Ante la llegada de Bush a Uruguay

LLAMAMIENTO

Más allá de nuestra clara definición anticapitalista hago, también, un llamamiento a todos los orientales que sienten el antiimperialismo como parte de nuestra mejor tradición y como un componente indisoluble de nuestra identidad.

Un nuevo Hitler, en versión gigantesca, ofende nuestro suelo y nuestros muertos. La Tierra entera, un planeta martirizado, clama contra la indiferencia que todavía domina a muchos de nuestros hermanos.

Llamamos a los cristianos que recogen la tradición de los curas gauchos y los curas guerrilleros, de las comunidades eclesiales y de todas las personas creyentes que enfrentaron las dictaduras recientes, que fueron solidarias con los perseguidos y en muchos casos fueron torturadas y asesinadas por ello. En su nombre, les convocamos a estar presentes en la condena a la política imperial y a sus servidores locales.

Llamamos a los hombres y mujeres de tradición blanca y a todos los que, siendo o no de esta tradición, recuerdan que Leandro Gómez y Aparicio Saravia fueron siempre traicionados por los directorios cajetillas y que, la dignidad y el regocijo se lograron en las cuchillas y a la intemperie; que cuando Leandro Gómez gritó "¡MUERA EL IMPERIO!" era la causa de América que gritaba con él; que cuando Aparicio Saravia amenazó con "apretarle la cincha a los platudos" ya no hablaba por un partido sino por los pobres del campo y que el oficialismo del partido nacional lo persiguió implacablemente con el "blanco" Justino Muniz al frente, y que el gobierno uruguayo de la época logró que cuatro barcos norteamericanos llegaran a Montevideo para enfrentar su insurgencia que ya se salía de cauces partidistas.

EL MUNDO NOS MIRA

Las nuevas generaciones preguntarán qué hizo cada uno de nosotros en esta coyuntura terrible, cuando la patria está intervenida y sometida a las trasnacionales y a la voluntad del mayor asesino de todos los tiempos. Que la marcha de la Coordinadora Antimperialista tenga el arco iris de muchas banderas diferentes, de muchas consignas, de muchos sentimientos convergentes que nos hermanen en un ¡NO! firme y sencillo; un ¡NO! Al verdugo y a sus cómplices locales, un ¡NO! que nos dignifique ante el dolor de todos los pueblos del mundo.

Que no falte el color de tu consigna, de tu creencia, de tu tradición.

A VECES EL TREN DE LA DIGNIDAD PARA APENAS UNOS MINUTOS, UNA SOLA VEZ, EN NUESTRA PUERTA

Febrero de 2006
* Gonzalo Abella es profesor e historiador