Mapa de la disputa por el Ártico

Tras las declaraciones de Trump respecto a Groenlandia y la necesidad estratégica que supone este territorio –perteneciente a Dinamarca– para EEUU, se ha vuelto a tratar la disputa por el Ártico y la creciente importancia geopolítica, económica y militar de esta región.
Las proyecciones tradicionales del mapa mundial suelen ocultar la posición clave del Ártico. Centrar la atención en esta región permite apreciar su relevancia geoestratégica, destacando la proximidad entre los territorios de EEUU y Rusia, así como las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) que comparten EEUU, Canadá, Dinamarca, Noruega y Rusia.
Pese a que muchas disputas relacionadas con las ZEE se han resuelto, aún existen algunas activas, como las que mantienen Noruega y Dinamarca entre Groenlandia, Islas Feroe, Svalbard y Jan Mayen. Sin embargo, las pugnas más relevantes en la actualidad se encuentran más cerca del Polo Norte.
Mientras que en invierno prácticamente toda el área rodeada por el círculo polar ártico se congela, en verano el deshielo comienza a abrir rutas navegables que crean la posibilidad de disminuir las distancias entre importantes rutas comerciales marítimas. Cada año, la reducción del área congelada se acentúa, intensificando la competencia por el control del Ártico.
La posible ruta del noreste atravesaría aguas territoriales rusas, mientras que la del noroeste pasaría por territorio de EEUU-Canadá, lo que ha llevado a estos países a reconocer mutuamente los posibles derechos sobre estos pasos árticos. Para China, estas rutas resultan estratégicas, ya que permitirían reducir significativamente los tiempos de transporte marítimo desde su territorio.
La disputa por el Ártico y su importancia geopolítica
Los Estados árticos se han lanzado a reclamar casi toda el área de la región, con las últimas extensiones de reclamaciones en 2022 y 2023, que corresponden a Canadá y Rusia. Esto da lugar a un mapa de reclamaciones solapadas entre EEUU, Canadá, Rusia, Dinamarca y Noruega, donde la dorsal oceánica de Lomonósov se erige como un punto clave de apoyo geológico para varias de estas pretensiones.
El Ártico se observa particularmente como una inversión a futuro. Algunas estimaciones proyectan que el deshielo veraniego será muy notable de 2035 en adelante, permitiendo rutas comerciales viables que reducirían entre un 30% y 50% la distancia de algunas de las rutas que transitan a través del Canal de Suez, aminorando consecuentemente el coste y el tiempo de transporte.
Ante estas perspectivas, se está produciendo una carrera militar para reforzar posiciones. Desde 2005, Rusia ha reabierto múltiples bases soviéticas en la región y ha invertido fuertemente en algunos puertos cercanos al Ártico. Aunque Occidente sigue rezagado, países como Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia están destinando recursos para incrementar su posición en este escenario, al igual que EEUU en Alaska y en la base de Thule –uno de los activos que Trump busca mantener por motivos de "seguridad nacional"– que controla en Groenlandia.
Finalmente, cabe señalar que el Ártico no solo es una región con potencial militar y comercial, sino que también es rico en recursos naturales considerablemente importantes, tales como hidrocarburos y tierras raras; buena parte de las reservas de estas últimas se encontrarían en Groenlandia. Además, el Ártico supone una región de relevancia para las comunicaciones civiles y militares al existir cables submarinos como los de Svalbard y Alaska.
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