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Colombia :: 26/11/2003

El centro izquierda: ¿alternativa revolucionaria o reencauche de los partidos de la burguesía colombiana?

Oto Higuita

Está agitado el ambiente político en Colombia, y de qué manera. Lo que ha desatado el temporal ha sido, en primer lugar, el naufragio del referendo maniqueísta de Álvaro Uribe, del que no pudieron disimular el entierro multitudinario que recibió el 25 de octubre cuando quien se suponía debía darle vida, el pueblo, lo sepultó. Le sigue a lo anterior, el auge y triunfo del llamado centro izquierda que ganó la alcaldía de la capital con Lucho Garzón y la parafernalia que se desató con el Polo Democrático Independiente (PDI).

Se suma a la tempestad tropical, las renuncias al mejor estilo circense de los ministros de interior y justicia Fernando Londoño Hoyos, un viejo zorro conocido por desfalcar el estado, convertido en adalil anticorrupción, y de defensa, Marta Lucía Ramírez, la cara de reina y mano firme que administraba la guerra, además de otras cuantas cabezas a quienes el presidente les pasó cuanta de cobro tras la derrota del referendo. Agreguémosle al cambiante panorama político, las renuncias - otra vez el espanto de la corrupción que tanto atormenta nuestro presidente - del comandante de la policía y de su subalterno en Medellín por dejar pasar por sus narices y no parar el despilfarro de dinero en la policía. Completa la jornada de tormentas tropicales, el anuncio del llamado Plan B del gobierno, para cumplir el ajuste fiscal y el pago de la deuda externa, siguiendo obediente y cumplidamente lo que le “sugiere” el FMI. Y finalmente, el ojo del huracán, el escándalo que ha dasatado la llamada desmovilización de los aliados ideológicos y militares del gobierno de Alvaro Uribe, los paramilitares. Ni la agencia Human Rights Watch se ha creído esta farsa. Como un espectáculo de impunidad y una parodia los calificó esta agencia. Para resumir, como diría el refrán popular: con caras gano (Uribe) con sello pierde (pueblo). O como dijo Aurelio Suárez (ver Rebelión sección Colombia) “El FMI nunca pierde?”

En este artículo analizaremos las implicaciones que el PDI y la nueva centro izquierda tiene para el movimiento popular y revolucionario en Colombia.

Medios Masivos de Alienación (MMA) colombianos y la promoción del centro izquierda
Los MMA en Colombia como Semana, especialista en el falseamiento de la realidad del país; el diario El Tiempo, el mayor formador ideológico de las clases dominantes; emisoras de radio Caracol y RCN, loritas repetidoras de lo que mandan sus dueños; y las llamadas voces libres e independientes que no podían faltar al espectáculo que ofrece el momento, están empeñados en establecer una verdad: que el triunfo de Lucho Garzón a la alcaldía de Bogotá y de otros candidatos del PDI en las elecciones del pasado domingo 26 de octubre es la muestra de que “la violencia como arma política queda definitivamente sin peso en Colombia” (Semana 8 Nov, entrevista a Lucho Garzón). ‘Verdad’ revelada por esta descollante afirmación: “Desde Luego, ningún hecho, como las victorias de la izquierda en Bogotá, Valle, Narino y Barrancabermeja…pesan tanto para acorralar el concepto de la lucha armada”, y continúa: “En particular, el ascenso de Lucho Garzón, quien a la vez que asume de frente su carácter de líder de la izquierda, condena de manera tajante el terrorismo guerrillero. Fenómenos como el de Garzón o Navarro Wolf son contundente prueba de que aquella expresión según la cual los votos pueden más que las balas no es mera retórica. Sino un potente instrumento de legitimación de la democracia”, El Tiempo, editorial del 28 Octubre.

