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Mundo, Argentina :: 18/06/2013

Argentina. Debilidades ideológicas y taras políticas

Quebracho
Editorial Prensa Quebracho junio-julio 2013

La idea de que el kirchnerismo es pejotismo es una falacia.

La idea de que el kirchnerismo no es pejotismo es una mentira.

El sistema de administración de poder y de reproducción de gobernabilidad que sustenta el actual régimen que nos gobierna está basado en dos pivotes que por sí mismos permiten sostener el sistema, aunque haya otras patas que también concurren al mismo efecto. Se trata de la corporación de los gobernadores integrada por personajes como Gioja y sus negocios mega-mineros; Urtubey y su noción de represión de la protesta proponiendo el “piquete cero”; Insfran y su sanguinario genocidio sobre los Qom, Wichi y pobrerío en general; Capitanich y su nenúfar de tropas yanquis en el aeropuerto mismo de Resistencia y su represión a las organizaciones populares; “mano dura” Scioli que todos saben que es un quinta-columna pero lo llevan a los actos y lo muestran porque “mide bien”. Lo mismo con De la Sota, quien se permite insultar a los funcionarios nacionales sin que le tiemble un alambre de sus injertos capilares; o Fellner y sus persecuciones y trapisondas contra las organizaciones populares y sus desfalcos. En fin, podemos recorrer uno por uno los sujetos de la corporación de los gobernadores y nos podemos remontar a la época decimonónica de la Liga de los Gobernadores que parió el unicato y no encontraremos grandes diferencias en cuanto a lógica de administración de poder, salvo el detalle no menor de la irrupción de las masas en la política capaces de desestabilizar esta y cualquier otra corporación.

El otro pivote donde se asienta la gobernabilidad es la corporación de los intendentes. La prensa dice “los barones del conurbano”; verdaderos bandidos asociados a la policía, la trata y el narco, con destellos urbanistas a veces para disimular los desfalcos al estado y que hace tiempo vienen con tendencias autonomizantes, como ya han mostrado elección tras elección, y como ahora se evidencia con el despechado Sergio Massa.

Es decir que estos dos pivotes uno puede llamarlos pejotismo o puede sostenerse que no es pejotismo. Pero es la forma de producción de gobernabilidad que viene reproduciendo un régimen de confiscación de la política y de la soberanía popular.

Después claro, aparecen las estructuras militantes en las que se produce también la reproducción de la gobernabilidad kirchnerista, algunas más estructuradas que otras, unas con mejores condiciones de inserción en el estado que otras, pero que van alimentando una épica militante y una lógica política que si bien saludamos y podemos advertir como saludables, no alcanzan a teñir siquiera la lógica del poder más oscuro y perverso. Incluso muchas veces son incapaces de advertir la perversión de las corporaciones históricas de gobernadores o intendentes y se confunden pensándose que son lo mismo, que son compañeros, y los legitiman y avalan, no en cálculo de arquitectura de poder, sino presuponiendo ingenuamente un acuerdo estratégico con un modelo que nadie podría definir. Esa es la gran debilidad del kirchnerismo. Y es la enorme fortaleza del régimen de dominación que se sabe por hora intocable.

Otra tara es la idea que desnuda la colonización cultural y la cultura racista de la clase media urbana, eso de que es posible la centroizquierda como alternativa. Por centroizquierda uno entiende se refieren al reformismo cosmético, pero que no altera las verdaderas estructuras de producción de poder y mucho menos el mapa social. Porque además son los mismos sectores cuyo ethos político deplora las políticas públicas de contención e intentos de integración de los sectores expulsados de la dignidad de la vida como gestos de populismo y “alimentar vagos”. Gasto público llamarán eufemísticamente a la asistencia del estado sobre estos sectores.

La centroizquierda como posibilidad histórica no existe, es más de lo mismo, nada distinto a la trágica Alianza que ya conocemos o el AlfonCinismo (con c de cínicos), o la administración del socialismo en la provincia de Santa Fe asociada a la narcopolicía y devota de Capriles o cualquier monigote pro imperialista.

La centroizquierda no existe y cualquiera que se sube a ese caballo es por propia comodidad, por los temores a perder lo que ya logró construir, por cobardía política y cinismo, porque están en la conciencia de que son sólo alternativa cosmética. Evidencia esto que las alternativas reales y no retóricas de centroizquierda en este país se articulan siempre en torno a la UCR!!! Y las alternativas que permanecen en la dimensión retórica, justamente, por saberse retóricas, son cinismo puro y no propuesta política con real vocación de poder.

Por si alguien no entiende, vocación de poder no es intentar ganar un puesto de diputado para un cheto.

Finalmente la caterva liberal (liberales en lo ideológico, en lo sexual y en lo empresarial) y de derecha en lo político, cuya aparente incapacidad de gestión no es otra cosa que la evidencia del vaciamiento y desfalco que hacen de la cosa pública; asiduos asistentes a las tertulias de embajadas, también son capaces de articular cualquier alianza en torno de una candidatura posible. Así juntan actores, cómicos, referís (así queda clara su vocación policial) o cualquier famoso (un mago sin dientes!) para proponer sus oscuras ideas que además nunca las explicitan.

Párrafo aparte merece los buenos compañeros que creídos en que están desarrollando “la nueva política” pero vuelven a las viejas fórmulas de buscar el candidato posible (suelen ser diputados que renuevan mandatos) y que en esa dinámica olvidan todo el discurso y la práctica de construcción de poder popular y de cuestionamiento de los mecanismos tradicionales de representación.

Todos estos aquí enumerados, son rubios para pensar la política y el poder.

Nosotros creemos que hay que lograr recuperar vocación de poder, que hay que lograr pensar la política y la Argentina más allá de la coyuntura electoral y del día a día. Que hay que ser capaces de proyectar las posibilidades reales que acechan o alumbran al movimiento popular.

En este sentido hay quienes sostienen y se emocionan esperando el fin del ciclo filo-populista nuestroamericano, otros que descuentan la fatalidad de la alternancia en la administración del gobierno simplemente por incapacidad propia de éste de reproducirse o por cepos legales y formales. Como sea y más allá de esta circunstancia, lo que salta en evidencia es la ofensiva imperialista sobre la región, la voracidad y tendencias depredadoras que pretenden instalar en la producción regional con la mega-minería, los transgénicos, los agronegocios y el saqueo en general.

Los enemigos están claros y los sectores populares son los únicos capaces de confrontar y lograr la victoria contra esa tendencia global de depredación y saqueo. No se trata de ganar en encuestas o de medir como candidato. Se trata de construir acumulación de poder que sea capaz de proponer un modelo que confronte estas tendencias y eso no se hace intentando quedar bien con los grandes medios que construyen sentidos comunes hegemónicos, sino en tal caso claramente contra ellos también.

Algunos andarán distraídos en la producción electoral y tras esa lente podrán mirar toda su producción política. Otros estaremos alimentando como siempre lo que entendemos es el escenario principal de acumulación, de lucha y de victorias políticas: la calle, con una mirada de más largo plazo que nos permita distinguir a los compañeros de los oportunistas y nos permita no someter a nuestro pueblo a dividirse a desarmarse por tal o cual candidatura.

 

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