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Estado español, Països Catalans :: 03/09/2020

Asumir el miedo para vivir

TrinCHEra - Organización Obrera Popular Revolucionaria

2 de septiembre de 2020

Desde Trinchera consideramos que la crisis estructural por un lado y la pandemia por el otro han sido aprovechados por el poder como excusa para diseminar un abanico de confusión ideológica, política, económica, cultural y programática diseminada que dificulta la acción independiente desde nuestra clase. Este comunicado tiene como objetivo esclarecer la situación con el ánimo de reencontrar el norte de la lucha de clases.

A pesar del ruido que rodea a la política parlamentaria en la última década, en el arco institucional hay un consenso sordo mucho más amplio del que es posible detectar entre tanto alboroto vacuo. Vale todo, siempre y cuando se quede en el semicírculo que mantiene los pilares del sistema capitalista. Hemos asistido a numerosas gesticulaciones, insultos, griterío, diferentes cortes de pelo y vestimenta, innumerables promesas incumplidas sobre las que sobrevuela la realidad de acuerdos habituales entre fuerzas aparentemente contrarias en aquellas cuestiones que apuntalan el sistema. Los ejemplos recientes más sonados son la aprobación del artículo 135 de la Constitución, la aplicación del artículo 155 y la aprobación de presupuestos raquíticos. De forma similar, las promesas de derogación de la Reforma Laboral y de la Ley Mordaza, por citar dos leyes que nos afectan como clase trabajadora, se han quedado ahí, en ese semicírculo de acuerdos incuestionados.

Hoy, 2 de septiembre de 2020, se cumplen dos años y tres meses de un hito en esa ristra de consensos institucionales: la moción de censura a Mariano Rajoy que llevó a la presidencia a Pedro Sánchez. Recordemos algunos detalles de aquellos días que nos mostraron el carácter burgués, de clase, del Estado español.

Los presupuestos del año 2018 fueron aprobados con los votos a favor de PP, Ciudadanos, PNV, UPN, Foro Asturias, Coalición Canaria y Nueva Canaria. El resto de fuerzas votó en contra.
 A cambio de este apoyo, el PNV obtuvo 540 millones de euros que contaron con el visto bueno de Bruselas, incumpliendo así lo estipulado por el artículo 135 de la Constitución que antepone a todo el pago de la deuda externa (es decir, cumplir con lo objetivos de déficit que impone la Unión Europea). Fue una cuestión de Estado.
 La moción de censura se llevó a cabo con el artículo 155 en vigor apoyado por PP, PSOE y Ciudadanos.
 Sánchez salió electo presidente con mayoría absoluta gracias a los votos de Unidas Podemos, ERC, PNV, PDeCat, Compromís, Bildu y Nueva Canaria.
 Sánchez se comprometió a mantener los presupuestos aprobados del PP, pero esta vez con el aval de todas las fuerzas que lo respaldaron a él. Podemos decir, por tanto, que los presupuestos de 2018 cuentan con el visto bueno de los 350 diputados y diputadas que conforman la cámara.
 Ya entonces Podemos se mostró tal cual es: un significante vacío.
 

La gestión de la pandemia, a pesar del ruido y la crispación, ha estado atravesada por grandes consensos esenciales. Ha permitido aprobar numerosos Decretos Ley pero que en ningún caso han estado encaminados a mejorar sólo y exclusivamente la situación de las de abajo. A pesar del Estado de Alarma, del contexto excepcional, ni se ha expropiado al sector privado de la sanidad ni se han aumentado las plantillas del personal sanitario ni del personal educativo; no hemos visto planos para construir hospitales, centros de atención primaria o centros educativos, tampoco se ha reforzado el transporte público. Por el contrario, hemos asistido a todo tipo de restricciones de los derechos individuales y al uso obligatorio de mascarillas que ni siquiera son suministradas por las instituciones, sean del color que sean, suponiendo un gasto extra para los bolsillos de las familias. Restricciones al derecho de reunión salvo que sean acciones necesarias para el crecimiento de las arcas del señor capitalista: pueden ir vagones de metro y autobús abarrotados, puede haber hacinamiento en fábricas y campos de cultivo. Este sistema trata de acostumbrarnos a estas paradojas: cuatro personas podemos quitarnos las mascarillas en la misma mesa del bar, bebemos, hablamos y luego, antes de levantarnos, obedientemente, nos ponemos de nuevo la mascarilla para dirigirnos, probablemente, al domicilio que compartimos. El derecho a destaparnos la boca también está mercantilizado en este sistema.

El “escudo social” del que presume el gobierno estatal es de cartón. Ha sido, hasta ahora, una trampa de clase. Está siendo propaganda estéril. Es importante recordar que una de sus medidas estrella, los ERTEs, fueron aplaudidos por las grandes empresas. Y qué decir del Ingreso Mínimo Vital que de Ingreso y Vital tiene poco y nada y lo de Mínimo será porque un mínimo muy mínimo sector de la población lo ha cobrado.

Hace unos días Sánchez se reunió con los máximos responsables de las empresas del IBEX 35 y con la dirección de los sindicatos CCOO y UGT para pedir “unidad”. ¿Unidad para qué? Desde este modesto espacio nos animamos a vaticinar que ese llamado a la unidad no es otra cosa que un mensaje emitido desde Bruselas: los 140.000 millones de euros del Fondo de Recuperación están condicionados por la existencia de “estabilidad y unidad” o, dicho de otra manera: consenso entre eso que llaman “agentes sociales”, consenso para reprimir cualquier protesta social en las calles.

Y el teatro parlamentario llega a tal punto que si lo que hace PSOE y UP lo hiciese el PP, Cs o VOX los dos primeros partidos de “izquierdas” estarían poniendo el grito en el cielo y amenazando con movilizar a sus bases. Cualquier cuestionamiento se ve como negacionismo. Hay aceptación acrítica de todas las medidas represivas, no hay denuncia del abandono a las de abajo. La estrategia del miedo está funcionando y logra callar cualquier conato de rebeldía o cuestionamiento ya no del sistema sino de la propia gestión de la crisis. Se asiste en silencio a ruedas de prensa desde las que llegarán soluciones mágicas.

En los últimos 150 años la clase trabajadora fue protagonista de importantes luchas y conquistas, incluso en algunos países hizo la revolución. Cada época tuvo sus dificultades y contradicciones y eso no invalidó la búsqueda y la necesidad de la organización para vencer. Desde luego que la crisis capitalista actual tiene causas endógenas – tendencia a la sobreproducción, por ejemplo- y exógenas –la pandemia- pero pensamos que esto no debe invalidar ni anular el derecho a la rebelión. Esas generaciones de mujeres y hombres heroicos que nos sirven de inspiración no fueron mártires sino personas que lucharon sabiendo que la muerte era una posible consecuencia. 

Hoy, cuando la muerte llama a la puerta en forma de hambre y pandemia, resulta necesario asumirla. La pregunta que nos interpela es ¿dónde, cuándo y cómo la asumimos?

Desde Trinchera tenemos la convicción de que es necesario construir herramientas para cada nivel de conciencia, que nos permitan combatir la extrema violencia a la que hoy nos enfrentamos completamente desarmados. Por ello, además de crear Trinchera, que humildemente esperamos favorezca el nacimiento de un verdadero partido revolucionario, también hemos apostado por espacios de base, frentistas y antiburocráticos como la Corriente Clasista Primero de Mayo. La necesidad de organizarse es grande y es urgente, si nos lees y estás de acuerdo con lo que escribimos, organízate! Te estamos esperando.

 

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