría se ha mantenido deliberadamente al margen de lo que se ha ido llamando "el Proceso". Una parte les llama a moverse, la otra los paraliza. Por un lado los registros de la Guardia Civil en imprentas y periódicos, las amenazas de cárcel, las coacciones a medios, las prohibiciones de actos políticos y las intimidaciones. Por la otra, un proceso aparentemente hegemonizado por la derecha conservadora y burguesa, de dudoso carácter transformador.

Para muchas, sin embargo, el enfoque es otro, y parte de un desplazamiento en la mirada que rompe con esta dicotomía inmovilista. La cuestión clave no es qué Estado, si no qué Pueblo saldrá de este proceso. No hay duda de que quien hace las preguntas hace también las respuestas. Del mismo modo, no es el Pueblo quien hace la decisión, sino la decisión la que hace el Pueblo. La mirada política conservadora siempre ha tendido a entender y explicar el Pueblo como objeto de representación, como una realidad acabada y recomptable estadísticamente y policialmente, plenamente expresada en las instituciones estatales de la democracia liberal. La mirada revolucionaria, en cambio, entiende el Pueblo como un sujeto en permanente construcción, Nosotros.

Justamente esto es lo que hemos tenido la oportunidad de vivir y aprender en los múltiples estar juntas que hemos experimentado en los últimos años: en las concentraciones para detener desahucios, en los piquetes de conflictos laborales, en las experiencias de solidaridad contra las fronteras y las persecuciones racistas, en los grupos de mujeres organizadas, en la defensa de los centros sociales, en las escuelas populares, en las huelgas generales o en los incuantificables brazos y sonrisas que han esperado a la salida de las comisarías y las cárceles para arropar los y las nuestras. La materialidad de una fuerza colectiva y bien concreta, capaz de resistir y eventualmente vencer, aunque sea en las pequeñas grandes batallas. La identidad compartida con un plural singular, suficientemente fuerte para atraer y mover los cuerpos a una misma disposición a construir un mundo común y combatir un enemigo igualmente común.

La cuestión del referéndum irrumpe hoy en el centro de los debates que se dan en las calles, los lugares de trabajo, los centros educativos y las casas. Si bien hasta ahora el aparato de las élites ha dominado la movilización social a golpe de telediario y ha mantenido su hegemonía política a través de una densa y extensa sociedad civil formada por organismos que le son fieles, hoy el escenario es ligeramente otro. El desarrollo del conflicto acelerado por el escalamiento represivo propicia una movilización que escapa al dictado vertical y abre un espacio donde actores muy diversos intentan incidir para fijar los marcos y antagonismos políticos funcionales a sus intereses: Cataluña / España, independentistas / unionistas, golpistas / constitucionalistas, revolución democrática / régimen posfranquista del 78.

Sería un grave error para las posiciones revolucionarias escoger el bando de los indiferentes y caer en la arrogancia de pensar que estamos por encima de las cuestiones que preocupan la calle, de creer que somos nosotros las que tenemos que decir a una supuesta gente de la que no formamos parte cuáles son sus verdaderos problemas y como los tienen que arreglar. Por el contrario, debemos tener la audacia de entrar en un terreno de lucha política que no hemos elegido y sin ser capaces de empujar en un sentido de ruptura y emancipación, dibujando el antagonismo que desborda los mapas cerrados de la democracia liberal capitalista: la voluntad colectiva de unas clases populares decididas a emanciparse en todos los ámbitos de la vida / la dictadura de los mercados y los Estados.

Ahora más que nunca hay que recordar que el principal valor histórico del anarquismo no ha sido la perfección sobre el papel de una construcción abstracta, utópica y situada temporalmente en un horizonte lejano, sino su obstinada determinación y capacidad para en cada ocasión concreta llevar un poco más lejos la revolución, es decir, el movimiento real y siempre inacabado que tiende a suprimir en la práctica el estado de cosas existente. En cuanto al referéndum, es la decisión la que hace el pueblo y no al revés, porque es la misma posibilidad de poner masivamente en cuestión el orden establecido (y sobre todo el cómo se da este cuestionamiento), la que puede permitir la irrupción del Pueblo como sujeto con voz propia. La puerta está abierta - y en parte dependerá del papel que jueguen las revolucionarias- a que en los llamados 'Hechos de Octubre' se despliegue una experiencia histórica de desobediencia masiva, apoderamiento popular, y toma de conciencia de la propia potencia colectiva. De esta fuerza callada que el día en el que apenas comienza a balbucear es capaz de paralizar villas y ciudades enteras.

Hace justamente tres años algunos de nosotros decíamos que "ante posibles maniobras represivas del Estado Español sobre la voluntad de cuestionar su territorialidad, pensamos que desde el movimiento anarquista tenemos que dar la cara y salir a la calle, no en nombre de la creación de un nuevo Estado que rechazamos, sino frente al autoritarismo del gobierno y la defensa del debate social sobre cómo las personas quieren organizarse."

Este día ha llegado. El momento es ahora. Entre las fuerzas que quieren impedir manu militaritodo debate sobre cómo queremos vivir y organizarnos, y las que ya trabajan desde la sombra por un cierre en falso que pase por un pacto por arriba entre élites, hay que movilizarse desde abajo porque la calle tome la iniciativa y el desafío al régimen resulte irreversible. Hay que ir. Hay que salir a la calle, no sólo para negar la represión y las imposiciones del orden de cosas existente, sino para ampliar la posibilidad y la fuerza de afirmar otra cosa. Para poner sobre la mesa que lo verdaderamente importante no es de qué nos estamos liberando, sino para que nos estamos liberando.

http://lasoli.cnt.cat

 

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