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Euskal Herria :: 14/12/2015

Por la unión de los pequeños

Fermín Gongeta


¿Se es libre cuando elegimos, precisamente, a quienes van a suprimir nuestra libertad? Eso podría suceder en las próximas elecciones en el Reino español, las diseñadas para elegir a quienes nos van a dominar impunemente, si es que no lo evitamos.


En noviembre del 2011, el Partido Popular subió al poder con 10.866.566 votos. ¡Qué barbaridad! No obstante, la cifra es menos sorprendente si añadimos que el número del censo de electores fue de 35.779.491… Con 10 millones de votos han manejado y dominado a 35 millones de ciudadanos.

Sí, también nos ha estado dominando el Partido Socialista, que con tan solo 7 millones de votos consiguieron 110 escaños en el Parlamento, para, únicamente desahogarse y llevar la contraria al PP, y siempre a costa de suculentos sueldos y dietas. La gran mayoría, 64.928 euros/año.

¿Y el pueblo? ¿Esos dos tercios de ciudadanos que no votan, los votos nulos, los votos en blanco? Vayamos por partes. Los votos en blanco van a parar, de manera camuflada por el Gobierno, a los partidos más votados, a ellos mismos.
Según el analista Víctor García, el sistema electoral español contiene distorsiones, diseñadas para facilitar la obtención de mayorías absolutas.

Y es que los votos en blanco, se suman al total de votos realizados, al total de los sufragios, sobre el que se calcula la distribución de escaños, y, por eso mismo, elevan el listón electoral mínimo exigido para poder entrar en el Congreso o en el Senado. Castigan a los partidos emergentes.

Frente al voto en blanco, papel en blanco, o sobre vacío, está el llamado voto nulo.

Es el voto sin sobre, o el que contiene varias y distintas papeletas, o está garabateado a boli, o simplemente rayado. En este caso el voto nulo equivale a una abstención.

Las abstenciones.
¿No es autoritarismo, antidemocracia, y dictadura, que una población de 47 millones, con más de 35 millones de ciudadanos inscritos para el voto, estén gobernados por una mayoría de 186 diputados que cuentan tan solo con 10,8 millones de votos? Tengamos en cuenta que existen 11,7 millones de ciudadanos que no han acudido a las urnas, que se han abstenido. Que 1,8 millones de españoles en el extranjero, apenas pueden votar; y que, más de 600 mil, lo hacen con votos nulos y blancos. Resumiendo, que hay más de 14 millones de personas cuya voluntad es destruida de ante mano, por unos gobernantes que lo tienen todo medido para imponerse a los más desfavorecidos.


¡Y pensar que siempre he creído que el número de votantes al partido mayoritario, sea el PP o el PSOE debía de superar al número de abstencionistas, y que en caso de no hacerlo, se debían anular las elecciones! Necesariamente me he fijado en las últimas elecciones, las de este año 2015 en ayuntamientos y diputaciones de Euskal Herria. Empezando por las Diputaciones.

Provincia   Censo        Abstención                 Mayoría             Gobierna

Araba        248.760   90.724=36,47%      34.705 =13,95%          PNV

Bizkaia     915.656     349.165=38,14%   212.656=23,2%           PNV

Gipuzkoa 556.267      203.768=36%        112.918=20,29%         PNV

Navarra      501.267 163.374=32,59%      160.352=50,44%      *COALICION** *GBai + EHBildu + AhalDugu + I-E ** GBai – EHBildu – I-E

 

Y, si observamos las elecciones municipales en las capitales de Euskal Herria, nos encontramos con los siguientes índices de abstención: Bilbo, el 43,2%; Donostia, el 35,7%; Gasteiz el 37,76%; Iruña el 32,74% Resumiendo: la abstención media de los cuatro ayuntamientos de las capitales de Euskal Herria es del 37,35%; y en las diputaciones el 35,8%.


Había imaginado que el absentismo en las elecciones para las diputaciones sería mayor que en las municipales, por aquello de que los alcaldes y concejales pueden mantener un contacto más directo con los ciudadanos, y estos a su vez comprometerse con ellos en el voto.

