“Mirada feminista sobre la represión”, un acto singular en la semana del 8 de marzo

El pasado lunes 4 de marzo tuve la satisfacción de asistir al acto realizado en el Caum,
organizado por la Plataforma de Solidaridad con Euskal Herria bajo el lema “Mirada
feminista sobre la represión”.

El diseño tradicional y poco propicio para el debate, con las ponentes sobre un
escenario, hacía temer uno de esos actos al uso, con discursos teóricos y pomposos.
Sin embargo, la calidez de las mujeres protagonistas nos permitieron participar de su
entusiasmo y compromiso político producto de muchos años de lucha.

Lo personal es político en el feminismo y quedó rápidamente de manifiesto. La represión
sufrida por las cuatro mujeres ha sido el hilo conductor de los relatos. Sara Nieto, de
Madres contra la droga, nos habló de las duras experiencias vividas a lo largo de 20
años, en la búsqueda de algo de justicia en una época en que la plaga de la heroína dejó
a tantas madres del Estado español huérfanas de sus hij@s. Su vida es un ejemplo de
cómo con la lucha desde abajo, constante y coherente, como ella misma dijo, se llega a
ser una militante antipatriarcal y anticapitalista, feminista, okupa y antisistema.

Elena Ortega, madre de Alfonso Fernández, y hoy miembro del colectivo Madres
contra la represión, nos contó su experiencia para conseguir la liberación de su hijo,
criminalizado por ser joven, vallekano y un hijo de la clase trabajadora. Todavía con
cargos y pendiente de juicio, Alfon ha estado detenido en Soto del Real durante dos
meses en régimen Fies, con el solo objetivo de conseguir que la juventud se lo piense
dos veces antes de luchar contra este sistema perverso.

Las dos jóvenes abertxales, ambas ex presas políticas y una de ellas miembro de
Etxerat (familiares de pres@s políticos), nos hablaron sobre las cárceles españolas y las
humillaciones a las que están sometidos los familiares cuyos hijos e hijas, a pesar se ser
considerados presos comunes, sufren la aplicación de una legislación hecha a medida
para los presos políticos. Una contradicción que apenas llama la atención en los medios,
instituciones y organizaciones que se llaman a si mismas “representantes democráticos”.

Mención aparte merece los motivos que las llevaron a la cárcel. Una de las jóvenes
nos cuenta que lo único “subversivo” que encontraron las fuerzas de seguridad cuando
asaltaron su casa familiar al amanecer, encapuchados y armados hasta los dientes, fue
una camiseta con el lema “Independenzia”, que coincidía con la misma encontrada en
las casas de otros 40 acusados. Un motivo igual de subversivo a la bandera del Rayo
Vallekano que encontraron en casa de Alfon o a los pósters del Che que hay en los
hogares de miles de jóvenes del 15 M.

Y es que la política represiva sufrida por el pueblo vasco independentista a lo largo de
40 años, es la misma que se empieza a experimentar tímidamente en el resto del Estado.
Multas, identificaciones arbitrarias, asaltos a los bares después de una manifestación,
apertura de expedientes por reunirse en un parque para hablar de política, maltrato
en comisaría, golpes, pelotazos de goma y disparos con fuego real para disolver a
manifestantes, criminalización de familiares y abogados, etc. están afectando a las
protestas masivas.

Lamentablemente no hay nada nuevo bajo el sol. Las experiencias contrainsurgentes
aplicadas a los movimientos de liberación del siglo XX las sintetizó. El general
argentino Ibérico Manuel Saint Jean, gobernante de la provincia de Buenos Aires en
1976: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después
a sus simpatizantes, luego a los indiferentes y por último a los tímidos”.

Hoy ya no queda ningún sector en el Estado español que esté llevando a cabo acciones
de lucha armada. Ya no existe, como decía Garzón, “el complejo de estructuras y
organizaciones lideradas por la organización terrorista”. Actualmente solamente están
las asambleas barriales, las iniciativas populares, las huelgas, los centros ocupados, las
plataformas ciudadanas, las mareas, lideradas por obreros, estudiantes, parados, amas de
casa, inmigrantes… pero igualmente terroristas y subversivas para el poder.

La Haine