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Argentina :: 27/09/2005

Argentina: Posición ante la coyuntura nacional y las elecciones

En la calle
Editorial del órgano de difusión del anarquismo organizado

Sostenemos que la construcción de una estrategia popular revolucionaria debe poner su acento en la construcción de poder popular y no puede desperdiciar esfuerzos militantes en el calendario electoral burgués.
Pero el rechazo que los y las anarquistas manifestamos ante las elecciones de octubre, y las elecciones de cargos en la estructura del Estado, es la lucha frente al Estado y al sistema capitalista.
Los y las anarquistas no estamos a priori en contra del acto de elegir.
De aquí se desprende un análisis que pasa del superficial llamado a anular el voto, o a no concurrir a las urnas o a votar en blanco simplemente como una cuestión de principios y nos obliga a reflexionar sobre el problema de fondo.
El Estado no es un Estado abstracto que representa a todos los habitantes del país imparcialmente. Es un Estado que expresa las relaciones de fuerza en la sociedad dividida en clases. Es la herramienta central del ejercicio del poder de la burguesía.
Así como la democracia no es un sistema neutro. La democracia es el régimen político que no sólo no cuestiona al capitalismo sino que lo desarrolla con todas sus variantes posibles. La democracia es la dictadura de la burguesía. Y las democracias latinoamericanas encima están controladas por el imperialismo.
Y el sistema de partidos no es democrático. Los partidos políticos burgueses son una empresa dentro del sistema capitalista. Se relacionan con las multinacionales, reciben apoyo financiero y cuadros técnicos y de mando de las cámaras empresarias, son empresarios la gran mayoría de los propios senadores y diputados que "invierten" en la "carrera" política. Sin mucho dinero un partido político no funciona. Sin dinero no existen en los medios masivos de difusión, que instalan agendas de discusión. Sin dinero no tienen campañas, ni estructura, ni militantes.
La fecha de elecciones genera ese espacio que de antemano limita dónde se discute y como debe expresarse la política en este sistema.
Para hacer política, para decidir e incluso para protestar están las elecciones. Esa es la farsa que rechazamos los y las anarquistas.
Esto no quiere decir que las elecciones nos resulten indiferentes ni que no debamos intervenir en consecuencia con nuestra propuesta política.
El gobierno nacional, que ha sabido desplegar una política de bombero apagando los incendios sociales que consumieron a su antecesor navega igualmente en aguas de tormenta.
Construye consensos en la medida en que resuelve demandas populares parciales, por sector, y satisface algunas expectativas. Mientras, no ataca el núcleo central de un sistema de injusticias que no sólo no revierte sino que profundiza. ¿Cómo revertir la desigualdad, la miseria de la amplia mayoría de la población, la exclusión y la muerte sin ir directamente en contra de sus responsables? ¿Cómo enfrentar a esos responsables si no es de la única manera en que hay que hacerlo, atacando sus ganancias, expropiando sus riquezas en beneficio del pueblo?
Este gobierno sólo es capaz de seguir expropiando a los trabajadores el producto de su trabajo, a la infancia su futuro, a los abuelos y las abuelas su vida.
Pero algo es cierto, para gobernar necesita de base social y de mayoría en el Estado. Ambos son equilibrios difíciles. Con acuerdos, medidas progresistas, beneficios materiales y a caballo de cierta identificación popular con una cultura política peronista que no acabo de desaparecer, ha conseguido que una porción del movimiento social no lo enfrente y a lo sumo esboce un apoyo con criticas. Para el movimiento popular opositor ni agua.
Conseguir mayoría parlamentaria también es un trabajo delicado que requiere tragar mucha mugre, dejar expuesto que se acuerda con quienes se critica en aras de no hundirse. Sellar pactos miserables para seguir manteniendo a todos los parásitos, de los que el propio gobierno forma parte y que aspiran a perpetuarse en los negocios del Estado y viven a costillas del pueblo.
Este juego es una operación que se maneja con las reglas del capitalismo y que utiliza la violencia y la extorsión, que engendra mafias y que carece de otro principio que no sea el de ganar el cargo ¿Qué perspectivas se ofrece a las alternativas políticas que trabajan por una sociedad mas justa? Ninguna. Hipócritas seríamos si alimentáramos alguna esperanza en las elecciones que la burguesía prepara y controla.
Las elecciones de ningún modo son el único momento en que el pueblo puede expresarse políticamente y mucho menos la única forma en que puede actuar en política.
El sistema se ha desacreditado por consecuencia de sus propios crímenes e injusticias, imposibles de ocultar. Y las elecciones son el momento en que cínicamente los burgueses nos dicen, si hay algo malo cámbialo ahora.
Pero nuestra política no se desprende del hecho de no ir a elecciones. Mas bien el rechazo de la farsa electoral es consecuencia de nuestra concepción política de construcción de poder en el corazón de la clase trabajadora.
Una pila de votos anulados o ausentismo no nos da una dimensión de la fuerza de las organizaciones revolucionarias que llamamos a no votar. Esa dimensión esta dada en el grado de organización, de conciencia y de enfrentamiento anticapitalista de las organizaciones sindicales, sociales y de las mayorías populares.
Nuestra lucha no esta en las urnas sino que se da en las comisiones internas y en los sindicatos frente a los capitalistas, en los barrios generando poder local, en los centros de estudiantes, en las manifestaciones que adquieren una cultura de la resistencia y de la revolución.
Y cabe aclarar por último que los y las anarquista no estamos absurdamente en contra de elegir. De hecho los delegados obreros anarquistas han sido designados por sus compañeros y sus compañeras de trabajo para cumplir un mandato, así como los referentes barriales son encomendados por las asambleas para una tarea específica, del mismo modo en que en una discusión que no se resuelve por consenso una asamblea puede decidir ir a votación.
Estamos enfrentados a un sistema mentiroso y criminal, que dice participación cerrando puertas, que habla de igualdad en medio de atroces diferencias, que promete un futuro que nunca llega. Y levantamos esa resistencia cuando demostramos que no hace falta votar para echar a un presidente. Pero hace falta mucho mas que votar para construir ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones y que aquí y ahora le vamos dando forma y contenido.

