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Estado español :: 23/12/2005

Fachadolid, esvásticas a fuego

Abel Ortiz
La capital castellana, que no leonesa, ha vuelto a ser noticia por la actuación violenta de sus típicos fachas, en esta ocasión versión nazi. Tres niñatos rapados de alrededor de veinte años (valientes guerreros arios) han atacado a una joven de catorce grabándola a fuego una esvástica en un glúteo.

Todavía no han sido detenidos pese a que es más que probable que media ciudad sepa quienes han sido.

Muchos pucelanos se enfadan cuando se tilda a la ciudad de fascista. Peor para ellos. No reconocer que Valladolid es cuna del fascismo español, semillero de la extrema derecha, bastión de las políticas más reaccionarias y último reducto de Aznáridos, Acébidos, y De las Rivas, es no querer reconocer lo que es una evidencia.

Las ciudades responden a su historia y la de Fachadolid, por lo menos desde el siglo XV, está ligada a la más oscura, sangrienta, obtusa, intransigente y rancia visión de España.

El cardenal Torquemada, (Valladolid 1420-Avila 1498 ) baranda de la inquisición, uno de sus hijos más ilustres, ha pasado a la historia como ejemplo de tipo sanguinario y sin escrúpulos. Un prenazi, un torturador, un sádico asesino. Fue uno de los más ardientes defensores de la expulsión de la comunidad sefardí en 1492. Estudió en la orden de los dominicos en el vallisoletano convento de San Pablo. En su época, antes de la COPE, tenía el parabién de toda la comunidad religiosa, la admiración de los vecinos cristianos, como dios manda, el visto bueno de "las fuerzas vivas", siempre al calorcito del poder, por muy infame que este sea.

La ciudad que vio nacer a Felipe II, (Valladolid, 21 de Mayo de 1527) con campanadas en todas las torres de la ciudad y tomando lo que podía no ser más que una triste casualidad como motivo de orgullo. El rey del integrismo católico más fanático, de la contrarreforma, el rey que prohibió a los estudiantes españoles salir del país y la entrada de protestantes o extranjeros libres. El rey criminal que arrasó los países bajos donde aun se recuerda la crueldad de los soldados españoles. El rey que persiguió calvinistas, hugonotes y moriscos. El rey que dio a Fachadolid el titulo de ciudad con lo que esta pudo tener catedral. No la terminaron, afortunadamente. Iba a ser la más grande de Europa. Dice un refrán castellano: La burra grande, ande o no ande. Trasladó la capitalidad a Madrid, único acto para agradecer por parte de los vallisoletanos.

Cuando Miguel de Cervantes, gloria nacional, llegó a Fachadolid, los jueces vallisoletanos lo encarcelaron. Por cuestiones de moralidad; al parecer no vivía de acuerdo a los sacramentos de la santa madre iglesia. Luego, a toro pasado, le pusieron una estatua.

En aquellos tiempos los negocios de América, la leyenda negra, se dirimían en la ciudad pucelana donde moriría Colón y a la que acudirían los navegantes que ponían proa a las indias para hacer trabajar a los indios en las minas, a mayor gloria de su majestad imperial .

Después de la decadencia económica, tras perder la capitalidad, sufrió una progresiva caída de población hasta llegar a contar solamente veinte mil vecinos en el siglo dieciocho; aun así, es sede episcopal y tiene un tribunal supremo (cancillería). Pocos, pero muy mandones. Ciudad levítica por excelencia la geografía urbana está llena de conventos e iglesias. Cuarteles también.

En el diecinueve, tras la invasión Napoleónica, se convirtió en cabeza de importante provincia cerealística creando lo que se dio en llamar burguesía de la harina; el germen de lo que sería el partido agrario, antecedente de Falange Española. Ya en el siglo veinte todas las corrientes más conservadoras e inmovilistas fructificaron en Valladolid siempre a la contra de cualquier intento aperturista por pequeño que fuera.

La única convivencia digamos normal se dio a raíz de la llegada del ferrocarril. Este contribuyó a abrir algo la sofocante sociedad provinciana y carca, a crear Las Delicias, habitado casi exclusivamente por trabajadores de RENFE, único barrio obrero de la ciudad, a principios del siglo XX, de mayoría ugetista, fuertemente represaliado en la guerra civil.

