lahaine.org
:: 28/06/2007

El Nunca más del presidente: La celebración de las cúpulas

Víctor H Abelando
Del sistema político uruguayo faltaron pocos. La derecha comprendió el mensaje y cerró filas junto al presidente, a diferencia del grueso de los frenteamplistas, que quedó con sensaciones encontradas. De todas formas el "Nunca más" presidencial camina, mientras la cúpula del FA busca argumentos para justificar su concurrencia

Algo estaba fuera de encuadre para la liturgia de una celebración de izquierda: la plaza Independencia estaba (SEMI) poblada de centenares de gorras militares, inmóviles junto a la dirigencia de los partidos de oposición (con la ausencia de los ex presidentes colorados y blanco), la abrumadora mayoría de los legisladores oficialistas y la nueva burocracia estatal. El desencuadre se prolongaba en las ausencias: nada (o casi) de pueblo frenteamplista, ni del otro, completaba la celebración del Nunca más del martes 19.

El poco más de un millar de personas que participaron junto al presidente Tabaré Vázquez, tuvo, por tanto, una composición muy distinta a la que acostumbra convocar la izquierda uruguaya. Carente de militancia frenteamplista, el acto se transformó en el encuentro de las cúpulas partidarias, militar y religiosa, una comunidad de intereses que presumiblemente no despertó el entusiasmo de los adherentes de izquierda, ni tampoco de la otra mitad de la población. La ausencia de frenteamplistas se vuelve más notoria siempre que se considere que la convocatoria partió del propio presidente (Tabaré Vázquez dijo el lunes 4 que quien lo quisiera acompañar fuera a la plaza Independencia), de la Mesa Política del FA e individualmente de los sectores frenteamplistas (con las numéricamente notables excepciones, por su poder de movilización, del MPP, el PCU, el PVP y los llamados sectores radicales, que participaron de un acto alternativo el mismo día).

A su vez -una ausencia simbólicamente trascendente en un día donde el Nunca más también incorporaba la condena al terrorismo de Estado-, tampoco estuvieron presentes las organizaciones de derechos humanos como Familiares y Serpaj, ni las sociales como la FEUU, FUCVAM y el PIT-CNT, que no convocó y dejó en libertad de acción a sus afiliados. Unos pocos dirigentes sindicales, en particular los miembros del grupo Articulación e integrantes del partido Socialista, decidieron finalmente ir a la plaza.

Exito

Desde la página web de la Presidencia se echaron las campanas al vuelo por el acto. Los titulares de las notas allí publicadas reseñaron: "Día del Nunca más fue acompañado por el calor del pueblo", "un nuevo paso hacia la reconciliación", "blancos y colorados a favor de la paz y la reconciliación".

La euforia que trasmitían esos títulos no obedecía exclusivamente a la natural costumbre de los medios oficiales de magnificar resultados: ocurre que realmente para Vázquez y gran parte del gobierno el operativo fue un éxito.

Para entender ese entusiasmo es necesario preguntarse qué se buscaba con el Nunca más, quién debía legitimar esa nueva concepción de "nunca más hermano contra hermano", y quiénes podían acompañar la idea de que el Ejecutivo diera por cumplida su obligación de investigar las desapariciones de personas tal cual lo obliga el artículo 4 de la ley de caducidad.

En primer lugar resulta claro que este Nunca más rompe con el relato histórico de la izquierda y se ubica, más allá de algunos desmentidos, en la concepción de los dos demonios. Tal ruptura hacía difícil la concurrencia de una militancia que históricamente combatió esa tesis sobre el pasado reciente, más aun después del rechazo generado por algunas iniciativas de la Presidencia (como la reparación a los familiares de militares muertos por la "sedición").

Tampoco resultaba creíble que la nueva concepción del Nunca más despertara el fervor participativo de los votantes blancos y colorados, poco propensos de por sí a concurrir, fuera de época electoral, a las actividades políticas y menos a las convocadas por un presidente de izquierda.

La legitimación buscada era probablemente la del sistema político, incluida la derecha, y la del poder militar. En ese plano el objetivo parece alcanzado, pues en el acto participó la gran mayoría de los dirigentes opositores, dando así aval a la propuesta presidencial. Es claro que no podían dejar de hacerlo, salvo en base a cálculos menores, porque el presidente se acercó en mucho a su visión de la historia. Paradigmático en esa dirección fue el abrazo de Vázquez con Pedro Bordaberry, una figura de especial simbolismo por ser hijo de quien es y porque meses atrás protagonizó un episodio de grabaciones ilegales que afectaron al hombre de confianza del presidente, el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, y al senador Rafael Michelini.

