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Estado español :: 24/06/2003

Han torturado a mi hijo... (Berna Gómez Edesa)

Uhuru

Han torturado a mi hijo
por Berna Gómez Edesa (sacado de indymedia-bcn)
En algún calabozo de la Ertzaintza, policía autónoma dependiente del Gobierno Vasco.

En algún calabozo de la Ertzaintza, policía autónoma dependiente del Gobierno Vasco.

Han torturado a mi hijo. Cada minuto, cada hora, cada día de incomunicación es un grito acusador a su responsabilidad, señores Azkarraga, Inclán, Madrazo, Urkullu; han machacado a mi hijo y otros cinco jóvenes bajo el amparo de su «protocolo» para garantizar derechos en el régimen de incomunicación del detenido.

Han torturado a mi hijo. Cada golpe recibido es un grito contra la barbarie, que debería agitar sus quizás todavía rojas conciencias, señores Goytisolo, Saramago, Grass... Comparto su preocupación e incluso su denuncia de la llamada violencia de persecución política, pero no puedo aceptar que miren para otro lado cuando los derechos colectivos e individuales se vulneran hasta el extremo que supone la tor- tura. Saben ustedes de sobra de qué va esta historia, tienen información suficiente -o pueden y están obligados a tenerla- de lo que aquí pasa, y espero, porque aún tengo esperanza, que tomen «partido hasta mancharse».

Han torturado a mi hijo. Apelo a Amnistía Internacional, Relator contra la Tortura de la ONU, organismos de defensa de los Derechos Humanos, para que incluyan en sus informes sobre el Estado español que la Ertzaintza ha utilizado toda la información que sobre la vida personal de mi hijo, de su madre y la mía misma posee (y que han demostrado que es mucha) en una permanente agresión síquica durante todo el periodo de incomunicación, con el único objetivo de hundirle emocionalmente para lograr una au- toinculpación.

Han torturado a mi hijo. Sí, Miren, de la institución Ararteko, finalmente se han hecho realidad los temores que le expresé en las primeras horas de la incomunicación. Por cada una de las expresiones de vejación sexual que ha sufrido mi hijo sale de mi corazón maltratado un grito de dolor que se convierte ante esa institución en una exigencia de implicación, de mojarse para acabar con la más abominable de las actuaciones del poder.

Han torturado a mi hijo, compañero Elorrieta. Cada gota de sudor que los guardias hacían caer sobre los ojos de mi hijo traiciona la apuesta personal que desde hace años vengo impulsando en la unidad sindical y abertzale para salir de este caos. Frente a la tortura no caben matices, no caben dudas, no caben planteamientos electorales, ni siquiera dentro de la Ertzaintza. Frente a esas bestias sólo cabe denunciar situaciones, ejercer control y seguimiento, dar nombres... desde dentro hacia adentro y hacia fuera.

Sí, amigos, familiares, compañeros, vecinos, han torturado a mi hijo. Porque me conocéis muy bien, sabéis que esta acusación no responde a ninguna consigna de ETA. Os pido que afrontéis esta situación como corresponde a su gravedad; que alcéis la voz de denuncia allá donde se pueda, donde surja el tema; que utilicéis las modernas tecnologías para denunciar esta vieja práctica; que os situéis ante la perspectiva de que vuestros hijos e hijas pueden ser víctimas de esta barbarie en un futuro próximo. No podemos esperar de otras estructuras sociales, políticas o institucionales que acaben con esta demencia; al final tendremos que ser quienes creemos que otro mundo es posible quienes eliminemos esta expresión de la negación humana.

Sus guardias han torturado a mi hijo, señor Balza. Tal hecho me destroza a mí también, arrincona mi capacidad racional y hace aflorar mis más primarios y ya casi apagados instintos de venganza. Tengo un irrefrenable deseo de encontrarme cara a cara con usted, simplemente para escupirle y espetarle que pasará a la historia de este pueblo como un mamporrero más, como cualquiera de los ministros de Interior que desde Fraga y Martín Villa hemos sufrido, cipayo al servicio de quienes pretenden avocar a este pueblo a su autodestrucción. Es usted el hombre del saco, el responsable de las ostias, la sombra en la noche, el miedo del pueblo, el cabo chusquero. Le espero.

Habéis torturado a mi hijo, ertzainas de la élite antiterrorista. Le habéis vacilado, humillado, golpeado, insultado, maltratado. He cantado cientos de veces esa canción nica en la que el torturado dice a su torturador: «mi venganza personal será el derecho de tus hijos a la escuela y a las flores...». La mente y el cuerpo de mi hijo machacados, sus lágrimas, sus gritos, su impotencia, el horror sufrido, las secuelas que le queden, el odio que arrastre toda su vida, me impiden elevar mi voz de canto de esperanza y de superación de la miseria humana que esa canción supone. No volveré a daros opción, torturadores; ni si- quiera en mis canciones. Un policía es posiblemente la más baja expresión del sentido social y humano de nuestra sociedad; un policía-torturador no es ni siquiera eso; un torturador es un escalón anterior al actual estatus social, cultural, intelectual y humano al que ha llegado en desarrollo esta sociedad; vosotros, ertzainas torturadores, simplemente estáis destinados a la máxima desgracia que alguien pueda sufrir: la soledad, producto del desprecio de los demás y de vosotros mismos; compadezco a vuestras mujeres e hijos, quienes más pronto que tarde sufrirán en sus carnes y en sus mentes la terrible consecuencia de haberos conocido. Decía Sánchez Ferlosio que al hombre, cuando ha querido imaginarse el infierno, sólo se le ha ocurrido la tortura; sois eso, torturadores, el infierno de la vida.

A Naiara, Unai, Aingeru, Aitor, Oskar y Aner; a sus madres y padres, con respeto y cariño.

http://www.barcelona.indymedia.org/front.php3?article_id=46985&group=webcast

 

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