Pero, ¿no es precisamente por eso, porque conocemos más y mejor a quienes se presentan en los ayuntamientos, para estos puestos de poder, que nos descomponemos de tal manera que renegamos hasta de nuestro derecho de ir a votar a quienes después, deciden cómo gobernarnos, contra nuestra voluntad? No. De servidumbre voluntaria, nada.

Se dice que los gobiernos en minoría son más inestables, que los mayoritarios. Pero eso está por ver. Porque las mayorías absolutas favorecen las tiranías, la corrupción y los gobiernos despóticos. (Víctor García. Junio 2015. Sin Categoría) El mismo autor explica las grandes posibilidades de adaptación de nuestro sistema electoral y gubernamental a países demócratas, como Suiza y Dinamarca, que favorecen la pluralidad, eliminando el poder de supuestas mayorías. La pluralidad está en los pequeños partidos, y no en el bipartidismo.

Es evidente que hay que modificar completamente el sistema electoral y de gobierno. Pero, mientras tanto, ¿qué podemos hacer? El absentismo total no es posible.
Los partidos de derechas seguirán contando con los fieles al bipartidismo, y poco les importa que haya un tercio de ciudadanos que, sintiéndose engañados, aplastados y despreciados olímpicamente, dejen o dejemos de participar en las elecciones.

El voto nulo incrementa muy moderadamente el absentismo. ¿Votaré con garabatos? Nos servirá de muy poco, salvo para tener esa tonta sensación de que no han podido conmigo.

Y dado que el voto en blanco favorece a los mayoritarios, a los partidos ansiosos del bipartidismo, tampoco nos sirve como trampolín hacia la democracia.

Entonces ¿qué soluciones me quedan? Únicamente veo el compromiso democrático de todos; de aquellos más aplastados por el sistema, sí; de los sin trabajo, o trabajo en precario. Del profesorado universitario que ha mantenido el contacto con el pueblo y no acepta el actual sistema, ni electoral, ni de gobierno.
Compromiso democrático de toda esa clase media, media – baja; de trabajadores bien remunerados, pero que asentados en su situación actual sobreviven, aunque apenas le afecte el resultado de las elecciones.
El compromiso democrático debe ser de todos. Debemos actuar. Pero no solo el día de las alecciones. Eso es algo señorial, y aislacionista. Es preciso actuar de manera permanente, controlando todas y cada una de las decisiones, lo mismo del Gobierno central, que de la Diputaciones y Ayuntamientos.

Toda la población, ese tercio abstencionista, hartos de tanta corrupción, debemos empezar por votar sobre todo a aquellos partidos emergentes, que más daño pueden hacer a los gobiernos autoritarios, y defensores del bipartidismo. Juntarnos los pequeños para vencer a los grandes.

¿Acaso no es un ejemplo evidente lo sucedido en Nafarroa? Pero además de eso, de la unión de los pequeños, controlar en todo momento la acción de los políticos. Criticarles públicamente, y molestarles con nuestra presencia pública, y jamás silenciosa.
Formar grupos de información, control y decisiones democráticos, porque el poder debe estar en el pueblo, en los más desposeídos, y en quienes sin estarlo tanto, pueden guiarnos por unos posicionamientos más participativos.
Enjuiciar y criticar políticamente a nuestros alcaldes y concejales nos hará ver que siendo nosotros la mayoría, por encima de las denominadas mayorías de los grandes partidos, el poder está en nuestras manos.

Debemos molestarles… de manera permanente…llenando las calles...vociferando sus nombres corruptos…denunciándoles ante los tribunales.

Empezaríamos por lo más sencillo, es decir, participando con las organizaciones políticas emergentes, más comprometidas con los problemas del pueblo, y más fáciles de ser controladas por nosotros mismos.

Creo que hay que empezar por algo que esté a nuestro alcance, pero que fastidie y moleste al poder. Y que a su vez nos acostumbre a la acción política permanente.

 

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