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Argentina :: 10/06/2005

Argentina: Del 19 y 20, al Estado reforzado

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Frente a la idea de la desaparición del Estado Nación, se está verificando un proceso inverso: su reforzamiento. Frente a lo "destituyente" del 2001 (que se vayan todos), el aumento del poder de policía para criminalizar la protesta, por ejemplo

La socióloga Maristella Svampa, el analista político Rosendo Fraga, Inés Pousadela y el sociólogo boliviano Fernando Calderón y sus visiones en un debate.

Convocados en la Biblioteca Nacional, bajo el lema "A 5 años del bicentenario. Debates de Mayo. Nación, cultura y política", se realizaron dos jornadas de charlas. El 19 y 20 (dos números que, además de ser consecutivos, se han vuelto casi uno sólo) de mayo fueron las fechas elegidas. Durante la segunda jornada, sobresalía en los anuncios la pulseada ideológica entre Maristella Svampa, socióloga sensible a los movimientos sociales y políticos surgidos luego de la crisis de 2001, y Rosendo Fraga, analista político, historiador, consultor de Fundaciones de derecha y director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. El concepto Estado-Nación y sus diferentes interpretaciones terminó siendo el eje de la rica discusión. Sobre el final, terció el sociólogo boliviano Fernando Calderón, quien cerró impecablemente reflexivo.

La iniciativa la tuvo Maristella Svampa, quien basó su intervención en la lectura de un documento (al que casi todos se refirieron como "paper", casi en un acto snob). La socióloga desparramó una serie de conceptos tan atractivos como contundentes: trazó la base de nuestros problemas en el "maridaje entre globalización y neoliberalismo". A partir de allí siguió elaborando: "El Estado, antes que desaparecer -como suele decirse-, cambió su ropaje. Aumentó, por ejemplo, su poder de policía para reprimir y criminalizar la pobreza".

Hizo pie en la crisis política que tuvo su punto caramelo en 2001-2002. "Allí apareció un cuestionamiento relativo del sistema político con dos puntos básicos: el pedido de transparencia y la emergencia de nuevas prácticas colectivas".

Ante la atención de los demás panelistas (Fraga, Inés Pousadela y el sociólogo boliviano Fernando Calderón) y una audiencia de cerca de cien personas, Svampa continuó con su descripción puntual de la crisis: "Deberíamos discutir qué modelo de país queremos. En los '90 la elección fue clara. Hubo un proceso de fragmentación de la ciudadanía. El Estado no garantizó la pertenencia de todos los habitantes y se accedía a los servicios según se pudiera pagarlos o no. Apareció la figura del consumidor-usuario, convalidada por la reforma constitucional de 1994. Las personas que no accedieron a ese lugar no se desarrollaron y hay que reconstruir el Estado para remendar esa situación de precarización y expulsión que se ha institucionalizado. Es allí cuando aparece el modelo asistencial-participativo por consejo de los organismos multilaterales. Las luchas que surgieron desde abajo abrieron lugares novedosos que consolidaron nuevas formas de organización territorial, donde se rehicieron nociones como política y solidaridad’.

Acerca de las demandas que se hicieron notar durante el año 2002, las calificó como "de carácter destituyente ('que se vayan todos') y una constituyente, como fueron las organizaciones sociales con demandas participativas y solidarias. Reivindico esos reclamos y los pongo en la agenda post neoliberalismo. De todas maneras, hubo una demanda política desde abajo que no se constituyó y sufrió intentos varios de cooptación".

Svampa fue deliberadamente clara acerca del rol que tiene que jugar el Estado cuando expresó que "hay que recuperar al Estado como lazo social sin que eso implique un regreso al pasado. En ese sentido tropezamos con que las fuerzas conservadoras tienen mucho poder y fijan la agenda". Fue por más al describir dos posibles tipos de traición desde el Estado, a los que habría que estar atentos:


* La traición desarrollista, que promueve políticas de desarrollo económico y nunca reparte;

opulista, que descansa en el líder.

Conclusión de Svampa: "Es por eso que la autonomía política les resulta incomprensible".

Antes de terminar, la socióloga propuso abrir el debate acerca de "los programas asistenciales, por un lado, y las nuevas prácticas políticas que tienen alcance mundial, refuerzan la democracia y, generalmente, son desconocidas".

A su turno, Inés Pousadela agregó un dato conocido pero que vale la pena reiterar: "Las decisiones económicas de nuestros países, las toman personas que creen que nuestra capital es Río de Janeiro, o que estamos situados cerca de Indonesia y, por lo tanto, nos afecta el tsunami. Créanme que exagero, pero no tanto".

Pousadela citó a Joseph Stiglitz, ex integrante del directorio del Banco Mundial, quien denunció, antes y después de que lo echaran de su cargo, los delirios de ese tipo de organismos que regulan la economía mundial.

