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Europa :: 19/09/2023

Diez años sin Pavlos Fyssas, rapero antifascista asesinado por los neonazis de Amanecer Dorado

La Marea
Una manifestación recordó al rapero asesinado.

El crimen significó el fin aparente de Amanecer Dorado, el gran partido de la ultraderecha en Grecia, hoy renacido con otras siglas.

ATENAS // Este fin de semana se han cumplido diez años del asesinato del rapero antifascista griego Pavlos Fyssias, también conocido como Killah P, a manos de Giorgos Roupakios –autor confeso del apuñalamiento–, miembro del grupo neonazi Amanecer Dorado. El asesinato, acaecido en Keratsini, en el Pireo, marcó un antes y un después en la lucha antifascista griega y provocó una oleada de protestas masivas. Sirvió de punto de partida para la ilegalización de Amanecer Dorado, en octubre del año 2020. Por este crimen fueron arrestadas hasta 69 personas, todas ellas vinculadas con el partido neonazi. No era la primera vez que se producía un ataque de este tipo; pero sí fue el inicio de un seísmo político que llegó a convertirse en un asunto de Estado. El motivo es sencillo de entender: en los otros ataques del grupo neonazi, las víctimas eran personas migrantes; en este caso no: Pavlo Fyssas era griego.

Aquí en Grecia, la izquierda no olvida aquella fatídica madrugada del 17 al 18 de septiembre de 2013, cuando Pavlos Fyssas, militante del partido anticapitalista Antarsya y antifascista declarado, fue brutalmente apuñalado por Giorgos Roupakios ante la pasividad de la policía griega, que no hizo nada por evitarlo. Fyssas tenía 34 años y aquel día el Olympiakos se enfrentaba al Paris Saint-Germain en un partido de la Liga de Campeones. El rapero había visto el encuentro en el Coralie Café, un bar de su barrio natal, junto a unos amigos. A la salida, una veintena de jóvenes empezaron a increparle y algunos de ellos le empujaron. Los testigos explican que entonces llegó un coche del cual bajó un hombre, cogió a Fyssas y lo apuñaló en el corazón. Así lo contaba, en 2020, Daniel Trilling en The Guardian: «Mientras Fyssas es asaltado por grupos de hombres de dos en dos y de tres en tres, aparentemente coordinados, un coche conducido por Roupakios se detiene. Sale, se acerca a Fyssas como para abrazarlo y le asesta el golpe mortal. Un médico que atendió a Fyssas dijo más tarde a sus padres que el apuñalamiento parecía un “golpe profesional”». Roupakios volvió a su automóvil y esperó a que lo arrestasen. No fue una pelea en la calle, como algunos medios de derecha quisieron hacer creer; ni tampoco un acto de legítima defensa o un acontecimiento casual: por lo visto, en lo que duró el partido de fútbol, tres neonazis de Amanecer Dorado controlaron los movimientos de Fyssas y alertaron a la cúpula del partido. Así lo demuestran los mensajes interceptados en la investigación judicial posterior al asesinato.

Monumento dedicado al rapero Pavlos Fyssas en Keratsini. Q.C.C.

El suceso destapó lo que en Grecia era una verdad sabida por todos: la connivencia de parte de la policía griega con los neonazis de Amanecer Dorado. El apoyo silencioso y el encubrimiento de muchas de sus acciones eran más que un rumor; eran una realidad. Tal y como destacó en su momento el portal Forensic Architecture, «la investigación estableció que miembros de Amanecer Dorado, incluidos algunos de los funcionarios más altos del grupo, actuaron de manera coordinada en relación con el asesinato, y que miembros de las fuerzas especiales de élite de la policía de Grecia, conocidas como DIAS, estaban presentes en el lugar antes, durante y después del asesinato, y no intervinieron». De hecho, durante el juicio, los policías que habían presenciado el ataque reconocieron que, después de informar sobre lo que estaba sucediendo, se les había dado la orden de no intervenir. «Recibimos órdenes de mantener la distancia y de seguir dándoles una idea de lo que estaba pasando», aseguró uno de los policías presentes. Declaró, además, que ellos solo eran ocho y que los nazis eran numerosos –hasta 50– con lo cual «poco se podía hacer».

El caso permitió investigar a fondo a Amanecer Dorado y, tras un juicio que se inició en 2015, que duró cinco años y por el que pasaron más de 150 testigos, se pudo demostrar que la formación neonazi era más que un partido político: actuaba como banda criminal. Amanecer Dorado desapareció y la cúpula, entre los que se encuentra una de sus caras más visibles, Ilias Kasidiaris, fue encarcelada.