Exactamente eso es lo que quieren los principales formadores ideológicos, escuderos de los momificados partidos burgueses Liberal y Conservador. Revivir y relegitimizar el cadáver de la “democracia” colombiana a través del reencauche de los “nuevos” líderes de la socialdemocracia, Lucho Garzón, Antonio Navarro y el PDI. Copian y usan, sin el más mínimo rubor, el lenguaje del imperio en su llamada cruzada internacional contra el terrorismo. De allí que lo que más les interesa resaltar de Lucho G., es su carácter de líder izquierdista y la forma “tajante” en que condena a las fuerzas guerrilleras por hechos de los que aún no se sabe quién está detrás. ¿Recueradan el caso de la mujer con el collar bomba, hace 3 años? El mismo estilo, el mismo propósito. Señalar y condenar primero al adversario, la insurgencia, así después se descubriera que habían sido delincuentes comunes los autores de aquel crímen. Pero en esta campaña de los MMA, también los hay que aspiran, como Antonio Caballero, una de las plumas que más palos da a diestra y siniestra y más polvoredas levanta desde sus artículos en Semana, a que el avance de la izquierda “democrática” tras el triunfo de Garzón en Bogotá sirva para “bajarle la cresta al uribismo, darle una oportunidad a la izquierda civil y desarmada”. (Semana, 1 Nov.) O cuando afirmaba que sería lo mejor para Colombia si la alcaldía de Bogotá la ganara Lucho Garzón y el PDI, “que es la izquierda democrática”. Y así demostrar que “es posible en Colombia eso que durante tantos decenios se ha tratado de decapitar a tiros, que es la izquierda civil, y en consecuencia ha sido sustituida por la izquierda armada, la izquierda militarizada, o sea derechizada, que hay en el monte”. Las mismas ideas expuestas por El Tiempo, pero esta vez dicho por un mago de la palabra. Bautizar a Lucho Garzón y al PDI como la izquierda democrática, y condenar la lucha armada con frases que más que ayudar a entender lo que sucede, crean confusión, como eso de que en el monte está la ‘izquierda derechizada’.

Propaganda para el PDI y promosión a sus líderes

¿Por qué pone la burguesía tanto énfasis a través de sus medios y formadores de opinión (ideólogos) de que en Colombia la lucha armada revolucionaria no tiene razón de ser, y que perdió su vigencia luego del triunfo electoral de la socialdemocracia? En un país donde todos reconocen el hundimiento y la debacle histórica de los partidos tradicionales, ¿llenará el PDI este vacío con un programa radicalmente diferente y opuesto a lo que han hecho las clases dominates por más de un siglo? ¿O es el PDI la nueva estrategia de las clases dominantes para relegitimizarse, cooptar a sus líderes y preservar el poder? ¿El PDI va a ser el apagafuegos del movimiento revolucionario, o va a ser plataforma de lucha por la recuperación de la soberanía, el rechazo al ALCA, a la deuda externa, por la soberanía alimentaria e integración Latinoamericana con base en la justicia social?

Para responder estas pregunta es necesario tener en cuenta que en Colombia, como la historia ha demostrado también en otros lugares, ha habido un largo debate ideológico acerca de cuál es, qué y a quién representa la izquierda revolucionaria. La particularidad y complejidad de este debate esta en el hecho de que paralelo a la existencia de un movimiento revolucionario de masas, muy a pesar de los fracasados intentos de exterminio que ha sufrido, (UP, movimiento sindical, campesino) con presencia e influencia en el movimiento popular, existen unas guerrillas que son, en esencia, el acumulado histórico de la lucha armada revolucionaria. La tendencia socialdemócrata del movimiento guerrillero, se desmovilizó a comienzos de los 90s.

El M-19, la principal guerrilla socialdemócrata, y una gran parte del Ejercito Popular de Liberación de origen marxista leninista, luego bautizados como Esperanza Paz y Libertad, entregados por la dirección de aquel entonces en el más burdo acto de traición y alianza con el estado, más otros pequeños grupos que se desmovilizaron y entregaron las armas, formaron la Alianza Democrática M19, cuyo objetivo era llenar el espacio político como alternativa al proyecto histórico de la élite dominante a nombre de la “izquierda desarmada”.