ENFRENTEMOS AL IMPERIALISMO CON EL PODER DE LA CLASE OBRERA.

La burguesía controló la crisis económica derivada de la bancarrota que dejó su propia voracidad neoliberal tras las presidencias de Carlos Menem (1989-1999) y de Fernando De La Rua (1999-2001). Pero no la resolvió. Mientras que se profundizó la concentración de capitales, la mentada "distribución de la riqueza" es una frase decorativa en el doble discurso del presidente Néstor Kirchner, para alegría del reformismo nacionalista cada vez que sale de campaña.
La brutal devaluación de la moneda del gobierno de Luis Duhalde (2002-2003) permitió que las empresas beneficiadas con la nueva relación pesos-dólares reiniciaran un ciclo de exportaciones.
Mayor ingreso en el cobro de impuestos y regalías a las empresas por las exportaciones y el ahorro que significa unos salarios pulverizados, permitieron al gobierno negociar un acuerdo de pagos de la deuda externa criminal con el Fondo Monetario Internacional.
Pero para sostener la continuidad de los pagos al FMI y en definitiva la propia supervivencia del proyecto burgués dependiente, el gobierno tiene que garantizar que la reactivación económica se convierta en un crecimiento sostenido. Esto se logra con inversiones de capitales con los que el país no cuenta y que necesariamente tienen que venir del extranjero.
Por eso cobran una importancia estratégica el superávit comercial, el superávit fiscal y el refinanciamiento de la deuda.
Superávit comercial significa que el país recibe mas dinero por lo que exporta que lo que gasta por importaciones.
El dinero es una mercancía sujeta a la oferta y la demanda. Si nadie compra dólares su precio cae y entonces los grandes exportadores pierden ganancias. El Estado interviene en el mercado como comprador de dólares para mantener el precio en tres pesos. Garantiza el sostenimiento de la ganancia de los monopolios.
El superávit fiscal es que el Estado gasta en salarios, subsidios y jubilaciones mucho menos de lo que recauda en impuestos.
El superávit fiscal del año 2004 se debe a las retenciones a las exportaciones de granos y petróleo pero sobre todo a un ajuste en el gasto publico que ronda el 20% respecto de 2001 (salud, educación, asistencia social). Sostener este superávit es una de las exigencias de los organismos internacionales como garantía de que la Argentina pueda pagar durante el 2006 u$s 12000 millones.
"En apenas tres años, entre 2002 y 2004, la Argentina acumulo un superávit comercial de casi u$s 45000 millones, de acuerdo a las cifras del INDEC. Y de ese total las reservas del Banco Central aumentaron en u$s 4384 millones, menos del 10%."
A pesar de tanto recaudo mas de la mitad de ese dinero se siguió evaporando como en los tiempos menemistas. Las multinacionales generan sus ganancias en Argentina y envían el dinero a sus casas matrices en el extranjero. Y u$s 9500 millones se llevaron los organismos de crédito internacional.
Este intercambio desigual mantiene a la Argentina en la dependencia y el atraso científico técnico donde los principales resortes de la economía y los recursos naturales son propiedad de los monopolios expoliadores sin fronteras.
Hoy la deuda externa total representa alrededor del 85% del PBI mientras que el 2001 era del 57%. Los nuevos bonos de deuda garantizan una tasa de interés dos veces y media mas alta que la tasa internacional. Este país asegura un buen negocio a la especulación financiera internacional. Kirchner cacarea frente a los fondos buitres como buena gallina.
Pero si el contexto macro económico es favorable ¿por qué las empresas multinacionales y los monopolios no invierten su dinero en Argentina?
¿Se puede hablar de un nuevo modelo país sin enfrentar al imperialismo y quebrar la dependencia económica que nos ahoga?
Este es el papel que nos reserva el ALCA. Esta es la inserción en el mundo que nos garantizan la burguesía, su gobierno y sus aliados reformistas.
El proyecto que encabeza Néstor Kirchner forma parte de la renovación y el reacomodo de la banda de delincuentes enquistada en el Estado que vive a expensas del pueblo trabajador. Figuras que se reciclan y que se cobran viejas deudas al modo de la mafia. La mafia de Duhalde se alió y enfrentó en su momento a la patota menemista. Hoy le toca a Kirchner pelear por la sucesión.
Si Menem fue hijo de la ola mundial de la revolución conservadora que se alzaba triunfante de la guerra fría, Kirchner vive la contradicción de tener que rendir cuentas a las resistencias populares que voltearon gobiernos indeseables como figuras de ajedrez.
