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Brasil :: 01/10/2006

A Heloisa Helena la llaman "la loca" desde que fue expulsada del PT por oponerse a la "reforma" de las pensiones

Darío Pignotti
Brasil: Ella vale más que sus ocho puntos electorales. Heloisa Helena, candidata a la presidencia por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), está en boca de todos. A pesar de no tener posibilidades reales de ganar el próximo domingo, el peso de Helena podría ser determinante en el tramo final de la disputa.

Lula está cinco puntos arriba de la suma de todos sus adversarios. Si pierde esa diferencia, se tendrá que enfrentar con un ballottage el 29 de octubre.

En el entorno del presidente hay quienes la llaman "la loca", desde que fue expulsada del PT en 2003, por oponerse a una "reforma" del sistema previsional que iba en contra de las promesas de campaña petistas. Desde ese momento, Helena no ha dejado de criticar al socialdemócrata Lula, al que llama "su majestad barbuda".

Pero lo cierto es que en el Palacio del Planalto le temen más a Helena que al principal candidato opositor, el derechista Geraldo Alckmin. Ella se tornó una pesadilla para Lula en el estudio del canal Globo, en Río de Janeiro, donde se llevó a cabo el debate. Ese fue el motivo que hizo que Lula dudase hasta último momento de participar en la compulsa.

El discurso de campaña de Helena fue predominantemente ético, aunque no descuidó argumentos de izquierda como el ataque a la política "servil del gobierno ante los banqueros". Un sector de su coalición le cuestionó haber sido más dura y apasionada en su lucha contra la corrupción del actual gobierno que contra la del anterior, a cargo de Fernando Henrique Cardoso (1994-2002).

Eso también lo advirtieron los estrategas de Alckmin, quienes recientemente le propusieron a los asesores de Helena seguir una táctica común contra Lula en la televisión. No se sabe qué respuesta recibieron, pero el mero acercamiento le dio argumento al oficialismo para acusarla de ser un instrumento de la derecha.

Con un ocho por ciento de intenciones de voto, la senadora del nordestino estado de Alagoas no imagina vencer en los comicios del domingo. La campaña fue su plataforma de lanzamiento nacional hacia una nueva fuerza de izquierda capaz de aglutinar detrás suyo al mar de engañados por el Partido de los Trabajadores (PT). Más allá de que muchos de ellos aún votarán a Lula en estas elecciones.

De momento, ya consiguió persuadir a una fracción de sectores medios e intelectuales, pero no a la todavía poderosa base popular petista, ni a sectores organizados como los campesinos sin tierra o los sindicatos. Para dejar de ser una referencia antipetista y alcanzar la estatura de líder nacional deberá conquistar a esas masas.

Y lo sabe, como quedó probado en un breve diálogo con Página/12, cuando se le preguntó si le agradaba ser comparada con mujeres fuertes como Anita Garibaldi o Eva Perón. "Prefiero parecerme a las mujeres de mi pueblo, a esas mujeres que en el nordeste pelean por sobrevivir, por acabar con la discriminación masculina, por cuidar a sus hijos. He conocido a verdaderas heroínas populares que me han demostrado que tienen más garra que yo", afirmó la candidata.

Los Sin Tierra, sin Lula

Brasil es el país que cuenta con los mayores latifundios del mundo. Sin embargo, el tema del reparto de la tierra no ha sido mencionado por ninguno de los dos principales candidatos a las elecciones presidenciales. Ciento ochenta mil familias bajo la dirección del Movimiento Sin Tierra -MST- ocupan terrenos por todo Brasil y echan en cara al presidente Luiz Inácio Lula da Silva que no haya realizado una profunda reforma agraria. Un dato no menor: desde que el MST fue fundado, en 1984, unas 350.000 familias han visto legalizada su situación.

"Lula ha errado en la distribución de la riqueza por tres motivos", subraya Joao Paulo Goncalves, de la Dirección Nacional del MST. "En primer lugar, ha mantenido la política económica de Fernando Henrique Cardoso (presidente entre 1995 y 2002). Ese ha sido su pecado capital. En segundo lugar, al no tener mayoría en el Congreso, y para poder aprobar las leyes ha hecho una alianza muy complicada con sectores muy conservadores y extremadamente corruptos de la sociedad. Y en tercer lugar, no tiene proyecto para Brasil. O mejor, el proyecto de Lula es el lulismo que sólo está en su cabeza", añade.

Paradójicamente, el MST coincide con la oposición socialdemócrata en acusar a Lula, no por lo que ha hecho durante su gestión, sino por las oportunidades que ha dejado pasar.

Página 12 / La Haine

 

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