Finalmente, terminaron cooptados la mayoría de sus cuadros, cuando no convertidos en verdugos y agentes de la represión estatal muchos otros. Finalmente terminaron siendo lo que todos adivinábamos: títeres usados por el estado y las maquinarias políticas contra las posiciones revolucionarias del movimiento popular y las fuerzas insurgentes que no se desmovilizaron. Estos hechos innegables de la historia, hay que tenerlos en cuenta para poder entender lo que esta sucediendo hoy en la disputa por el espacio político.

¿Dónde está la izquierda revolucionaria del movimiento popular?
En los movimientos y partidos revolucionarios que aún existen a pesar de la debacle y ataques sufridos después del desplome del bloque socialista en los 80s, el Partido Comunista colombiano, el Partido Comunista ML, el MOIR, los socialistas, y el sector campesino que lucha por la tierra y la soberanía alimentaria, el movimiento popular contra el ALCA y las fumigaciones de las selvas del país, los sindicatos clasistas, la USO, y una parte importante de la CUT, y otros sectores que se haría largo enumerar aquí. Todos ellos han dado vida al FSP, como una plataforma política unitaria que confronte el modelo económico de las clases dominantes y al imperialismo, para defender los recursos naturales como inalienables, el no pago de la deuda externa que asfixia la economía, y la suspensión de los tratados comerciales y militares que violan la soberanía y sacrifican los intereses de la mayoría pobre del país.

Sin embargo, para la izquierda revolucionaria, son básicos los siguientes criterios. Primero, que la lucha de clases está vigente y se profundiza cada vez más en el planeta. La globalización que le ha sido impuesto a los pueblos del mundo a través del libre mercado, las privatizaciones, el neoliberalismo y el dominio global que ejercen instituciones como la OMC, el FMI, las CMNs, no es más que la nueva máscara con que se cubre el imperialismo para seguir la explotación de las naciones/pueblos. Éste se encuentra, de nuevo, en una fase expansiva y competitiva que lo ha llevado a ser cada vez más agresivo y a imponerse por la fuerza, lo que ha generado una contrareacción que se expresa de distintas formas, como los atentados suicidas que sacuden el Medio Oriente y la península arábica (Irak, Afganistán, Palestina, etc) en la disputa por las riquezas y los mercados (ALCA), con el objetivo de asegurar mayor acumulación a sus empresas transnacionales. De ahí que, cualquier estrategia de poder que no tenga en cuenta éste aspecto fundamental no pasa de ser pura demagogia. Segundo, las luchas de los pueblos por su libertad, independencia, soberanía y repartición justa de las riquezas, no sólo están vigentes sino que está llevando a un enfrentamiento a las clases y pueblos explotados contra la globalización capitalista, el imperialismo. Tercero, la disputa ideológica por reagrupar la izquierda revolucionaria y dotarla de un programa unitario que dé cuanta de las necesidades básicas del pueblo se ha venido dando en la última década, luego de la desaparición de la socialdemocracia del escenario político tras el fracaso de Alianza Democrática M19, al comienzo de los 90s. El último intento por unir la izquierda revolucionaria, fue a partir de la constitución del Frente Social y Político a finales de los años 90s, y que se lanzó como movimiento político en el año 2.000

Izquierda revolucionaria vs centro izquierda

¿Por qué esta distinción? Por que la burguesía y sus formadores de opinión, han declarado, de un lado, la guerra ideológica y de desprestigio al FSP, la izquierda revolucionaria; y, por el otro, nos quieren hacer creer que la única alternativa “aceptable” en Colombia es la socialdemocracia.

Precisamente una de las que más claramente han planteado el debate es Maria Jimena Duzán, quien hizo campaña por Lucho Garzón a la alcaldía de Bogotá desde su columna de “opinión”, y quien afirmó: “El Polo es un incipiente partido que aún tiene por resolver muchos interrogantes…Su relación con la izquierda recalcitrante (¡?) ...demuestra que al Polo le hace falta mas de un hervor…y desde que Navarro Wolf y Lucho firmaron el pacto contra el terrorismo, las relaciones con el Frente Social y Político, la izquierda mamerta…han sido más que distantes”. Y remata con esta sentencia: “El hecho de que estos grupos de izquierda tiendan a desaparecer como fuerzas electorales favorecería al Polo y a un proyecto de centroizquierda, que estaría cada vez más sintonizado con un electorado urbano de estrato medio y medio bajo…” El viejo sueño de la pequeña burguesía. Y de Maria Jimena Duzán.

Crear, desde la opinión del Tiempo, una clase media, aliada a la socialdemocracia que salve al país de la crisis en que está, y de paso a la clase dominante, principal responable de la sitaución que afrontamos. Lo que no nos explica Jimena Duzán es cómo cree que debe desaparecer la izquierda revolucionaria. Por que creemos que no está de acuerdo con que la desaparezcan a tiros. Aunque como ella bien sabe, esto lo vienen haciendo durante décadas.

Otro opininador, Oscar Collazos, quien hace poco recibió cientos de emails con amenazas por criticar a Uribe y la derecha, también hace su aparición en el debate, con un artículo titulado, “¿Quién le teme a la izquierda?” (El Tiempo, octubre 30) Donde afirma que:“La izquierda democrática ha asumido dos desafíos: desmarcarse de la guerrilla y sus métodos y aceptar que los cambios que propone sólo se podrán dar desde la institucionalidad y con las reglas que dicta el juego electoral.” ¿Quién dicta las reglas? ¿Quién ha impuesto siempre una salida a sangre y fuego a los intentos de formar movimientos políticos revolucionarios legales en Colombia? ¿Ejemplos? La Unión Patriótica, Frente Popular, A Luchar, etc. La lista con los nombres de los asesinados por apostarle a una salida política negociada al conflicto se haría tan larga que, aunque no hacemos justicia con todos ellos y ellas, la ciframos en miles.

Habla Lucho Garzón

Como nuevo vocero del centro izquierda, ha concedido varias entrevistas donde expone su programa de gobierno y su concepción de la política, el gobierno y el poder. (Ver revista Semana sábado 8 Nov, y Rebelión 27 octubre) Políticamente se define como un seguidor del modelo de Lula en el Brasil, proponiendo el día sin hambre para los más pobres de Bogotá. Habla de crear unos “bancos de alimentos”, reconociendo que así sea asistencialismo, el objetivo es “cero tolerancia al hambre”. Comparándose con Lula sostiene que ambos son irreverentes con los códigos de la izquierda, que tiene problemas con los sectores más “recalcitrantes” de ésta, y que ambos tuvieron grandes rupturas con los mamertos, el Partido Comunista.

Sobre el tema de la conciliación como uno de sus rasgos personales, afirma: “Mi talante es el de un concertador, no el de un conciliador, que es quien nunca decide nada y no deja administrar. El concertador es el que entiende los intereses de todos e intenta ver cómo hace un fondo común. Yo soy un buen negociador y eso me permite entender las dificultades del otro.”(sic)

Ante la eventualidad de tener que enfrentar un conflicto con un gremio como el de los taxistas, u otros sectores sindicales y sociales, dijo: “Nunca uno puede decir que la única salida es la fuerza, hay salidas de persuasión. Pero yo bajo chantaje no actúo, ni actuaré.” Advirtiéndo al movimiento sindical y social que no cederá ante las presiones. ¿Cuáles? ¿Las movilizaciones, huelgas y protestas populares que lo hicieron a él mismo líder izquierdista?

En el tema del Country Club, un exclusivo club al norte de Bogotá, que llevó a la alta sociedad capitalina socia del club a votar por él por que les prometió que no lo volvería parque público, dijo: “Mi prioridad no está en hacer del Country un trofeo de populismo sino cómo hacer para que los ricos del Country ce acerquen a los más pobres.(…) Yo soy un izquierdista diferente, no estoy a favor de las expropiaciones.” Aquí se le olvidó decir que cuando los ricos en Colombia se le acercan a los pobres es para darles en la cabeza con el palo de golf, y los pobres para retenerlos y sacarles plata.