Por su lado los militares, con excepción de los sectores más recalcitrantes reunidos en el Centro y el Círculo Militar, han interpretado que ha llegado el momento del "punto final", al menos desde la perspectiva de un Poder Ejecutivo actuando como impulsor de las investigaciones sobre las violaciones a los derechos humanos. Para ello se remiten a los considerandos del decreto del 26 de diciembre de 2006, donde se afirma que "corresponde tener por cumplido el mandato impuesto por el artículo 4 de la ley número 15.848 en lo referente a detenidos desaparecidos en territorio uruguayo, sin perjuicio de la información complementaria que pudiese surgir en el futuro". Previamente, el Ejecutivo había cesado el pedido de información a los mandos sobre el destino de los desaparecidos.

Pero el presidente tuvo otro aval, el de los medios de comunicación. Otra vez, y como ocurrió el 2 de marzo, los canales de tevé abierta trasmitieron en vivo el acto sin que mediara un pedido oficial de cadena. Y amplificaron los contenidos del mismo, evitando tomas que abarcaran la plaza en su totalidad, pues dejarían en evidencia la esmirriada concurrencia.

Otro punto no menos relevante del éxito fue la participación disciplinada de la grey oficialista. Y lo hicieron quienes discrepan con la idea que anima este Nunca más y aquellos que la aplauden. Por ejemplo, de los socialistas concurrieron las dos alas, y mientras unos lo hicieron convencidos de la justicia del planteo gubernamental, otros fueron por "razones operativas". El editorial del Correo Socialista, escrito por su director Jorge Papadópulos, sostiene que "en los días aciagos de la polarización y el enfrentamiento entre hermanos, mi Juventud Socialista y mi partido reclamábamos y llevábamos a cada centro de estudios, a cada sindicato, a cada rincón del país en que lográbamos entrar la consigna que exigía "paz, pan y libertad’. Esta era nuestra verdad frente a un enfrentamiento que no queríamos y que no compartíamos". Lo que no dice el texto es que en 1967 el ps había firmado, en Cuba, la declaración de la olas, que reivindicaba la lucha armada como la "única vía de liberación de los pueblos".

En tanto, los dirigentes socialistas de la corriente garganista justificaron su presencia en la necesidad de no dejar solo al presidente, rodeado de la derecha y los militares. Un razonamiento esgrimido también en sectores como el MPP. La Vertiente Artiguista optó por hacer una lectura parcializada del discurso del Nunca más y eligió de todas las acepciones que incluyó Vázquez el 4 de junio aquella que le permitiera no romper con sus antiguos posicionamientos, y colocó pasacalles con la consigna "Nunca más al terrorismo de Estado".

Para la Alianza Progresista se trató de un paso "dirigido a construir el futuro", más allá de la confrontación derivada de estos años y sin renunciar a la justicia, la memoria y la verdad. Lo importante, remarcaron a Brecha altos dirigentes de dicho grupo, es que en la plaza estaban los que "son capaces de influir en la sociedad’.

Una nota distinta la dio el ministro de Trabajo, Eduardo Bonomi, que condicionó la reconciliación a la consolidación del país productivo y del trabajo, pues sostuvo que ello genera las condiciones para la ausencia de conflictos. Bonomi señaló a Brecha que la reconciliación no es fruto de un acto, y en base a su experiencia personal recordó que nació 44 años después de 1904 y que cuando comenzó a enterarse de la realidad, allá "sobre fines de los cincuenta, en mi casa todavía se hablaba de los "blancos degolladores"".

El uno

Pero el acto del martes refleja otro aspecto del accionar del presidente de la República, revelador de un punto de inflexión en la cultura de los dirigentes de la izquierda. Vázquez no legitima el hecho político del Nunca más ante su pueblo, lo hace ante la "clase política" y los medios masivos de comunicación.

En este plano, el mandatario parece dar un paso más en la ruptura del cordón umbilical con el Frente Amplio y comienza a ubicarse por encima de los partidos. De acuerdo a fuentes del gobierno, la lectura que hizo el servicio de prensa presidencial no es la que debía hacer con independencia del resultado negativo o positivo del acto, es lo que piensa el presidente. El éxito estuvo dado por esa capacidad de convocar a todo el sistema político y "no importa" -como dijo a Brecha un operador de Vázquez- que haya ido poca gente. "Ese no era el objetivo, ahora Tabaré quedó ubicado como un estadista que es capaz de reunir a todos, para sellar el pasado conflictivo."

Alejada por decisión propia la posibilidad de una reelección, sus allegados trabajan para transformarlo en una figura más allá de los anclajes partidarios. De ahí que los mismos operadores que actuaron cuando vinieron los asambleístas argentinos, o en la circunstancia del paro patronal de noviembre último, firmaran las pintadas llamando a concurrir con una bandera uruguaya.

En esa lógica resaltaron que la negativa a participar del Centro y del Círculo Militar, del diputado colorado Daniel García Pintos y, por otro lado, el acto alternativo del 26 de Marzo y la ci, muestran a Vázquez como un dirigente rechazado por los extremos, lo que indica la "mesura y consenso que comienza a generar su figura, por encima de intereses corporativos y sectoriales".

