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:: 16/10/2006

Entrevista con Jorge Zabalza: El horizonte insurreccional

Brecha
A la salida de la cárcel, en 1985, todos los tupamaros se planteaban una estrategia insurrecional, aunque hoy algunos traten de negarlo, dice el ex líder guerrillero. Ahora dicen, como Mujica: "No me hablen de revolución hasta dentro de 25 años".

N de la R: Zabalza se refiere en toda la entrevista al libro Donde hubo fuego, de Adolfo Garcé, que analiza la trayectoria del MLN-T (Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros) en los últimos 20 años, a diferencia de la mayoría de los libros escritos sobre este movimiento que se centran en las décadas del 60 y 70

Cuando al llegar a Santa Catalina, la tarde del martes 26, desenfundé vertiginosamente mi cuestionario, el "Tambero", algo abrumado, preguntó: "Pero yo... ¿puedo decir algo?".

-Creo que el objeto del libro, como dice Garcé, es el análisis de por qué un movimiento que defendió y practicó la revolución social hasta 1995, en diez años se volvió un movimiento electoral y el principal apoyo de Tabaré Vázquez. Garcé buscó los elementos de ese viraje en las bases ideológicas que tuvo el MLN [Movimiento de Liberación nacional, Tupamaros] y descubrió que eran múltiples. Si bien dice que había un pragmatismo, también estaban las visiones de la filosofía de la praxis, la economía marxista, el materialismo histórico, las visiones científicas de la historia (lo de científico yo siempre lo pongo entre comillas, mejor decir visiones materialistas).

Yo "dialectizaría" el esquema que él utiliza para dividir al MLN de entonces entre "frentegrandistas" y "proletarios". Todos tuvimos el horizonte insurreccional. El único acuerdo entre los que salimos de la cárcel fue que nosotros íbamos a hacer un trabajo hacia una insurrección popular e intervenir cuando sucediera algo parecido al 19 y el 20 de diciembre de 2001 argentino o a la huelga general del 73. No sólo Zabalza y su "combo", sino todo el MLN (Sendic, Marenales, Huidobro, Mujica) salió con ese horizonte insurreccional y con el acuerdo de que la clase trabajadora era la fuerza directriz para lograr la liberación nacional y el socialismo.

Por otra parte, en muchas cosas yo me encuentro frentegrandista. La primera mateada en La Teja fue por el Frente Grande. La hicimos un grupo de tupamaros (Yessie Macchi, Aquino, Tiscornia) que al salir de la cárcel fuimos a vivir a ese barrio y que en ese momento podíamos entrar en el casillero "proletarios". Sin embargo teníamos una visión de trabajo con la gente y tolerancia mutua.

Cuando Raúl Sendic habló en el estadio Luis Franzini dio tres opciones: el Frente Grande, el pedido de ingreso al FA [Frente Amplio] y la formación de un polo ideológico, que después fue el MPP [Movimiento de Participación Popular, estructura electoralista de Tupamaros después de salir de la carcel]. Era una línea conjunta con distintas visiones. Todos éramos en parte proletarios y en parte frentegrandistas. No se trataba de dos líneas completamente atrincheradas en sus posiciones.

Y Sendic tuvo también un horizonte insurreccional: defendió a los compañeros argentinos que cayeron en La Tablada. Sé que muchos se olvidaron de eso, incluso Edmundo Canalda. Yo estaba de acuerdo con Raúl en este tema, mientras que Canalda estaba de acuerdo con el "Ñato" Fernández Huidobro. Por eso llamo a dialectizar, porque todo estaba entreverado. No podías poner acá los rojos, acá los blancos; era todo rosado.

También pienso que el libro de Garcé es serio y documentado, y que permite comenzar el debate. Garcé lo hace, claro, desde su punto de vista. Él maneja las categorías que se manejan en la Facultad de Ciencias Políticas, no las nuestras. Entrevistó gente de todos los pensamientos que corrían por el MLN. Colaboré mucho con él porque el secreto o el manejo recortado de la información es una cuestión de poder. Se ha volcado durante diez años la verdad con cuentagotas en aras de formar una imagen mediática de "yo no tuve nada que ver con la lucha armada, con la revolución, yo soy un santo inocente". Y esa imagen tiene su trayectoria secreta. Para mí la verdad es revolucionaria. Uno vuelca información y después los periodistas y la gente se forman la opinión que quieren.