Muerto el perro, no muere la rabia

Si bien la desaparición de Amanecer Dorado supuso un golpe en los círculos neonazis en Grecia, el fascismo está muy lejos de darse por vencido. La sorpresa se dio hace solo tres meses, cuando el partido neonazi Espartanos, fundado en 2017 por Vassilis Stigas –quien en el pasado había formado parte del conservador Nueva Democracia, actualmente en el gobierno– consiguió aglutinar el 4,68% de los votos. Es decir, superó el 3% mínimo para entrar en el Parlamento y se hacía con 13 escaños.

Lo sorprendente de este resultado fue que Espartanos, que ni siquiera contaba con oficina en Atenas, no se había presentado a la primera convocatoria electoral del 21 de mayo y ni siquiera había hecho campaña electoral, consiguiese tal masa de votos. Pero había motivos para entender este auge repentino: dos semanas antes de los comicios, la cara más visible de Amanecer Dorado, Ilias Kasidiaris, desde la cárcel donde cumple una condena de 13 años por pertenencia a banda criminal, pidió el voto para ellos. En la convocatoria de mayo, Kasidiaris había impulsado la creación de una coalición de extrema derecha bajo el nombre Griegos por la Patria, pero no se le permitió registrar el partido. Pidiendo el voto para Espartanos en la segunda convocatoria, Amanecer Dorado volvía a entrar por la puerta de atrás en el Parlamento heleno.

Los padres de Pavlos Fyssas (segunda y tercero por la derecha) en la cabecera de la manifestación, en Keratsini. Q.C.C.

Son pasadas las seis de la tarde y junto al monumento dedicado a Pavlos Fyssas no cabe ni un alfiler. Hay pancartas de todo tipo, lonas y personas de todas las edades. Gente que viene sola o con amigos, gente que viene con sus hijos e hijas pequeños. El acto para recordar al rapero asesinado arranca con diferentes parlamentos enérgicos que tienen una consigna en común: hay que aplastar al fascismo.

Zetta Papalexopoulou tenia tan solo ocho años cuando asesinaron a Fyssas; hoy tiene 18 y aquí está, en una de las columnas que marchan delante. Asegura que recuerda perfectamente haber visto “las calles en llamas” en los noticieros, también recuerda cómo sus padres lo comentaron en casa: “Oí que lo decían, pero ellos votan a la derecha, así que nunca he tenido demasiado apoyo. A partir de los 12 años empecé a asistir a esta manifestación para demostrar que estoy en contra de los nazis. Los jóvenes, aunque éramos pequeños, sentimos cómo de injusto fue aquello. Recordaba a lo que le habían hecho a [Alexis] Grigoropoulos [un chaval de 15 años muerto a manos de la policía de un disparo al corazón en diciembre de 2008]”. La joven, que a su edad tiene las ideas muy claras, aún no se puede creer que los neonazis hayan vuelto al Parlamento de la mano de Espartanos: “Estoy muy decepcionada, y los jóvenes estamos nerviosos, porque el futuro que nos espera es incierto. Mis amigos y yo vamos a todas las manifestaciones, alzamos la voz, pero sinceramente, no sé si sirve para algo, porque no vemos los resultados. ¿Por qué los continúan votando?”, dice desanimada. “Lo que más me fastidia es que Nueva Democracia pretenda hacernos creer que se alegra de que la cúpula de Amanecer Dorado esté encarcelada. Es mentira: se alegra porque así puede recoger sus votos”.

El 18 de septiembre de 2013, Maria, que en aquél momento tenía 55 años, vivía en Gran Bretaña. Se enteró de lo que había pasado porque se lo contó su familia en Grecia. Es la primera vez que asiste a la manifestación en recuerdo de Fyssas porque hasta este año ha vivido en el extranjero. Lleva una camiseta en recuerdo del rapero y anima a escuchar las letras de sus canciones. “Aquí tenemos muchos nazis, ¿lo sabes?”. Preguntada sobre qué opina de la vuelta de los neonazis al Parlamento, prefiere no hablar. “Hoy es un día para recordar a Pavlos, no para hablar de ellos. Si quieres hablar de ellos, que sean ellos mismos los que te cuenten qué planes tienen para Grecia”, dice. Pero añade: “Es terrible. Aquí, y también en Europa”.

 

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