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Brasil, Brasil :: 12/08/2021

Brasil: un desfile ridículo y peligroso

Eric Nepomuceno
Vehículos militarers obsoletos o casi, apenas funcionan

En otra muestra más de su desequilibrio sin remedio y de su desesperación por saberse acorralado, además del vaciamiento acelerado de su imagen y de su gestión, el ultraderechista Jair Bolsonaro volvió a dar muestras de hasta qué punto sus brotes demenciales desconocen peligros.

Y una vez más, las Fuerzas Armadas dieron claras muestras de aceptar una sumisión vergonzosa, que cada vez más corroe la imagen que lograron reconstruir después de la redemocratización del país en 1985, luego de 21 años de dictadura.

A las ocho y media de la mañana de ayer se plantaron frente al Palacio do Planalto, sede de la presidencia, vehículos de combate.

Absurda convocatoria

Con la excusa de estar invitando al demencial presidente y su cómplice igualmente desvariado, el ultra-reaccionario ministro de Defensa, general retirado Braga Netto, para maniobras de la Marina, en realidad cumplían una absurda convocatoria de Bolsonaro para dar muestras de fuerza y obediencia al mandatario.

Ayer empezó la votación en la Cámara de Diputados de la medida que impondría, caso aprobada, un nuevo sistema de votación en las elecciones generales del año que viene: en lugar de las urnas electrónicas utilizadas desde 1996 sin que se haya registrado un solo caso de fraude, se volvería a las cedulas de papel, tal como exige Bolsonaro sin ninguna base.

Sintiendo que la derrota sería tan inevitable como fragorosa, el ultraderechista optó una vez más por amenazar al Supremo Tribunal Federal, convocando la tropa a una ceremonia frente al palacio presidencial.

Amenaza evidente

Al fin y al cabo, en la Plaza de los Tres Poderes ambos se sitúan junto al Congreso. Y si la corte suprema se transformó en blanco preferido de la furia presidencial, en el Congreso, más específicamente la Cámara de Diputados, sobraban indicios clarísimos de que no lograría imponer su voluntad.

La evidente amenaza serviría para animar a la parcela cada vez más iracunda y fanatizada de sus seguidores. Resultado: una dura exposición de las Fuerzas Armadas a un espectáculo dantesco.

Para empezar, los vehículos presentados son, en su mayoría, más que vetustos: obsoletos o casi, apenas funcionan. Entre todos apareció un tanque de guerra que no hizo más que esparcir gruesas nubes de humo, claro indicio de que el motor a diésel apenas logra sobrevivir al tiempo. Si como pieza de museo tendría algún valor, desfilando por las avenidas de Brasilia no pasaba de algo patético.

Hubo, en todo caso, algunas consecuencias concretas de lo registrado ayer en Brasilia. Primero, la pésima repercusión internacional, que no hace más que reforzar el inmenso y muy peligroso aislamiento del país en el escenario global. Mientras se discute la catástrofe ya no prevista, pero registrada, a raíz de la destrucción del medioambiente, siendo que Brasil contribuye, bajo Bolsonaro, para esa creciente preocupación, el mandatario moviliza fuerzas militares para amenazar al Congreso y a las instancias judiciarias.

Segundo, por la durísima reacción en el Congreso, donde hasta aliados del gobierno denunciaron lo insano de la medida adoptada, pasando por duros reclamos de empresarios y liderazgos políticos de todo tipo.

Y, tercero, porque expuso de manera solar los vejámenes tragados día sí y el otro también por los actuales comandantes en jefe de las tres Fuerzas Armadas, que se someten sin vestigios de pudor a las demandas de un ministro de la Defensa cada vez amenazador contra la democracia.

Pantomima

Al promediar la tarde, y frente a las consecuencias funestas de la presencia de los tres jefes máximos de las fuerzas militares en el escenario del absurdo, se supo que los cuatro integrantes del Alto Mando del Ejército presionaron a su comandante, Paulo Sergio Nogueira, para que se negara a comparecer a la pantomima, que no tendría otro resultado que exponer aún más la institución al ridículo.

Alegando el deber de obedecer a la disciplina, Nogueira habría argumentado que tenía la obligación a atender órdenes de su superior, el ministro de Defensa. Es decir: entre la disciplina y la decencia, optó por la primera.

Sus colegas de Marina y Fuerza Aérea no tuvieron que enfrentar ese dilema: desde hace mucho dejaron claro de toda claridad que solo reconocen la disciplina, y tienen una idea apenas lejana de lo que sea la otra opción.

Bolsonaro sigue impune. Y todo indica que seguirá en esa condición, para profundizar la tragedia del país.

Página 12 / La Haine

 

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