Un "general" de opereta

InSurGente (Inti Tumaini).-En Bahía Cochinos, y junto a miles de cubanos dignos que derrotaron a los invasores en pocas horas, también lucharon oportunistas como este individuo. Su comportamiento posterior demostró que no estaba en Girón precisamente para defender la Revolución. A él le motivaba más la posibilidad de conseguir hipotéticas prebendas, pero no calculó que éstas eran incompatibles con la sociedad que estaba naciendo. En el socialismo los valores materiales superfluos carecen de sentido y, es evidente, que eso estaba fuera del alcance mental de del Pino.

Durante su carrera militar fue amonestado en más de una ocasión a causa de su conducta, impropia de un revolucionario. Rafael del Pino siempre creyó-, en razón de su grado-, que tenía derecho a los mismos privilegios de los que disfrutan los militares de alto rango en el mundo occidental. Quienes acusan a los miembros de las FAR de tener un estatus preferente, - aprovechándose de conductas aisladas, como la de este individuo- solo hacen demagogia barata. Como era de esperar, del Pino, acabó desertando en mayo de 1987, cuando, siendo general de brigada de la Fuerza Aérea cubana, se fugó a Estados Unidos.

Reside en Langley, estado de Virginia, lugar donde la CIA organiza, golpes de estado, genocidios y asesinatos selectivos. Forma parte, como vicepresidente, del Consejo Militar Cubano Americano (CAMCO), una organización integrada por mercenarios de origen cubano como Eneido Oliva, que ocupa el cargo de presidente. Los gerifaltes de CAMCO no le hacen ascos al crimen y al terrorismo. Así lo indican los historiales de algunos de sus miembros, como el terrorista Félix Rodríguez que participó en la Operación Cóndor y en el asesinato del Ché en Bolivia. Félix Rodríguez también está vinculado a la Fundación Nacional Cubano Americana. Desde ese portal, del Pino intenta utilizar el corporativismo para crear el divisionismo entre sus ex compañeros de las FAR, y anda en negocios con los ex militares golpistas venezolanos huidos a Estados Unidos, para organizar tramas criminales.

Hace unas semanas Rafael del Pino, supuestamente triste por la muerte de su madre allá en Cuba, puso el grito en el cielo y nos dibujó a un Fidel que, cuán vulgar saqueador de tumbas, con nocturnidad y alevosía, saltaba la tapia de un cementerio, para hacer desaparecer los restos mortales de su familia, en represalia por la antigua deserción. El caso es que, por alguna razón, el día que enterraron a su progenitora, no lograron localizar el nicho familiar. El atribulado deudo sabe que, a veces, en Cuba, hay que andarse con mucho ojo en el camposanto: permutas de tumbas y bóvedas; exhumaciones improvisadas, necesarias para introducir a un fallecido en una tumba comunal; quizás un muerto equivocado en bóveda equivocada, etc., etc., Incluso películas como "La muerte de un burócrata" , o "Guantanamera" han satirizado muertos y cementerios.

Así las cosas, nuestro "general", fiel a sí mismo, utilizó políticamente la macabra anécdota, sin importarle un ápice que su difunta madre anduviera de por medio. Y, ansioso por salir del ostracismo, dio rienda suelta a su imaginación denunciando, estrafalariamente, que el Comandante había ordenado el desalojo de la tumba de sus antepasados. Semejante acusación, solo demuestra la miseria moral de un fascista devenido en amigo de terroristas.

Aún puede verse su grotesca figura, vestido con el uniforme verde olivo de general de las FAR, en una web de Internet. Tiene tan perdida la identidad que, incluso fuera de Cuba, necesita aferrarse a una fotografía en la que luce su antigua condición de militar de la Revolución. Pero por mucho que ensucie un uniforme que no le pertenece, y utilice, de manera despreciable, la muerte de su propia madre Rafael del Pino, solo es,y será siempre un pobre diablo, un "general" de opereta.