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México, México, Anti Patriarcado :: 11/06/2017

México: El bello y necesario feminismo en las Cañadas

Marta Sánchez
Las acciones del régimen incrementan la desigualdad social al negarles una educación adecuada a sus necesidades y entorno

Como parte de la desinformación de lo que sucede en el país está la declaración de que las normalistas (estudiantes de magisterio) de la Escuela Rural Justo Sierra Méndez, de Cañada Honda, Aguascalientes, son delincuentes y feminazis. Quienes difunden este falso argumento pretenden justificar la movilización del aparato represor del Estado y descalificar las acciones emancipadoras de las alumnas. La bella lucha de las estudiantes rurales va plasmando un feminismo necesario, un feminismo desde su experiencia de vida y su formación como Cañadas. Este feminismo es fundamentado en el imaginario socialista que dio inicio a las normales rurales y que en las normalistas cobra vida.

La gran muralista mexicana Aurora Reyes captó en lienzo el proyecto nacionalista de la época posrevolucionaria. En su más destacado mural, elaborado en 1934, Atentado a los maestros rurales, sobresale la imagen de una maestra vestida de rojo sujetada en el suelo por un cristero armado que le pone la culata del fusil en la boca. En el cuadro, Reyes revela la constante represión a las maestras y los maestros rurales. La pintora muestra que los profesores rurales no solamente representan, sino que encarnan una ideología que pone en alto el pensamiento crítico, la justicia y la equidad social. El acoso y la represión a los maestros rurales durante décadas es una lucha de clase, ideas y ahora de género.

El trasfondo de lo que sucede actualmente en la Escuela Rural Justo Sierra Méndez, de Cañada Honda, sólo puede comprenderse cabalmente recuperando esta historia y la presente realidad mexicana. Ser mujer de bajos recursos y de zona rural evoca una intersección de identidades que el gobierno se niega a preservar. Por el contrario, sus acciones incrementan la desigualdad social al negarles una educación adecuada a sus necesidades y entorno. Esto se manifiesta en la larga lucha de las Cañadas que, año tras año, se ven en la necesidad de emprender.

Año tras año las jóvenes deben movilizarse para exigir el presupuesto prometido, mejorías en las instalaciones de su escuela y apoyo para ampliar la oferta educativa. La normal rural es un espacio de educación crítica y una de las pocas vías que tienen las mujeres de las zonas rurales para remontar las carencias que padecen.

El bello y necesario feminismo de las Cañadas se expresa en su defensa del normalismo rural y de su escuela para que ésta no deje de ser una institución femenil. La autenticidad de la escuela es que es de ellas. El gobierno quiere opacar este movimiento deshaciendo su escuela; si en realidad quieren tener más alumnos, deben crear otra escuela rural mixta y dejar en paz Cañada Honda, porque es una escuela que está completa.

Trágicamente, por el sexismo en la época de Aurora Reyes, Atentado a los maestros rurales se conocía sólo por el nombre del cuadro y no por el de la pintora. Aurora Reyes, sin embargo, encontró la manera de denunciar el intento violento de ocultar la voz femenil y del feminismo al incluir en su pintura a la maestra rural sujetada y silenciada; las Cañadas de hoy en día enfrentan un sexismo más feroz.

El discurso de la SEP ubica a México en niveles de competitividad global, pero sus acciones nos indican que quiere lograr esto sin los mexicanos: 46.2 por ciento de los ciudadanos viven en un nivel de pobreza que impide poder alimentarse y educarse. Que el Estado haya querido recortar la matrícula de admisión a Cañada Honda habría significado cancelar oportunidades de educación y movilidad social de las alumnas y de la comunidad rural. Habría implicado seguir dejando atrás la mitad de la población mexicana.

Las normalistas de Cañada Honda han dicho que es el único lugar donde pueden estar y estudiar. Dan testimonio del acierto de una educación normalista con su valentía, el valorar su educación, el estar informadas de las metas del Estado hacia su escuela y oponerse razonadamente a éstas, en ser solidarias con sus alumnos y desear para ellos y todos los mexicanos una educación digna y completa. Quitarles su futuro es quitarles su campo y arma de lucha; como expresó la maestra normalista Aída Hurtado: su arma es su salón.

La Jornada

 

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