Kirchner es el enemigo burgués con el ropaje de izquierda. Su verdadero proyecto está en esos intendentes, funcionarios, senadores, gobernadores, todos maquillados y reciclados como el mimo supo hacerlo. El manejo a antojo del dinero del Estado para el proyecto político personal en beneficio propio mientras garantice la dictadura de los burgueses sobre los trabajadores y el pueblo pobre.
En el gran Buenos Aires viven quince millones de personas, diez millones de votos, diez millones de personas pobres.
A este proyecto se sumo la burocracia piquetera que espera beneficios propios en nombre de la lucha popular. Todos tienen excusas para no perderse una porción del reparto. Mucha oposición también se estructura recién cuando los funcionarios dejan de abrirles las puertas de sus despachos.
Por eso es vital el manejo de fondos. Porque la política en definitiva para la lacra que vive del trabajo ajeno es un negocio y los que vivimos en los barrios números, encuestas y estadísticas a mejorar.
Las elecciones de octubre son centrales para este gobierno porque le permitirá estructurar una nueva relación de fuerzas para avanzar en las exigencias de los capitalistas.
Pero no sólo el gobierno esta interesado en octubre. Muchas fuerzas de izquierda orientaron su política a la coyuntura de las urnas haciendo los anecdóticos llamamientos recíprocos entre sordos. "La construcción de una estrategia popular revolucionaria debe poner su acento en la construcción de poder popular y no puede desperdiciar esfuerzos militantes en el calendario electoral burgués, momento de legitimación de las democracias controladas por Washington" señalábamos en la editorial pasada, reafirmando nuestra posición histórica respecto al parlamentarismo. Y este es un punto que divide aguas en los sectores más dinámicos de la clase trabajadora.
En este contexto el movimiento obrero sigue levantando la pelea por el salario y las condiciones laborales. El sector privado prácticamente logro una recomposición salarial respecto el 2001. Los y las trabajadoras que producen las fabulosas ganancias de las automotrices, empresas de energía, telecomunicaciones, alimentación, bancos, etc., saben que hay dinero y salen a pelear el aumento.
El sector estatal esta atravesando una lucha salarial tendiente a recomponer su salario. En algunos casos este reclamo es reconocido por las patronales y el gobierno accediendo a la negociación paritaria. Y acá es donde interviene la burocracia sindical como socia privilegiada de la patronal y el gobierno para evitar el desborde del reclamo salarial.
Esta lucha reivindicativa todavía no logra pasar a un plano político (solo en casos aislados), que cuestione hacia donde va el superávit fiscal y las ganancias de los monopolios, que rechace el pago a la deuda externa, que impulse la derogación de las leyes flexibilizadoras, la reducción de la jornada y la eliminación del trabajo en negro.
Poco a poco se busca dar forma organizativa, aún incipiente, que acumule fuerzas para que la clase obrera no solo cuestione sino dispute poder a la burocracia.
Si la crisis económica no está resuelta es porque apenas se trata de una de las manifestaciones de la crisis total de este sistema político y cultural.
La lucha reivindicativa no solo es económica. La libertad, el desprocesamiento de los compañeros/as detenidos y la lucha contra la criminalizacion de la protesta social son ejes firmes tomados por las organizaciones sociales y el movimiento popular en forma unitaria, coordinando campañas y acciones. Esta es la única garantía de arrancar a los compañeros/as detenidos de las cárceles del Estado. Esto se desarrolla en un marco en que el gobierno, cumpliendo ordenes de EEUU, intenta imponer las llamadas "leyes antiterroristas", que solo sirven para encarcelar a todo el que lucha.
Como vemos, por un lado, el imperialismo subsiste imponiendo su política de dominación no solo en Argentina, en toda Latinoamérica. Pero así mientras intenta avanzar sobre derechos civiles, recursos naturales y financieros, explotación económica y opresión politica se da de bruces con la firme resistencia popular. La lucha del pueblo boliviano en la defensa de sus recursos naturales con el protagonismo de los trabajadores/as nos muestran un camino.
El 5 de noviembre está previsto que llegue el presidente de EEUU a nuestro país a participar de la IV Cumbre de las Américas. Debemos garantizar desde cada lugar de trabajo, en el barrio, en las escuelas y universidades y un claro repudio al terrorismo imperialista.
Las fuerzas revolucionarias hemos condenado a los burgueses al tacho de basura de la historia. Y no habrá condenado que aguante.

N°56 septiembre de 2005.

 

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