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Asia :: 30/12/2004

55.000 muertos en Asia: El papel de la negligencia criminal de EEUU a escala global

Centro de Acción Internacional
Víctimas de una política de guerra, negligencia, y avaricia corporativa

Mientras que los terremotos y los tsunamis son desastres naturales, no lo es la decisión de gastar miles de millones de dólares en guerras de ocupación ignorando medidas simples que pueden salvar vidas humanas.

Por lo menos 55.000 personas murieron por el tsunami que devastó las costas desde Indonesia hasta Somalia. Casi un tercio de los muertos son niñ@s. Miles de personas están desaparecidas y millones han quedado sin hogar en 11 países. Cientos de miles lo han perdido todo, y millones enfrentan un futuro tenebroso debido a la contaminación del agua potable y la carencia de sistema de saneamiento y de servicios médicos, según dijo el subsecretario Jan Egeland de la ONU, quien está a cargo de la coordinación de los servicios de emergencia.

Egeland dijo, "no podemos ni imaginar el costo a estas sociedades pobres, al sinnúmero de pescadores y aldeas pesqueras que acaban de desaparecer. Cientos de miles de sustentos familiares se han desvanecido."

Falta de presupuesto para un sistema de detección temprana

Muchas de estas muertes y destrucción pudo haberse prevenido con un sistema simple y barato de boyas. Los funcionarios en Tailandia e Indonesia han dicho que una advertencia pública inmediata hubiera podido salvar vidas, pero no pudieron saber del peligro porque no hay un sistema internacional establecido para avistar los tsunamis en el Océano Índico.

Tal sistema no es difícil ni costoso de instalar. De hecho, las boyas detectoras que vigilan los tsunamis han estado disponibles por décadas y los EEUU han tenido un sistema de supervisión establecido por más de medio siglo. Más de 50 sismómetros se encuentran dispersos a través del noroeste para detectar y medir terremotos que puedan originar tsunamis. En medio del Pacífico hay seis boyas equipadas de sensores llamados "tsunámetros" que miden cambios pequeños en la presión del agua y que están programados para alertar automáticamente a los dos centros de advertencia de tsunami del país localizados en Hawaii y en Alaska.

El Dr. Eddie Bernard, director del Laboratorio Ambiental de la Marina del Pacífico NOAA en Seattle, dije que apenas unas cuantas boyas pueden hacer el trabajo. Los científicos querían poner dos tsunámetros más en el Océano Índico, incluyendo uno cerca de Indonesia, pero el plan no ha sido financiado, Bernard dijo. Los tsunámetros cuestan solamente $250.000 cada uno. Sólo la mitad de un millón de dólares hubiera podido proporcionar un sistema de detección temprana que habría podido salvar millares de vidas. Esto se debe comparar a los $1.500.000.000 que los EEUU gastan cada día financiando la máquina de guerra del Pentágono. La falta de financiamiento para un sistema de detección temprana, barato y de baja tecnología es una negligencia absolutamente criminal.

El ministro de estado indio para la ciencia y la tecnología Kapil Sibal dijo, "si el país hubiera tenido ese sistema de alerta establecido, habríamos podido advertir a las áreas costeras del peligro inminente y evitar así la pérdida de vida." Pero no hay lugar en el presupuesto de Bush para tales medidas salvavidas; las prioridades del gobierno EEUU son los beneficio corporativos y la guerra perenne. En una reunión de la Comisión oceanográfica intergubernamental de la ONU en junio, los expertos concluyeron que el "Océano Índico tiene una amenaza significativa de tsunamis locales y distantes" y debe tener una red de avisos. Pero no se convino ninguna acción. El geólogo Brian Atwater del US Geological Survey dijo, "Sumatra tiene una historia extensa de grandes terremotos, lo que hace la carencia de un sistema de aviso del tsunami en el Océano Índico algo más trágico. Todo el mundo sabía que Sumatra era un arma cargada."

El gobierno EEUU fracasó al no advertir a la región

Aunque los gobiernos locales no tenían ninguna advertencia verdadera, el gobierno EEUU sí la tenía, y fracasó al no pasar la información. A pocos minutos del terremoto masivo de magnitud 9.0 en la costa de Indonesia, los científicos EEUU que trabajaban con la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) sospecharon que una ola mortal se estaba propagando a través del Océano Índico. No llamaron a ninguno de los gobiernos del área.

Jeff LaDouce, un funcionario de la NOAA, dijo que enviaron un mensaje electrónico a funcionarios indonesios, pero que él no estaba enterado de qué sucedió después de que enviaran los emeils.

En estos días de comunicaciones instantáneas, controladas en gran parte por los EEUU, es posible comunicarse en minutos con cada parte del globo. No es admisible que funcionarios del NOAA no pudieran encontrar ningún método para entrar en contacto directa e inmediatamente con autoridades civiles en el área. Su decisión de no hacerlo puede haber costado millares de vidas. Incluso una advertencia a pocos minutos habría dado a l@s habitantes una oportunidad de irse a terrenos más altos. La NOAA ya lo sabía varias horas antes de que las primeras olas gigantescas arribaran a la orilla. Tim Walsh, encargado del programa de peligros geológicos del Departamento de Recursos Naturales del Estado de Washington, dijo, "cincuenta pies de elevación son lo suficiente para escapar de lo peor de las olas. En la mayoría de los lugares, 25 pies serían suficientes. Si usted va a un lugar alto o al interior, el efecto del tsunami será menor". Pero los habitantes del área no tuvieron la advertencia -consecuentemente, las advertencias por radio y televisión en Tailandia no fueron publicadas hasta casi una hora después de que las olas hubieran golpeado y millares ya habían muerto. El fracaso de hacer un esfuerzo verdadero para advertir a la gente de la región, sabiendo que decenas de millares de vidas estaban en peligro, es parte del patrón de desprecio y racismo imperial que se ha convertido en la piedra angular de la política de los EEUU por todo el mundo.

El NOAA advirtió inmediatamente a la Estación Naval de EEUU en Diego García, la cuál sufrió daños muy pequeños del tsunami. Es curioso que la NOAA pudo enviar la advertencia a la base de la Marina de guerra de los EEUU en el área, pero no cogió el teléfono para llamar y advertir a las autoridades civiles en la región. Se cercioraron de que una base militar de los EEUU fuera notificada y no hicieron casi nada para publicar una advertencia a los habitantes civiles que estaban en la trayectoria directa de la ola --una advertencia que pudo haber salvado millares de vidas. Ésta es una negligencia criminal.

Las enfermedades pueden matar a decenas de millares más

Las 55.000 muertes que resultaron directamente del tsunami son sólo el principio de la tragedia. Las enfermedades podrían clamar a tantas víctimas como han muerto por el tsunami del fin de semana, según la Organización Mundial de la Salud (WHO). Los expertos médicos advierten que la malaria, el cólera y el dengue pueden plantear serias amenazas a la salud de los sobrevivientes en el área, donde las olas estropearon fuentes de agua potable, las aguas residuales crudas contaminaron calles y hogares, destruyeron clínicas, arruinaron los abastecimientos de alimentos y dejaron áreas de charcos estancados donde pueden criarse los mosquitos que llevan la malaria.

"La amenaza más grande para los sobrevivientes es la propagación de infecciones por la contaminación del agua potable y de los cuerpos putrefactos dejados por las aguas en retroceso," dijo Jamie McGoldrick, un funcionario de salud de la ONU.

"Dentro de algunos días tememos que van a haber brotes de enfermedades," dijo el Vice Presidente indonesio Jusuf Kalla. "El cólera va a ser un problema. Eso va a ser lo más importante en pocos días."

La respuesta del gobierno de los EEUU a esta emergencia es la de ofrecer un "paquete de ayuda" de $15 ínfimos millones. Poniendo esto en perspectiva, es el décimo de un por ciento de lo que Washington ha gastado hasta el momento en la guerra contra el pueblo de Irak.

Presupuesto para las necesidades básicas, no para la guerra

Los gobiernos de los EEUU y Britania deben miles de millones de dólares en reparaciones a los países de esta región y al resto de los países que colonizaron. La pobreza y la carencia de infraestructuras que contribuye y exacerba el alcance de este desastre son el resultado directo de la colonización y de las políticas neocoloniales. Aunque las políticas económicas y políticas no pueden controlar las condiciones climáticas, sí pueden determinar el cómo una nación es afectada por desastres naturales.

Debemos hacer al gobierno de los Estados Unidos responsable de su papel en las muertes de decenas, quizás centenares, de millares de personas. Debemos exigir que cese de que pasar $1.5 mil millones diarios a la guerra y la ocupación y en su lugar proporcionar cuidado médico para las víctimas de esta tragedia, construir un sistema de detección temprana y reconstruir los hogares y la infraestructura destruida por el tsunami.

Sara Flounders
Dustin Langley
Por el Centro de Acción Internacional

 

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