80 años de mentiras


Mientras algunos conmemoran el 80º aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, el mundo se está acercando a otra confrontación nuclear como nunca antes en décadas.
Con los ataques israelíes y estadounidenses a las instalaciones de energía nuclear de Irán, la entrada en guerra de India y Pakistán en mayo y la creciente violencia de las fuerzas apoyadas por la OTAN en Ucrania contra Rusia, la sombra de otra guerra nuclear se cierne sobre la vida cotidiana.
Ochenta años de mentiras
EEUU sigue siendo el único país que ha lanzado una bomba atómica en un acto de ira. Si bien las fechas del 6 y el 9 de agosto de 1945 están grabadas a fuego en la conciencia popular de todos los japoneses, esos días tienen mucha menos relevancia en la sociedad estadounidense.
Cuando se discute sobre este oscuro capítulo de la historia de la humanidad en EEUU, suele presentarse como un mal necesario, o incluso como un día de liberación: un acontecimiento que salvó cientos de miles de vidas, evitó la necesidad de una invasión de Japón y puso fin a la II Guerra Mundial de forma anticipada. Sin embargo, esto está totalmente lejos de la realidad.
Los generales y estrategas de guerra estadounidenses coincidieron en que Japón estaba al borde del colapso y durante semanas habían intentado negociar una rendición. La decisión de incinerar a cientos de miles de civiles japoneses se tomó, pues, para proyectar el poder estadounidense en todo el mundo y frenar el ascenso de la Unión Soviética.
"Siempre nos pareció que, con bomba atómica o sin ella, los japoneses ya estaban al borde del colapso", escribió el general Henry Arnold, comandante general de las Fuerzas Aéreas del Ejército de EEUU en 1945, en sus memorias de 1949.
Arnold no era el único en esta apreciación. De hecho, el almirante de flota estadounidense William Leahy, el oficial de mayor rango de la Armada durante la II Guerra Mundial, condenó duramente a EEUU por su decisión y comparó a su propio país con los regímenes más brutales de la historia mundial.
Como escribió en 1950:
En mi opinión, el uso de esta arma bárbara en Hiroshima y Nagasaki no fue de ninguna ayuda en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y listos para rendirse. Mi impresión fue que, al ser los primeros en usarla, adoptamos una ética común a los bárbaros de la Edad Media.
Una columna de humo se eleva más de 20.000 metros en el aire después de que la segunda bomba atómica explotara sobre Nagasaki, el 9 de agosto de 1945.
En 1945 Japón se encontraba militar y económicamente agotado. Tras perder a aliados clave, Italia en 1943 y Alemania en mayo de 1945, y ante la perspectiva inmediata de una invasión soviética para frenar las ambiciones expansionistas de Japón, los líderes del país buscaban frenéticamente negociaciones de paz. Su única condición real parecía ser que deseaban mantener al emperador como figura decorativa, una posición que, según algunos relatos, data de hace más de 2.600 años.
"Estoy convencido", escribió el expresidente Herbert Hoover a su sucesor, Harry S. Truman, "de que si usted, como presidente, sondea al pueblo de Japón diciéndoles que pueden tener a su emperador si se rinden, que no significará una rendición incondicional excepto para los militaristas-- obtendrá la paz en Japón; y ambas guerras terminarán".
Muchos de los asesores más cercanos de Truman le dijeron lo mismo. «Estoy absolutamente convencido de que si hubiéramos dicho que podían quedarse con el emperador, junto con la amenaza de una bomba atómica, habrían aceptado, y nunca habríamos tenido que lanzar la bomba», declaró John McCloy, subsecretario de Guerra de Truman.
Sin embargo, Truman inicialmente adoptó una postura absolutista, negándose a escuchar cualquier advertencia negociadora japonesa. Esta postura, según el general Douglas MacArthur, comandante de las fuerzas en el Pacífico, de hecho prolongó la guerra. «La guerra podría haber terminado semanas antes», dijo, «si EEUU hubiera aceptado, como finalmente lo hizo, mantener la institución del emperador». Truman, sin embargo, lanzó dos bombas y luego revirtió su postura sobre el emperador para evitar el desmoronamiento de la sociedad japonesa.
Sin embargo, en ese momento de la guerra, EEUU buscaba perfilarse como la única superpotencia mundial y disfrutaba de una influencia sin precedentes. El lanzamiento de la bomba atómica sobre Japón lo puso de manifiesto; fue una maniobra de poder destinada a infundir miedo en los líderes mundiales, especialmente en la Unión Soviética y China. Pero no lo logró.
Primero Japón, luego el mundo
Hiroshima y Nagasaki frenaron la necesidad de la URSS de atacar Japón. Las fuerzas de Iósif Stalin habían invadido y anexado permanentemente la isla de Sajalín en 1945 y planeaban ocupar Hokkaido, la segunda isla más grande de Japón. Al rendirse el emperador, eso ya no fue necesario.
Hasta el día de hoy, Japón mantiene un profundo vínculo con EEUU, tanto económica como política y militarmente. Hay alrededor de 60.000 soldados estadounidenses en Japón, distribuidos en 120 bases militares.
Muchos en la administración de Truman también deseaban usar la bomba atómica contra la Unión Soviética. Sin embargo, al presidente Truman le preocupaba que la destrucción de Moscú llevara al Ejército Rojo a invadir y destruir Europa Occidental como respuesta. Por ello, decidió esperar hasta que EEUU tuviera suficientes ojivas para destruir por completo a la URSS y su ejército de un solo golpe.