Los operadores presidenciales consultados, tras señalar que grupos como el pcu y el pvp no concurrieron para marcar perfil político, fueron condescendientes para la ausencia más significativa del martes, la agrupación Familiares, respecto de la cual dijeron comprender la "repugnancia" que les provoca reunirse con quienes hicieron desaparecer a sus hijos y parientes, pero agregaron: "La política no se hace en base a sentimientos".

Otro Nunca más

En la tarde del martes 19, un agrupamiento de organizaciones que incluía, entre otros, al 26 de Marzo, la ci, la Plenaria Memoria y Justicia, el Suatt y la Coordinadora de Jubilados y Pensionistas realizó un acto alternativo al oficial de la plaza Independencia. La convocatoria reafirmaba el concepto de que el Nunca más es al terrorismo de Estado y no a la "confrontación entre uruguayos", como expresaba el acto de la mañana.

Alrededor de tres mil personas manifestaron desde la Plaza de los Desaparecidos hasta las proximidades del Obelisco. Previamente hicieron un alto en el trayecto, cerca del Círculo Militar. La tranquilidad de la manifestación fue interrumpida por las piedras, petardos y bombas de pintura que parte de los manifestantes arrojaron contra la institución militar.

En la proclama leída, los convocantes hicieron explícito el repudio al acto oficial de la mañana, señalando que éste "fue convocado a partir del decreto del gobierno sobre el "Nunca más", que reinstala la "teoría de los dos demonios", y pretende consagrar una supuesta "reconciliación nacional" entre las víctimas del terrorismo de Estado y sus víctimarios. Intentan generar una nueva historia oficial. Se pretende borrar la memoria de nuestro pueblo, para hipotecar también nuestro futuro".

Sin embargo, la novedad tuvo lugar previo al inicio de la marcha. Desde el Ministerio del Interior se había anunciado que la manifestación estaría rodeada de un fuerte operativo policial, y así ocurrió. Si esto significaba un cambio frente a demostraciones anteriores de grupos opositores al gobierno, la principal modificación fue la actitud represiva de la Policía ante un corte de 18 de Julio.

Pocos minutos después de las 17 horas y cuando los manifestantes estaban concentrados en Rivera y Jackson, a dos cuadras de allí, en 18 de Julio y Eduardo Acevedo, unos 20 integrantes de la agrupación Fogoneros quemaron gomas interrumpiendo el tránsito. Un grupo de la Metropolitana ubicado cerca del lugar decidió reprimir y, sin mediar intimación alguna, comenzaron a golpear a quienes habían cortado la circulación. Como consecuencia de la acción policial fue herida una mujer y se detuvo a cuatro de los manifestantes, que fueron liberados pocas horas después por la justicia.

La ministra del Interior, Daisy Tourné, asumió la responsabilidad de la represión y anunció que ésa sería la conducta a seguir en el futuro ante cualquier corte de calle o rotura de vidrios.

Los miembros de la Metropolitana tomaron con gusto la orden y desempolvaron viejas prácticas, como buenos ejecutantes de la nueva política que preconiza Tourné, muy distante de la que promovió cuando los disturbios en la marcha anti Bush.

A consecuencia de la represión, la feuu y fucvam decidieron suspender la actividad que tenían planteada también en discrepancia con la convocatoria oficial.

Yo les avisé

Para explicar el viraje con respecto a la construcción histórica de la izquierda sobre el pasado reciente es necesario poner atención en los discursos preelectorales de Tabaré Vázquez.

En ellos la constante fue desarrollar la idea del "cambio con todos" y del "acuerdo social" como un componente estratégico de un futuro gobierno suyo.

En esas exposiciones, el actual presidente dejó de hablar de dos modelos de país y del neoliberalismo como una política nefasta para Uruguay.

En mayo de 2004, ante los empresarios argentinos, dijo que la génesis de la crisis que padecía el país estaba en el carácter "cansino, solitario y anclado en el propio pasado" de Uruguay.

Hasta el ascenso de Vázquez, el fa ubicaba las razones de los conflictos sociales y políticos en el choque de clases e intereses, en los que reconocía la legitimidad de los postergados para resistir la implantación de un sistema que provocaba más miseria y exclusión.

En esta línea argumental, la dictadura fue la implantación de un modelo socioeconómico regresivo que, producto de la crisis del Estado de bienestar batllista, buscaba acentuar la redistribución de la riqueza en favor de las clases dominantes. Pero como la dictadura era la culminación de un proceso, estuvo precedida por gobiernos autoritarios que gobernaron mediante medidas prontas de seguridad, ante las cuales era legítimo levantarse de las más variadas formas.

Sin embargo, la ruptura de ese relato histórico y las causalidades consiguientes, para ubicar a la sociedad como un todo ajeno a las contradicciones de clase y por ende armónico en sus intereses, no admite más razones para el conflicto que la impaciencia o la activación de los demonios que los hombres portan. De ahí la culpabilidad compartida en los hechos de violencia que vivió el país.

Montevideo, 22-6-2007, Brecha. Correspondencia de Prensa germain5@chasque.net

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal