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Mundo :: 16/11/2007

Turquía, los kurdos y Estados Unidos: El fuego en las montañas

Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Oficialmente, la amenaza de Turquía de una gran invasión al Kurdistán iraquí está pendiente de las charlas del primer ministro Recep Tayyip Erdogan con George Bush el 5 de noviembre. Pero la demora no significa que tal invasión no pueda ocurrir, antes o después de la reunión en Washington. Aunque no ocurra ahora, antes de la nieve bloquee los caminos en el invierno, la amenaza es concreta y duradera. Esto descubre la extrema volatilidad de la región.

No ha cundido la paz y no es probable, porque eso no es lo que Turquía quiere. El 28 de octubre, Ankara envió ocho mil soldados y helicópteros de ataque a combatir en la provincia oriental de Tunceli a cientos de km de la frontera iraquí, donde cien mil tropas turcas más con tanques y otro equipo blindado pesado están a la espera. En la última semana, Turquía lanzó salvas de artillería y probablemente incursiones relámpagas en el Kurdistán iraquí, tal como ha hecho docenas de veces en tiempos recientes.
Digo “probablemente” porque las autoridades norteamericanas quienes controlan el espacio aéreo y vigilan la zona desde el aire se niegan firme y deliberadamente a decir si el ejército turco cruzó la frontera o no, aunque sin duda conocen la respuesta a la pregunta. Según informes noticiosos, desde hace mucho han elegido ignorar la presencia de una brigada turca apostada de manera permanente el lado iraquí de la frontera.
Al mismo tiempo, Estados Unidos también rechazó las demandas de Turquía de tomar acción contra los campamentos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el norte de Irak, diciendo que no sabe dónde están ubicados, aunque al lado de la sede del PKK está un gigante retrato de su jefe Adbulla Ocalan hecho con piedras, visible desde el espacio exterior. El máximo comandante yanqui en el norte de Irak, el general mayor Benjamín Mixon, dijo que no planea hacer “absolutamente nada” contra las fuerzas del PKK en Irak (Associated Press, 27 de octubre).
La negativa estadounidense de tomar acción contra cualquier bando hasta ahora habla por sí mismo: los yanquis apoyan a ambos bandos, a diversos grados y en distintos momentos, aunque distan de apoyarlos por igual. Desde luego, no le prestan a los pocos miles de guerrilleros errantes del PKK la misma importancia que al Estado turco y su ejército de un millón de efectivos. Sabrina Tavernise, del New York Times, quien se entrevistó con muchos funcionarios kurdos iraquíes y funcionarios norteamericanos antiguos y actuales, escribió el 27 de octubre: “Estados Unidos está en duda sobre qué hacer ante esta situación... pues se encuentra en una posición en que tiene que elegir entre dos aliados confiables: Turquía, un integrante de la OTAN cuyo territorio es la zona del tránsito para la mayoría de la carga aérea a Irak, y los kurdos, sus más íntimos socios en Irak”. Para fundamentar esta conclusión, cita a un hombre no identificado de Sulaimaniya: Estados Unidos “es como un hombre con dos esposas. Riñen, pero él no quiere perder ninguna de ellas”. Esta metáfora funciona dentro de sus limitaciones, pero pasa por alto un punto básico: el hombre está resuelto a mantener ambas esposas debajo del pulgar y sacarle provecho a la situación en la medida de lo posible.
Las clases dominantes turcas aprovecharon las muertes de los soldados conscriptos que mandó a combatir a fin de azuzar un huracán de jingoísmo turco y racismo antikurdo. Los medios de comunicación han sacado entrevistas conmovedoras con los familiares de los soldados muertos. Las primeras planas de los periódicos piden sangre. Reparten banderas turcas en los partidos de fútbol y ahora es casi obligatorio en cada partido que los jugadores guarden un minuto de silencio por los soldados muertos. Los entierros de los soldados se han convertido en reuniones políticas para los nacionalistas derechistas duros, quienes han recibido tiempo de máxima audiencia de los medios de comunicación para azuzar chusmas que han saqueado las oficinas de los partidos políticos kurdos y otros símbolos kurdos, y han apaleado a cualquiera que se oponga. Pasan escenas en la televisión de grupos de mujeres jóvenes que se arremolinan frente a las bases del ejército para ofrecerse de voluntarias para combatir contra los “terroristas”. A las poquísimas voces quienes se han atrevido a desafiar esta histeria reaccionaria en público se les ha tachado de “traidores”.