Los planificadores de guerra estimaron esta cifra en alrededor de 400 ojivas. Para ello, Truman ordenó el aumento inmediato de la producción. Un ataque así, ahora sabemos, habría provocado un invierno nuclear que habría acabado definitivamente con toda vida organizada en la Tierra.
La decisión de destruir Rusia se topó con una férrea oposición en la comunidad científica estadounidense. Actualmente se cree ampliamente que los científicos del Proyecto Manhattan, incluido el propio Robert J. Oppenheimer, transmitieron secretos nucleares a Moscú para acelerar su proyecto nuclear y desarrollar un elemento disuasorio que frenara este escenario catastrófico. En realidad la URSS ya venía haciendo investigación nuclear desde 1920, antes que EEUU, además de que se llevó algunos de los mejores físicos alemanes, tal como hizo Norteamérica. Sin embargo, esta parte de la historia quedó fuera de la película biográfica de 2023.
En 1949, la URSS fue capaz de producir una disuasión nuclear en calidad y cantidad creíbles antes de que EEUU hubiera producido cantidades suficientes para un ataque total, poniendo así fin a la amenaza y llevando al mundo a una era de destrucción mutua asegurada.
"Ciertamente, antes del 31 de diciembre de 1945, y con toda probabilidad antes del 1 de noviembre de 1945, Japón se habría rendido incluso si no se hubieran lanzado las bombas atómicas, incluso si Rusia no hubiera entrado en la guerra, e incluso si no se hubiera planeado o contemplado ninguna invasión", concluyó un informe de 1946 del 'US Strategic Bombing Survey'.
Dwight D. Eisenhower, Comandante Supremo en Europa y futuro presidente, era de la misma opinión, afirmando que:
Japón ya estaba derrotado y lanzar la bomba era completamente innecesario... ya no era obligatorio como medida para salvar vidas estadounidenses. Japón, en ese preciso momento, buscaba la manera de rendirse con el mínimo desprestigio.
Sin embargo, tanto Truman como Eisenhower consideraron públicamente la idea de usar armas nucleares contra China para frenar el auge del comunismo y defender su régimen títere en Taiwán. Fue solo el desarrollo de la bomba en la URSS, que habría defendido a China, y el de ojivas nucleares chinas en 1964, lo que puso fin al peligro norteamericano.
En última instancia, el pueblo japonés fue el daño colateral de un gigantesco intento estadounidense de proyectar su poder a nivel mundial. Como escribió el general de brigada Carer Clarke, jefe de la inteligencia estadounidense en Japón: «Cuando no necesitábamos hacerlo, y sabíamos que no necesitábamos hacerlo, y ellos sabían que nosotros sabíamos que no necesitábamos hacerlo, los usamos [a los ciudadanos japoneses] como experimento para dos bombas atómicas».
De puntillas acercándose al Armagedón
El peligro de las armas nucleares está lejos de terminar. Hoy, Israel y EEUU --dos naciones con armamento atómico-- atacan las instalaciones nucleares iraníes. Sin embargo, sus continuas e hiperagresivas acciones contra sus enemigos solo sugieren a otros países que, a menos que ellos también posean armas de destrucción masiva, no estarán a salvo de un ataque. Corea del Norte, un país con una disuasión convencional y nuclear, no se enfrenta a tales ataques aéreos por parte de EEUU o sus aliados. Por lo tanto, es probable que estas acciones provoquen que más naciones persigan ambiciones nucleares.
A principios de este año, India y Pakistán (dos estados con armas nucleares) entraron en un conflicto abierto debido a disputas sobre terrorismo y Jammu y Cachemira. Muchas personas influyentes a ambos lados de la frontera exigían que sus respectivos bandos lanzaran sus armas nucleares, una decisión que también podría significar el fin de la vida humana organizada. Afortunadamente, prevaleció la serenidad.
Mientras tanto, la guerra de Occidente en Ucrania continúa, y las fuerzas de la OTAN instan al dictador Zelenski a intensificar sus ataques. A principios de este mes, se informó que el propio Trump animó al líder ucraniano a usar sus armas de fabricación occidental para atacar Moscú.
Son precisamente acciones como estas las que llevaron al Boletín de Científicos Atómicos a mover su famoso Reloj del Juicio Final a 89 segundos antes de la medianoche, lo más cerca que el mundo ha estado alguna vez de una catástrofe.
"La guerra de la OTAN en Ucrania, que ya lleva tres años, se cierne sobre el mundo; el conflicto podría volverse nuclear en cualquier momento debido a una decisión precipitada, un accidente o un error de cálculo", escribieron en su explicación, añadiendo que los conflictos en Asia podrían descontrolarse y convertirse en una guerra más amplia en cualquier momento, y que las potencias nucleares están actualizando y ampliando sus arsenales.
El Pentágono también está reclutando a Elon Musk para que le ayude a construir lo que denomina una Cúpula de Hierro estadounidense. Si bien esta medida se presenta en un lenguaje defensivo, dicho sistema, que supuestamente otorgaría a EEUU la capacidad de lanzar ataques nucleares en cualquier parte del mundo sin tener que preocuparse por las consecuencias de una respuesta similar, ya ha demostrado ser fallida en la guerra del régimen israelí contra Irán.
Así, cuando recordamos los horrores de Hiroshima y Nagasaki hace 80 años, debemos entender que no sólo eran totalmente evitables, sino que ahora estamos más cerca de una confrontación nuclear catastrófica de lo que mucha gente cree.
mintpressnews.com. Traducido del inglés por Marwan Pérez para Rebelión.