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EE.UU., EE.UU., Mundo :: 29/12/2018

EEUU: Obsolescencia estratégica

Umberto Mazzei
Los EEUU y sus aliados no son más que un mercado obligado a comprar armamento

El producido por el conglomerado militar- industrial de EEUU. Es cierto que la Economía de Guerra sacó a EEUU de su recesión económica en tiempos de F.D. Roosevelt, pero es que esa guerra acabó en 1945 y los sucesivos gobiernos han continuado con ella hasta 2018, buscando siempre un pretexto para justificarla. En efecto, si alguien se toma la molestia de examinar las cifras del contexto económico de los EEUU y las guerras en que ha asumido un rol protagónico a partir de la Guerra de Corea, va a encontrar un paralelismo muy significativo. Hasta la Guerra de Vietnam, esas guerras y esos muertos no tenían un costo político. Por eso se eliminó el servicio militar obligatorio en EEUU y en todos los países aliados en la OTAN, porque en ejércitos de ciudadanos, cada soldado muerto tiene dolientes.

Con los ejércitos profesionales, el soldado muerto se supone que es un profesional que simplemente escogió una profesión peligrosa, casi como un mercenario. Así hay menos impacto en la población y, por lo tanto, menos impacto político. El gobierno de Washington puede escoger guerras con países que en ningún momento han agredido a EEUU y, ante esa realidad, se fabrican supuestos actos hostiles cometidos invariablemente por países que no tienen los medios para cometerlos y que en ningún caso la posibilidad de salir victoriosos en una confrontación con EEUU; suelen ser guerras remotas y sin riesgo que sirven de pretexto para aumentar cada vez más los presupuestos destinados a la industria armamentista de EE.UU. Una política que cada tanto inventa amenazas inexistentes contra sus aliados por parte de rivales militares creíbles (Rusia o China) para obligarlos a comprar armamento norteamericano.

Un problema que no siempre salta a la vista es que el programa de fabricación de armamentos de EEUU se quedó anclado en criterios estratégicos que fueron exitosos durante la Segunda Guerra Mundial. Básicamente se trata de desarrollar la capacidad y alcance del llamado bombardeo estratégico que, a pesar del nombre técnico, consiste en bombardear la población civil del adversario. Según el Derecho Bélico Internacional, los ataques nunca deben dirigirse contra la población civil. Durante una fase de la Segunda Guerra Mundial, durante la batalla aérea llamada en inglés “The Battle of the Chanel”, ingleses y alemanes se enfrascaron en una lucha por bombardear la población civil del país enemigo. El asunto terminó mal para los alemanes, porque después de la entrada en la guerra de los EEUU, la supremacía aérea de los aliados anglosajones permitió los bombardeos “en tapete hasta la entera destrucción de Alemania y sus aliados”. Desde esa época el bombardeo aéreo es el arma preferida de EEUU, porque desde entonces ha gozado del control de los cielos. Desde la Guerra contra Japón en el Pacífico, una forma de proyectar globalmente esa superioridad aérea son los llamados Carrier Groups. Son portaviones escoltados por grupos de barcos de guerra que pueden ser desplazados por vía marítima para imponer en cualquier rincón del mundo la supremacía de la potencia destructiva de la aviación de guerra de los EEUU.

Así, cuando la influencia económica de China comenzó a atraer socios en Asia y el Océano Pacífico, Hillary Clinton, la Secretaria de Estado en esa época, anunció lo que llamó Pivot to Asia (Giro hacia el Asia) de la política de Washington, cuya forma más visible constituyó en enviar al Pacifico la mitad de los 11 portaviones de la US Navy. Esa estrategia de portaviones se refleja en la reciente imposición del rearme a su vasallo japonés. El Primer Ministro Abe de Japón acaba de anunciar que su país construirá dos portaviones, para combatir la creciente presencia militar de China en el Pacífico, en esto Japón sigue la misma estrategia norteamericana a pesar de que tanto Rusia como China han desarrollado potentes misiles hipersónicos imposibles de interceptar que convierten a los costosísimos portaviones en objetivos muy grandes, fáciles de destruir.