Los generales de Turquía respondieron a las dos décadas de lucha armada encabezada por el PKK con una vil “guerra sucia” que liquidó a más de dos mil aldeas kurdas. Decenas de miles de kurdos fueron a dar a la cárcel. Se dio un reflujo del conflicto armado cuando cayó preso el presidente del PKK Ocalan en 1999, cuando Estados Unidos hizo que se lo entregara a Turquía. En ese entonces, Ocalan claudicó ante el ejército turco y llamó a una solución pacífica para el problema kurdo en el marco del actual Estado y gobierno del país. También dijo que las aspiraciones kurdas podían y debían compaginarse con los intereses estadounidenses, como su proyecto de un Gran Medio Oriente reconfigurado. Esto generó decepción y desilusión en el seno del partido y en general. Desde entonces y sobre todo desde la invasión estadounidense de Irak, el PKK ha trabajado por estos objetivos viendo cómo cooperar con Estados Unidos y el régimen turco, mientras se queja que sus labores no han recibido suficiente reconocimiento. Postularon candidatos en las elecciones locales en el Kurdistán turco, y se enlodaron tanto en la política tradicional que aunque los guerrilleros del PKK estaban bajo ataque del ejército turco, el partido político legal apoyado por el PKK usó las palabras “nuestros mártires” en referencia a las bajas del ejército turco. Pero eso no significa que han depuesto las armas a fin de lograr sus fines.
El nacionalismo kurdo representa un problema para el régimen turco. La dominación sobre los kurdos es una parte integral de los cimientos del Estado moderno turco. Kemal Ataturk forjó el Estado moderno turco sobre las cenizas del Imperio Otomano en 1923, haciendo retroceder las tentativas de los imperialistas europeos de apoderarse de partes de Armenia y el Kurdistán con el fin de debilitar su viejo enemigo. Durante las siguientes décadas, se negó la propia existencia de los kurdos, tratando con desprecio a los 12 a 13 millones de kurdos y tachándolos de “turcos montañeses atrasados”. Hubo tanta supresión de su cultura que antes de 1991 era ilegal hablar kurdo en público. Aún se restringe el uso del kurdo en la enseñanza y la televisión, y los kurdos sufren opresión y discriminación nacional social, económica y política, en el Kurdistán y en otras partes. La población kurda ya no sólo vive en las pequeñas aldeas y pueblos lejos de los grandes centros de población de Turquía. Hoy, millones de kurdos viven hacinados en los cinturones de miseria alrededor de Estambul, y cientos de miles más viven en los pueblos y ciudades por todas partes del país.
Las clases dominantes turcas están muy preocupadas por la amenaza de mayores avances del nacionalismo kurdo en la frontera del país. Para estas clases dominantes, el problema kurdo es un absceso supurante que va reventándose una y otra vez. Cuando Estados Unidos invadió a Irak, les dio garantías de que no permitiera el establecimiento de un Estado kurdo permanente en la región. Pero a medida que Irak se iba saliendo del control, el Gobierno Regional Kurdo en el norte de Irak ha llegado a ser el aliado más confiable proestadounidense, lo que se le adjudica un papel mucho mayor en el Irak post-Saddam que los estrategas estadounidenses quizá hubieran esperado. La región ha asumido muchos de los rasgos de la clase de presencia kurda permanente que las clases dominantes turcas habían temido y que Estados Unidos les había prometido que no ocurriera. En los pasaportes de los viajeros que cruzan de Turquía a Irak en esta región ponen un sello “Región Kurda de Irak”. La Región Kurda tiene acceso a ricos recursos de petróleo y ya tiene un ejército de 60.000 efectivos, que es mucho más grande que el del PKK. Ankara teme que pudiera tener el potencial de ser un imán para atraer las simpatías de los kurdos de Turquía.
El ejército turco, con un sentido realista de precaución, y un temor de un levantamiento interno. no participó en la invasión de Irak, aunque desde entonces ha surtido a la ocupación estadounidense importantes salvavidas aéreas y terrestres. Las recientes elecciones han ayudado a las clases dominantes a unificar sus propias filas y a embaucar a sectores lo suficientemente amplios de las masas como para que, si Turquía invadiera Irak hoy, podría hacerlo a nombre de la democracia y con la bendición del parlamento y una buena parte de la sociedad civil. Los autodeclarados reformadores del partido AK de Erdogan, quienes invitaron a los kurdos a apoyar a sus candidatos, han estado participando en los ataques de las turbas contra blancos kurdos, un hecho que desenmascara el contenido de la “síntesis de Turquía y el Islam” que propagan. Ahora los gobernantes de Turquía piensan que pueden reponerse tras esa oportunidad perdida a fin de ejercer su poder y peso sobre los kurdos de ambos países y más allá.