-Lo que está señalando parece estar en conflicto con las dificultades que Garcé manifiesta haber tenido para acceder a los documentos de la V Convención

-Yo se los proporcioné, al igual que el Plan 1991-1992. Me parece que eso obedecía a una línea de pensamiento colectiva vigente hasta el 94. Ese plan salió por unanimidad de un Comité Central integrado por Fernández Huidobro, José Mujica, Ernesto Agazzi, Juan José Domínguez, Eduardo Bonomi Este libro deja aun más claro el viraje. Los compañeros lo asumirán o no, pero fue un viraje brutal.

Ha ocurrido en otros casos. El Partido Socialista y el Comunista hicieron algo similar. Pero acá pasamos en diez años de un horizonte insurreccional que nos llevaba a determinada práctica de masas a Como cuando el Filtro [Hospital de Montevideo donde se hizo en 1992 una gran manifestación contra la extradición de 8 etarras, en la que la represión produjo 7 muertos], donde estuvimos todos. Nadie puede olvidar que si nosotros estábamos en la calle, Fernández Huidobro estaba convocando desde la 44, la Radio Panamericana, que dirigía Mujica. En diez años pasamos de esa práctica de masas a una que tiene como instrumento la demagogia, el trabajo con las imágenes mediáticas, el discurso parlamentario.

-¿Considera este proceso como una "adaptación a la democracia", como propone Garcé?

-Adaptación al sistema de poder. La clase dominante te dice "andá al Parlamento y desde ahí tratá de hacer lo que puedas". E incluso cuando los partidos tradicionales se desgastaron, te dice "podés acceder al Poder Ejecutivo pero tampoco te vayas a hacer el loco. Tenés que firmar el acuerdo con el Fondo Monetario, honrar la deuda, permitir que los ganaderos y los frigoríficos se lleven 850 millones de dólares por año sin pagar detracciones ni impuestos. Y tenés que firmar un TLC con Estados Unidos". Es una adaptación, no a la democracia, sino a la actual forma de dominación, muy parecida a la del 1900.

Mirá, soy muy seguidor de Carlitos Real de Azúa. Hace poco releí El impulso y su freno. Con toda su verba florida hace un análisis del batllismo donde señala que las dos cosas que no se animó a tocar Batlle fueron los estancieros y el imperio. Y que ahí está la razón del freno, de la caída del batllismo. Lo dice en ese libro que es del 64. Y éstos justamente están haciendo lo mismo. Están mascando el freno de no tocar al latifundio ni al imperio, o al revés, haciéndoles los mandados.

El MLN siempre dijo que las finanzas debían venir de la recuperación de lo que la clase dominante había robado al pueblo. Y lo practicamos. Desde el punto de vista ideológico yo lo creo completamente justificado.

Era un discurso que teníamos a la interna, y algunos incluso lo manejábamos públicamente. Y quienes se insertaron en la vida política convocados por nuestro horizonte insurreccional eran receptores propicios de ese discurso, que se mantuvo entre el 85 y el 94. Y creo que, dadas nuestras raíces, se cometieron errores de los que me siento corresponsable.

-¿Cuándo la expropiación es un error?

-Cuando no tiene objetivos políticos o no es comprendida por el pueblo. La regla de oro de Raúl Sendic era que la violencia revolucionaria fuera utilizada de forma tal que la gente la entendiera, aunque no la compartiera. Como ocurrió con la Financiera Monti y en un montón de casos más. Raúl reiteraba mucho eso porque algunos, muy "troncos" [brutos], pretendíamos hacer cosas que se apartaban de las posibilidades de comprensión del pueblo.

-¿También hubo entrenamiento militar en ese período?

-Hubo. Además una organización como la nuestra debía plantearse la autodefensa. Había que refrescar o aprender el uso de las armas. En determinado momento surgió la oportunidad de Libia y en el MLN se tomó la resolución orgánica de aceptarla, aunque después no se efectivizó. Nos invitaron a un entrenamiento pero al final fue un desfile en homenaje a Gadaffi. Pero la falta de seriedad fue de los libios. De nuestra parte hubo una resolución en la que Mujica. Fernández Huidobro, Marenales y yo estuvimos de acuerdo.

-Supongo que no es lo mismo el entrenamiento militar de autodefensa que el que precede a una ofensiva

-También creo haberle aclarado eso a Adolfo pero en el libro no está bien recogido. El entrenamiento militar estaba en el marco de un horizonte insurreccional y una política de desarrollo de un movimiento de masas, de trabajo en el Frente Juvenil, en el movimiento sindical, en los asentamientos. Eso era una política de masas llevada adelante por proletarios y frentegrandistas. En ese marco, no íbamos a hacer un entrenamiento militar para instalar acá las FARC.

