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Europa :: 19/02/2008

1968, cuarenta años después: la degeneración político-cultural de los intelectuales mediáticos de la derecha

Elmar Altvater
A quien quiera saber por la prensa del año 2008 qué acontecimientos y qué personas marcaron hace 40 años la "época del 68", el intenso perfume del espíritu de nuestro tiempo le desorientará inevitablemente.

Las coordenadas se trazan de forma tal, que los respondones sesentaiocheros quedan ubicados así: tendieron al terrorismo, y por añadidura, estaban empecinados en abolir lo que es de todo punto inabolible, a saber: el capitalismo. Al sesentaiochero se le asigna un papel análogo al del Schmürz de la pieza teatral homónima de Boris Vian: siempre está ya ahí, y los personajes en el escenario, llámense Aly, Kraushaar o Bohrer,//1 no dejan de escupirle en el rostro cada vez que se topan con él.

Si no estuviera uno ya tan hecho a encajar, podría sumirle en la perplejidad la miseria de la reflexión actual sobre lo que pasó hace 40 años, sobre por qué pasó y sobre sus consecuencias hasta el día de hoy. También porque refleja la decadencia de los medios de comunicación críticos. Aquellos cuyos textos sobre 1968 sirven ahora, años después, para documentar el reportaje de la Frankfurter Rudschau//2 sólo pueden reaccionar con queda cólera a la grosería periodística que equipara el movimiento del 69 con los criminales nazis, sólo porque éstos se calificaban también a sí mismos como "movimiento".

¡Qué monstruosa canalización de los nazis 75 años después de su "toma del poder", preludio de los subsiguientes asesinatos en masa! ¡Y qué demonización totalmente injustificada del 68! No hace tanto tiempo, en el año 1988, un presidente del Parlamento federal [Philipp Jenninger] tuvo que dimitir tras haber hecho la gracia de calificar al movimiento nazi como "faszinante". Ahora, en cambio, el politólogo Götz Aly puede manifestar como si tal cosa en un diario otrora liberal su "faszinación" con los "treintaitreseros" y con el viejo nazi Karl Georg Kiesinger, al tiempo que da rienda suelta a su desprecio por los "sesentaiocheros".

Pero que Aly no mueva ahora la indignación que suscitó hace veinte años el desdichado Philipp Jenninger, sino que, al contrario, las elites de este país lo honren con mimos, muestra la decadencia de la cultura política en la Alemania reunificada.

Qué desafortunado resulta el paralelismo, se ve bien por el carácter internacional de 1968. En París no fueron sólo estudiantes, también los obreros se rebelaron en "mayo del 68". En Praga imperó, hasta su aplastamiento por las tropas del Pacto de Varsovia, la "Primavera de Praga" de escritores, científicos y políticos. En la californiana Universidad de Berkeley, los estudiantes opusieron su flower power [poder de las flores] a la violencia militar del ejército de los EEUU en Vietnam [y en la violenta represión a los que se manifestaban]. Y en Berlín, Francfort, Munich y Colonia formaban los estudiantes en rebelión también contra la violencia policial en las manifestaciones.

Ello es que ese movimiento, con su oposición a la guerra desarrollada por EEUU en Indochina, no sólo estaban en lo moralmente justo; también en lo históricamente justo, y ciertamente, en la misma medida en que los otrora propugnadores alemanes de la agresión estaban en lo moral e históricamente injusto. También las circunstancias de la República del oeste alemán movían a protesta. Desde 1966 gobernaba una Gran Coalición bajo el canciller Karl Georg Kiesnger, quien fue miembro del partido nazi desde 1933 e hizo carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ribbentrop. A este Kiesinger se refiera Aly con simpatía en su necio "análisis de los movimientos" treintaitreseros y sesentaiocheros.

Al dominar hoy en los medios de comunicación la imagen del sesentaiochero subversivo y presto a la violencia, se oculta que en 1968 hicieron denodados esfuerzos por comprender el presente como historia. Eso llevó a que los estudiantes críticos se pusieran a estudiar El Capital de Karl Marx, con pretensión teórica, sí, pero también con intención práctica. Un movimiento quemó El Capital; el otro lo hizo suyo con atenta lectura. Tal vez debería Aly meditar próximamente sobre esa diferencia, antes de que su mirada a 1933 y 1968 alucine con los mismos fantasmas.


NOTAS T.:

//1 Se trata de intelectuales mediáticos prêt à penser al estilo de los Levi o los Glucksman en Francia, o sus imitadores españoles y latinoamericanos.

//2 Es un rotativo francfortés que defendía tradicionalmente posiciones liberales mas o menos abiertas a la izquierda.

Freitag, 15 febrero 2008. Traducción para sinpermiso.info: Amaranta Süss

 

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