R. Dominicana: Abinader, ambientalista en la pasarela de París

En este gobierno se ha agravado la crisis ambiental del país con la descarada protección de un presidente-empresario, ultra neocolonial, que determina el destino ecológico inmediato de la nación, ejerciendo el control de todas las instituciones del Estado.
En estos cinco años el desastre ambiental ha continuado y se ha profundizado en el curso de la impunidad de todos los grandes delitos ambientales del pasado reciente y del presente.
Son muchos los desafueros que se toleran sin sanción alguna. Veamos:
Violaciones a múltiples áreas protegidas. Depredación de bosques por políticos y empresarios dueños de aserraderos. Destrucción de manglares. Destrucción de corales y playas. Contaminación de ríos, lagunas y cañadas. Mega-minería destructiva. Graves daños a las Cuevas del Pomier, a su arte rupestre precolombino y a las fuentes de agua aledañas, totalmente impune. Continuidad de la explotación minera en esa zona. Chimeneas contaminantes de industrias y altos hornos. Caso FALCONDO Granceras y areneras depredando innumerables cuencas de ríos. Contrato estafa con Barrick Gold y autorización de su arbitraria expansión con otra presa de cola sobre las mismas bases contractuales. Despojo de la condición de Parque Nacional al parque Manuel Aurelio Tavares justo. Permanencia de una Ley minera neocolonial. Combinación de esa Ley minera con las leyes de APP, de fideicomisos, de ordenamiento territorial y con el proyecto de ley de agua para sentar las bases de un criminal proceso de privatización de las fuentes de agua. Grave escasez de agua. Vertederos de basura que constituyen verdaderos peligros públicos.Alta contaminación de terrenos, ríos, cañadas y mares con desechos plásticos.Predominio de una alimentación tóxica como consecuencia del uso abusivo de insecticidas, plaguicidas, pesticidas y abonos químicos. Contaminación de las aguas superficiales y subterráneas por las aguas residuales. Especies vegetales y especies animales invasoras, y numerosas plagas sin control. Proliferación de enfermedades bacterianas. Hacinamiento y promiscuidad brutal. Numerosas viviendas en pésimas y en malas condiciones. Grandes déficits en el drenaje de aguas residuales y alcantarillados de todo tipo. Violación impune de las normas sanitarias. Abundantes construcciones al margen de las normas sísmicas. Desconocimiento sistemático de los derechos de la Madre de Tierra y de los seres humanos que la habitan. Esto en aras de la expansión del capital y el incremento de su cuota de ganancia. Transporte caótico, trágico y contaminante en alto grado. Vulnerabilidad crónica y extrema en las temporadas ciclónicas. Ausencias de políticas que ataquen la raíces de los graves problemas ambientales y ausencia de una estrategia superadora de los graves desequilibrios ecológicos.
Entonces…
Con este desastre ambiental a sus pies, Luis Abinader vuela impertérrito a las pasarelas de la Conferencia Oceánica de Paris para leer un discurso escrito por sus asesores del campo de la ecología, sobre los daños del sargazo a los negocios playeros en la Cuenca del Caribe.
Salta a pontificar sobre el cambio climático y el desarrollo sustentable.
Llama a los países caribeños a la unidad en un frente común contra esos males y propone que este tema sea incluido en la agenda de una ONU que observa indolente desde hace décadas como el gran capital destruye la CASA COMÚN DE LA HUMANIDAD.
Pura pose. Puro show mediático. Otra simulación que satura su gran amor por las pasarelas.
Pero en verdad la cuestión ambiental en esta isla y en el planeta es de vida o muerte.
Y no es cosa para gobernantes fantasiosos y figureros, sino para pueblos que se decidan a ajustar cuentas con ellos y con sus hipocresías, y a luchar hasta vencer los designios de muerte de los mili-multimillonarios que se creen dueños de los estados y gobiernos con poder para tragarse nuestros países y el planeta en función de garantizar su escandalosa opulencia y sus enormes fortunas.