Hablando Ssobre el PDI y las 3 tendencias que lo conforman: “En una tendencia, el independentismo de Navarro, otra en la lógica de la internacional socialista y hay otra muy radicalizada en la izquierda tradicional, como Carlos Gaviria.” Por qué señala a Carlos Gaviria, un senador y profesor universitario, demócrata de origen liberal, como líder de la izquierda “radicalizada y tradicional”?. ¿Qué pretende al señalarlo de radical en dicha entrevista? ¿El anuncio de su jefatura caudillísta para las próximas elecciones presidenciales?

Finalmente, preguntado sobre la diferencia entre gobernar como hombre del pueblo, así lo describe la entrevistadora, y hombre del establecimiento, responde, sin pelos en la boca: “La izquierda normalmente se ha encargado de decir que todo es malo. Hace 10 anos cayó el muro de Berlín y se acabaron las verdades reveladas. Todo esta por crear. A la izquierda le ha tocado salir del discurso panfletario a decir qué propone. Y en eso me he caracterizado yo, en el mundo sindical y ahora. Yo gané gobierno, no poder, y por eso no voy a hacer ninguna revolución.”

Después de esto, seguro sus aliados de los partidos burgueses tomaron nota, como los estrategas del Pentágono y la Casa Blanca, no hay duda. Y los empresarios, terratenientes, todo el mundo. La centro izquierda sólo quiere gobernar, no quiere el poder. Ése lo deja en manos de quienes lo han tenido. ¿Han tomado nota los sectores populares y revolucionarios? No sabemos, a lo mejor ya muchos se han comido el cuento de que estamos ante un “izquierdista diferente”, que no le causa miedo a los amos del poder.

Por el lado de los empresarios y terratenientes ya recibió la bendición, un buen chico, afirman. En la reunión previa a las elecciones parlamentarias, el ex presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, la institución que representa los intereses terratenientes, Juan Manuel Ospina, lo elogió y ofreció su apoyo ante un auditorio de 400 empresarios. Lucho, decía el vocero de los terratenientes,“está mostrando un camino alternativo en un momento de grandes decisiones para Bogotá y para Colombia”, “representa la necesidad de que en este país no sigamos en proceso de polarización.” Poco a poco Lucho Garzón ha empezado, también, a hacer parte de los socios del club contra el “terrorismo” que fundó Washington y que tiene un ejemplar discípulo en Álvaro Uribe. De ahí que venga jalonando el movimiento por la resistencia ciudadana contra la nueva amenaza que recorre el mundo como un fantasma, el ”terrorismo”, y haya firmado junto con Navarro el pacto contra el terrorismo. Lo anterior lo demuestra la marcha que propuso en plenas elecciones a la alcaldía de Bogotá, que “aísle el terror y el miedo, y condene este tipo de acciones”. Lo peligroso del afán con que va Lucho en su carrera política, es que cae en el mismo vicio y copia el mismo estilo de las clases dominantes cuando de crear imagen de “buenos” se trata. Más aún cuando no se sabe con certeza quién está detrás de éstos actos.

Conclusión

La campaña mediática de los grandes medios formadores de opinión colombianos para poner en el pedestal a Lucho Garzón, Antonio Navarro y al PDI y mostrarlos como la única alternativa política aceptable a la crisis y vacío de poder en el país, es ya un hecho político, de ello no hay duda. Pero estamos seguros que lo que hay de fondo, es el intento de la burguesía de relegitimarse en el poder a través de la “nueva” corriente socialdemócrata y sus voceros. Un papel que cumplen bien las nuevas figuras de la socialdemocracia y el PDI. Y por eso desde ya, se ve a los estrategas del Pentágono hacerle el guiño al ojo a las nuevas figuras de la socialdemocracia. Que la palmadita en el hombro del coloso del Norte, no sea una nueva frustración para el pueblo colombiano. Hay que estar alertas y prepararse para las batallas que vienen, intentando desenmascarar los “nuevos” bufones del circo político en Colombia. Es la tarea de todos los revolucionarios, demócratas y progresistas. A no permitir que se engañe más, a acabar de hundir el barco a la deriva de las clases dominantes colombianas con su recién adquirida tripulación a bordo.

Londres, 2003-11-26

Oto Higuita

 

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