Por eso, se puede creer que, si bien el gobierno turco quiere cruzar la frontera hacia Irak para darle unos buenos golpes a los guerrilleros del PKK, también está contemplando la posibilidad de bajarle los humos un poco al Gobierno Regional Kurdo y generar una situación en que tuviera más peso en el futuro de la región. Eso tiene aún más importancia en vista de las mayores amenazas estadounidenses contra Irán. Establecer una mayor presencia armada permanente en el norte de Irak les daría a las tropas turcas una presencia en un trecho aún mayor de la frontera iraní, con una posición de importancia potencial en el caso de que Estados Unidos desatara un ataque mayor contra Irán.
Es probable que eso sea el contenido de las charlas entre Bush y Erdogan la semana que viene. Cuesta trabajo imaginar que todavía no lo hayan discutido y hecho los acuerdos respectivos. Esto podría ser otra importante explicación de por qué de repente y de improviso un espíritu de armonía se ha hecho huella en la vida política oficial conflictiva de Turquía.
Estas contradicciones tienen una vida propia, pero también se ubican dentro de contradicciones mayores y se condicionan por las mismas, en la región y en el mundo, sobre todo la inminente posibilidad de un ataque estadounidense contra Irán. Por todo el Medio Oriente… en el Líbano, Irak, Irán, Pakistán y Afganistán, entre otros países... se están zafando las clavijas de la estructura de hierro que anteriormente parecía tan sólida. Bajo las tensiones de la desenfrenada cruzada de la única superpotencia del mundo por un imperio mundial duradero, se estremecen las alianzas, gobiernos y fronteras que ha durado décadas. Esta cruzada sólo puede desatar caos en gran escala y después esperar recomponer la situación. Las clases dominantes turcas tienen que actuar con decisión, y pronto. Si no, también podrían ser testigos del desenmarañamiento de su control.
Puede que Estados Unidos trate de finiquitar sus propios intereses contradictorios en esta situación permitiendo que Turquía aseste unos golpes fuertes al PKK en Irak, sin eliminarlo, aunque es posible que eso no sea posible desde el punto de vista militar.
No obstante, sea una dramática y total ofensiva con tanques o otros medios, y sin duda con una combinación de ganchos económicos y políticos para varias fuerzas kurdas así como garrotes verdaderos, una mayor presencia turca en Irak podría ser muy útil para las actividades norteamericanas a fin de mantener a ese país bajo su control exclusivo y trasladar a sus tropas a la siguiente guerra. Y opondría los intereses turcos y quizás las tropas turcas más directamente contra la República Islámica de Irán, que hasta ahora ha podido usar sus relaciones económicas y de otro tipo con Turquía como una válvula para liberar una parte de la presión del bloqueo encabezado por Estados Unidos.
Si Estados Unidos estuviera convencido de que la intervención de Turquía le convendría, a pesar del apoyo que ha recibido de los dos partidos políticos kurdos iraquíes gobernantes, podría ver con buenos ojos un movimiento turco para cobrar peso en el norte de Irak. Dada la evidencia histórica, es posible que Estados Unidos traicione a todos los kurdos, tal como hizo antes, o que los dos partidos kurdos que son los aliados más íntimos de Estados Unidos en Irak traicionen a otros kurdos (y los unos a los otros), tal como también han hecho antes. Puede que los estrategas estadounidenses crean que pueden apuñalar a los kurdos por la espalda y aún someterlos con su correa, pues eso ha funcionado antes. En este sentido, cabe mencionar que, si bien Estados Unidos ha declarado al PKK una organización “terrorista”, hoy apoya a la rama del PKK en el Kurdistán iraní, el PJACK (Partido de Vida Libre en el Kurdistán), cuyo jefe, Rahman Haj-Ahmad, fue a Washington el verano pasado. Una parte del plan estadounidense es utilizar a los kurdos contra el gobierno iraní.
Los intereses de las clases dominantes de Estados Unidos y de Turquía no son idénticos, que es en parte lo que hace la situación tan imprevisible. Pero esos intereses definitivamente se solapan. Cada bando insta al otro a correr enormes riesgos sin precedente de cara a lo que son tiempos de vida o muerte para ambos bandos. Un baño de sangre... y cuanto más sangre del pueblo, mejor... es precisamente el estímulo que ambos bandos necesitan para prepararse para mucho más derramamiento de sangre pronto.

 

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