Fue en Valladolid donde Onésimo Redondo, estudiante de los jesuitas, (el colegio Lourdes aun existe y desde siempre ha sido lugar de formación de élites fascistas o parafascistas, su novia estudiaba en las madres Francesas, monjitas, que también funcionan todavía) con los que mantuvo contacto, paseó la pistola y la prensa fascista más provocadora de la época; el periódico Libertad. En 1933 José Antonio, Giménez Caballero, Sánchez Mazas, Ramiro Ledesma y Juan Aparicio publican un único número de la revista El Fascio. Allí se podía leer: "Con lógica exacta la ciudad española que se mostró sensible más rápidamente al espíritu nacional de las JONS fue Valladolid, ciudad de renacimiento y de recuerdos imperiales. Hace ya meses que las juventudes nacionales de Valladolid esgrimen la bandera de las JONS como consigna de triunfo. Se movilizan briosamente contra el Estatuto antiespañol en jornadas magníficas de lucha. Y allí están en haz optimista y fuerte, en su disciplina y en su sitio. Su organizador, Redondo Ortega, camarada de calidad, sigue desde Oporto -donde lleva seis meses desterrado de España - paso a paso las esperanzas de aquellos jóvenes que como nosotros, le recuerdan y le aclaman" (El Fascio, 16 -3 -33, Pág. 15). Fue en el teatro Calderón de Valladolid donde José Antonio Primo pronunció sus más famosos discursos y donde en 1934 se presenta la fusión de las ramas fascistas: Falange española de las jons.

La consigna Jonsista utilizada por los fascistas pucelanos ad nauseam fue la oposición al estatuto de Cataluña, por entonces tema de debate en las constituyentes. Que cosas. Fue en Valladolid donde se enterró, con todos los honores y la tumba más pomposa del cementerio, a Martínez Anido el represor más bestia de la Barcelona anarcosindicalista. Fue en Valladolid el único sitio de la España fascista donde se fusilaba a plena luz del día, con público y churros.

Todavía hoy no sabemos, ni por aproximación, cuanta gente hay enterrada en los montes Torozos, cercanos a la capital y utilizados por los falangistas como su Paracuellos particular. Todavía hoy no sabemos porqué recientemente el representante de la asociación para la recuperación de la memoria histórica apareció en una taquilla con un tiro en la cabeza. Todavía hoy no sabemos cuantas personas asesinaron en la ciudad durante la transición los balillas de Fuerza Nueva, los guerrilleros de Cristo Rey, la primera línea de falange o los chicos de CEDADE. Yo recuerdo bastantes; muertos y fascistas. Algunos con ilustres apellidos golpistas. Todavía no sabemos porqué Aznar eligió a Fachadolid como lanzadera de su proyecto de fascistas sin complejos que aun estamos pagando. Todavía no sabemos porqué la SEMINCI empezó llamándose semana de cine religioso y de valores humanos. Todavía no sabemos porqué la semana santa vallisoletana, en la que desfilan almas tan puras como la de Miguel Angel Rodríguez, se parece tanto a una concentración del Ku Klux Klan. Todavía no sabemos como una ordenanza municipal hitleriana como la que ha aprobado el alcalde De La Riva pasa desapercibida para la mayoría que ve con buenos ojos la represión de los disconformes, la persecución del otro. Todavía no sabemos a quien iba a visitar en Valladolid el expresidente Aznar para empezar cada curso político. Todavía no sabemos porqué el presdident Maragall tuvo que suspender un pregón desde el balón del ayuntamiento tras amenazas varias.

Los ciudadanos vallisoletanos de bien tienen pocas opciones en un lugar tan sofocante. Monjas, curas, fascistas y opusdeistas se reparten el cotarro: presupuestos, cargos, prebendas, chollos, subvenciones de la junta. Tienen, afortunadamente, las horas contadas. Dan las últimas boqueadas. No vamos a consentir que se agreda a ciudadanos indefensos en ningún lugar de este puto país en nombre del fascismo. Ni siquiera en Fachadolid. No vamos a consentir que renazcan de sus cenizas. Atacar a una niña de catorce años y marcarla con una esvástica es tan asqueroso, tan indignante, que solo puede pasar una vez.

Pucelanos: si queréis vivir en Valladolid y no en fachadolid esto se tiene que acabar. Acabad con el alcalde fascistón, en las urnas, con las asociaciones nazifascistas, en la calle, con los ecónomos de gescartera, en las sacristías. El gobierno democrático y socialista de Zapatero, a buen seguro, será benevolente con aquellos que no tengan las manos manchadas de sangre. Aprovechad su oferta. Otros no serán tan generosos.

http://abelortiz.blogspot.com/

 

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