-¿Eran muchos los militantes que participaban de ese entrenamiento?

-La idea era que todos participaran ya que era parte de ese clima ideológico que tuvo el MLN hasta el 94. El Pepe Mujica participó de este clima y en la interna tenía el mismo discurso que yo. Pero claro: siempre ha trabajado con cinco discursos, como te digo una cosa, te digo la otra. Y hacia afuera, le caía bien a Manini Ríos en Rocha y a Caputto en Salto. Yo siempre le preguntaba: "¿Cuál es tu discurso verdadero?".

-¿Y Pepe qué le decía?

-Los cinco. Es un viejo bicho Pero hay dos o tres discursos que fue descartando, no porque no sean verdaderos. Ahora dice: "No me hablen de revolución hasta dentro de 25 años".

-¿Por qué ocurrió el quiebre con el Frente Juvenil?

-Aclaro que los jóvenes que ingresaron entre el 86 y el 88 no vinieron buscando ese tipo de "pluralidad democrática" que satisface a la burguesía. Leonel Briozzo, Gustavo Leal, Marcos Otheguy, Miguel Idoyaga, no buscaban eso. Entraron llamados por ese horizonte insurreccional, que nosotros manteníamos en el discurso y en la práctica, aun cuando hablábamos de "democracia primaveral".

Hubiéramos preferido evitar el alejamiento. Tampoco creo que allí se haya tratado de frentegrandistas y proletarios. Creo que el Frente Juvenil fue elaborando un proyecto propio, la Organización Política Juvenil, que quería trabajar aparte. Eso lo ubicaba fuera del MLN. Pero ellos no se daban cuenta de que su convocatoria era porque estaban dentro del MLN y tenían un proyecto distinto.

Además no se fueron todos. Hubo jóvenes que permanecieron en el MLN y en el MPP y que después fueron motor de las ocupaciones del 96. O sea que los que se quedaron no eran tan cuadrados Porque a mí me da la sensación de que en el libro queda como que frentegrandismo era equivalente a una capacidad política de amplitud y que los proletarios eran los cúbicos. No. Había de todo en ambos lados. Y en el movimiento del 96 aquellos cúbicos estaban presentes, y al lado de ellos estaba Fernández Huidobro, no Zabalza. Y todos coincidíamos con lo que se estaba haciendo.

-Hay algo impactante: una denuncia de vulneración de los derechos humanos contra el Zonal 4 que hacen algunos militantes del Frente Juvenil

-En el libro está recogida la versión de un militante del Frente Juvenil que se llama Gustavo Leal. La versión que yo tengo es totalmente contraria. Pero las dos se terminaron transformando en instrumento de la batalla ideológica. Así aparece otra cosa más para mostrar a los proletarios como cuadrados, y no sólo cuadrados, sino cometiendo delitos de lesa humanidad.

La circunstancia fue un juego de participación. Se pagaban prendas y una era bajarse los pantalones. Le pudo haber pasado a cualquier otro compañero y no habría pasado nada. Pero perdió el loco y, claro, era un sociólogo y no se los bajó. No sé si tendría palometas en los calzoncillos Y después hizo su denuncia, totalmente tergiversada. En el juego uno oficiaba de comisario y preguntaba: "¿Usted qué está haciendo en esta manifestación?, ¿por qué tiene esos volantes?". Esas cosas que te puede preguntar la cana y que después te dicen "ay, ¿ustedes por qué no le enseñan a la gente que cuando va a la comisaría debe responder así o asá?". El escándalo fue investigado, pero la versión de él sigue corriendo

-Y su alejamiento

-En determinado momento mis posiciones fueron quedando en minoría y no precisé que me echaran como al Ñato. Aparte, en un determinado momento pensé en irme al exterior, pero no se concretó. Me fui en el 94 del MLN, y del MPP en el año 2000.
En esta nada en que vivimos algunos militantes que seguimos pensando en la revolución, yo sigo con el horizonte insurreccional. Todo lo que hago tiende a eso. También lo que hice cuando fui electo edil por el MPP.

Cuando hice mi discurso frente al presidente de Francia Jacques Chirac quería estimular determinadas cosas en la gente. Si hubiera querido progresar como edil, salir diputado, después senador y ministro, le hubiera entregado la medalla a Chirac con un beso. Y si me opuse a todo el tema de las privatizaciones era porque tenía determinado horizonte. El cargo institucional que tenía en ese momento para mí era algo secundario. Lo que me motivaba a hacer determinadas cosas en la Junta Departamental [de Monteviedo], como "motorizar" los asentamientos, era pensar hacia un horizonte insurreccional.

 

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