Sobre la Argentina política actual, antes de excusarse ("no quiero hacer kirchnerismo", dijo) aportó un dato: "La Alianza decía que no podía ampliar reformas por la acción de la globalización. Dos años después, el gobierno actual amplió los márgenes de acción política e hizo lo que nadie esperaba. Ha quedado demostrado que los márgenes no son fijos y para moverlos hay que actuarlos". En su análisis, Pousadela quizá haya olvidado un dato: la presión social para estirar esos límites. Cabe la pregunta: ¿es la población o el gobierno quien corre los márgenes?

Rosendo Fraga aparecía como el encargado de responder el análisis de Svampa. El consultor dijo: "Maristella dice que el Estado-Nación continúa y que hay que reformarlo; yo voy más allá y digo que se está reforzando. Hace quince años esta discusión no existía porque se decía que el Estado-Nación desaparecía. Hoy se pronostica que China, India, Rusia y Brasil serán las cuatro potencias de futuro y, justamente, son países que tienen claro el concepto de lo nacional. En ese ranking potencial no aparece la Unión Europea -que sería el proyecto contrario-; sólo se ve a Gran Bretaña y a modo de actor individual. De hecho, puede decirse que hay más Estados nacionales que al momento de esa discusión. La Unión Soviética se diluyó en muchos Estados; en Bolivia existe el proceso de autonomía de Santa Cruz de la Sierra, que quiere ser un Estado y en España ocurre lo mismo con los vascos, que desean tener Estado propio". (A propósito de este punto, Fernando Calderón aclararía luego lo que ocurre en Santa Cruz de la Sierra: "En Bolivia existe un pedido de la burguesía cruceña que está asociada con intereses foráneos, que sólo quieren la riqueza y no asumir el costo de la otra parte pobre del país, pero los cruceños se sienten bolivianos, por eso piden sólo autonomía").

Fraga marcó diferencias entre lo que ocurría en el centenario nacional y lo que sucede hoy, cerca del bicentenario: "En 1910 la derecha defendía lo nacional y la izquierda era internacionalista; de hecho su himno era 'La internacional'; ahora ocurre todo lo contrario". Para referirse a las desigualdades, afirmó el papel fundamental de la tecnología, al subrayar que "hace que la desigualdad se agigante. El acceso a internet, que es el acceso a la información, es la ventaja. Esa posibilidad de acceso marca las diferencias".

Luego de arrojar algunos números que son conocidos, pero no por eso dejan de doler (la masa de trabajadores se divide en 5,5 millones de formales, 5,5 millones de informales, 1 millón de empresarios o profesionales, mientras hay 4 millones de desocupados. El 40% accede a los servicios estatales de salud y jubilación -los formales, empresarios y cuentapropistas-, pero el resto está afuera), Fraga abrió el juego de discrepancias con Svampa: "Yo creo que el gobierno no revierte del trabajo informal porque no puede, no porque no quiera. Entiendo que hay un problema de ineficacia estatal y hay carencia de debate acerca de los problemas a resolver".

Al final, cuando parecía que el debate estaba terminado (la pulseada Svampa-Fraga había pasado), Fernando Calderón cerró magistralmente, aportando algunos datos que habían quedado fuera de foco. Trajo a la mesa la experiencia del EZLN: "Es clave discutir este tema del Estado-Nación. En México, con la presencia de los zapatistas, el Estado y la Nación están en plena crisis. Existe una enorme concentración de poder que las instituciones no asimilan".

Calderón derrochó conceptos conocidos: "El neoliberalismo fracasó en esta parte del mundo en todos los campos, en el político y en el social". "Con inequidad es imposible sostener Estados nacionales". "Vivimos un momento de inflexión en la región. Hay que innovar porque el modelo es insostenible, aun en países exitosos en ese sentido, como Chile", con otros novedosos y ausentes de éste y otros debates: "Hay que vincular el concepto de Estado-Nación con el de Cultura. Me gustó mucho ver en Argentina que se realzara a los héroes nacionales, que fueron formados en Chuquisaca (en el Alto Perú). Esos héroes no bebieron sólo de la intelectualidad francesa, sino también de los jesuitas de las comunidades. El caso más claro es el de Bolívar: siempre se dice que su vertiente política es la francesa, pero pocos remarcan su admiración por la revolución haitiana, que fue llevada adelante directamente por los esclavos".

También dijo: "Tenemos que asumir el carácter mestizo de la democracia occidental. Hay que volver a mirarnos, sobre todo en este momento. América no resolverá sus problemas si no se asume mestiza".

Aquello que se presagiaba como pulseada entre dos, terminó siendo un rico debate, remarcando la necesidad de instalar la necesidad de discutir qué país queremos, qué sociedad soñamos.

 

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