Otro despliegue de la superioridad aérea norteamericana ha tenido lugar con la proliferación de bases aéreas norteamericanas en Europa, justificado tal vez durante la Guerra Fría, pero que sigue sucediendo después del colapso de la Unión Soviética. El último incidente es el desmembramiento de Serbia -tradicional aliada de Rusia- para arrancarle la su provincia de Kosovo, después de 72 días de inclementes bombardeos por la OTAN, Serbia no representaba ni remotamente una amenaza ni contra sus vecinos europeos ni contra EEUU. El propósito de esa injustificada agresión quedó claro cuando EEUU fue el único país importante que reconoció la independencia de Kosovo y negoció con el gobierno instalado por ellos en Pristina la concesión de una base aérea. La más grande de Europa y a pocos minutos del territorio ruso. Luego vino la instalación de bases misilísticas en Polonia, la Republica Checa y Rumania con el pretexto de proteger a Europa de unos inexistentes misiles nucleares de Irán. Esas supuestas bases defensivas tienen también capacidad ofensiva y están cada vez más cerca de la frontera rusa, con lo que disminuye el tiempo de reacción para derribar un misil norteamericano, dirigido contra un objetivo ruso. Ante Rusia, estos actos aparecieron como pasos previos para tener ventaja en un ataque contra Rusia.

Luego, en 2014, siguió el derrocamiento violento organizado por Occidente de Victor Yanukovych, Presidente légitimo de una Ucrania amigable con Rusia, en un intento evidente de acercar las fuerzas de la OTAN a la frontera de Rusia. El Kremlin tomo nota de esos preparativos hostiles y entró a modernizar tecnológicamente su capacidad defensiva y ofensiva. Los militares y científicos soviéticos estaban muy conscientes de la superioridad norteamericana en medios de ataque aéreo; por lo que Rusia solo tuvo que terminar de desarrollar excelentes medios defensivos que la anulan completamente como las baterías móviles S-400 y las próximas S-500, con mayor radio de cobertura y precisión. La defensa antimisilística y antiaérea de EEUU contra un ataque está basada en la confrontación y en los medios ofensivos disponibles en la época soviética. Esto es un ataque por el Ártico, con baterías antimisiles instaladas en Canadá y en el norte de los EEUU. Como medios ofensivos, Rusia ha desarrollado misiles crucero hipersónicos de largo alcance y maniobrables.

A esta vulnerabilidad de los EEUU a un ataque proveniente del sur, puede que obedezca la negociación en curso entre Caracas y Moscú de un acuerdo para establecer una base aérea rusa en la isla venezolana de la Orchila, en pleno Caribe a 200 kms. de Caracas. Esa movida rusa -reflejo del acercamiento de bases de la OTAN a la frontera rusa- representa esta vez acercar medios ofensivos al sur indefenso de los EEUU. Sin duda, esto será motivo de mucha preocupación en Washington. Lo que Putin o Maduro deben tener en cuenta es que, si bien la Orchila es una pequeña isla fácil de defender de un ataque aéreo con unas cuantas baterías S-400, Caracas está en el continente y conectada por tierra a Colombia, país que ahora es casi miembro de la OTAN.

Los EEUU tienen siglos de experiencia en eso que ellos llaman Regime Change o Cambio de Régimen. No hay que ilusionarse con que las Fuerzas Armadas Bolivarianas vayan a presentar una infranqueable resistencia, sobretodo si además están obligadas a vigilar la frontera con el Brasil de Bolsonaro.Otra opción rusa es renovar con La Habana el arrendamiento de la base naval que hasta hace poco tuvo Rusia en Cuba. La marina rusa tiene capacidad de lanzar misiles crucero de largo alcance y efectividad desde barcos pequeños; como lo demostró disparando misiles desde el Mar Caspio que mostraron su precisión alcanzando sus blancos en Siria durante la batalla por Aleppo. Cuba, como es una isla bien defendida, no tiene el riesgo de sufrir una invasión terrestre para cambiar su gobierno por un régimen que cancele el arrendamiento de la base naval a Rusia.

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