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Argentina :: 08/06/2018

Argentina: Una cuestión de Educación

Edgardo Alvarez
La batalla (tanto material como simbólica, de baja intensidad, pero firme y sostenida) que el régimen le ha declarado a la educación pública

“Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que en este bendito país, el hijo de barrendero muera barrendero”
(Contra-almirante A. Rial a un grupo de obreros, durante la fusiladora del '55)

Si la escuela pública es un lugar en el que meramente se cae y las universidades públicas del conurbano son una injusticia en el seno del cuerpo social ¿Cuál vendría a ser el lugar que los popes de nuestro gobierno nacional le sugieren al piberío pobre de la republiqueta que gobiernan? ¿Cuál sería la gestión de esos cuerpos que comandan?

Se ensayan algunas (sin orden de jerarquía):

¿Micro-emprendedurismo “at Stanley style”? (léase, un puestito de chori a la vera del camino)

¿Cartonerxs?

¿Soldaditxs del narco?

¿Mano de obra precarizada, tercerizada o informal?

¿Alguna de las tantas redes delincuenciales, sean de las administradas por el Estado o de las otras? (incluida, obviamente, la policía, lo cual implica que puedan delinquir legalmente y que hasta quizás lo premien “si se carga a algún chorrito”…)

¿Que vuelva la colimba [servicio militar], para que dichos cuerpos sean normalizados por el histórico maltrato militar?

¿Retornar a las viejas escuelas de oficios?

¿Será acaso que en la batalla (tanto material como simbólica, de baja intensidad, pero firme y sostenida) que el gobierno le ha declarado a la educación pública, el nuevo eslabón sea el cierre masivo de instituciones educativas?

Las 14 Universidades Nacionales del Conurbano [de Buenos Aires] (la mayoría de ellas inauguradas por la gestión anterior, en lo que se entiende fue una de sus mejores medidas) más el eventual cierre de los 29 Profesorados de Buenos Aires -para su eventual unificación en la UNICABA, tal cual el proyecto en disputa- representan un suculento botín a la hora de ofrecer fuentes de financiamiento al espiral de endeudamiento, fuga de capitales y déficit fiscal, en el que nos encontramos sumidos luego de 2 años y medio de gestión cambiemita.

Inclusive contamos con el antecedente histórico del FMI reclamándole a Ucrania (2015) y a Grecia (2013) tal tipo de medidas (cierre de universidades), antes de llevar adelante líneas de crédito, como las que en este momento se están negociando con nuestro país.

Recuerdo las reacciones histéricas de ciertos sectores privilegiados cuando el proyecto “Conectar Igualdad” les llevó las netbook a lxs chicxs de las escuelas públicas.

Resulta evidente que a dichos grupos (que encuentran en este a su gobierno) no les simpatiza que los sectores populares tengan acceso a la cultura. Más si es fomentada por el gobierno populista de turno. Peor si encima es gratis!!!

¿Odio de clase? ¿Gorilismo profundo? ¿Lisa y llana estupidez?

La distancia con ese gigante de su clase que fue Sarmiento, hace que la sola mención de la comparación sea una irreverencia para el ilustre sanjuanino. Vayan las disculpas soltadas al viento…

Pero ante el impacto y el desencanto respecto del proyecto sostenido por la clase que a regañadientes (y de forma poco civilizada) representaba, Sarmiento no dudó en suponer que era la educación pública no solamente la que abría el camino del ascenso social, sino además la herramienta que portaba en su seno la posibilidad de una democratización de los saberes, que fueran cepillando el carácter primitivo (a su entender, obviamente) de aquella primera “inmigración descontrolada”.

Lxs pobres de espíritu que nos gobiernan no le llegan ni a los talones; parece que ni siquiera son capaces de comprender el fuerte impulso integrador que representa en el imaginario colectivo de una sociedad la idea de que los sectores populares puedan tener acceso irrestricto a la educación pública e inclusive llegar a sus más altos peldaños.

El carácter democratizante del saber (así como el preconcepto de suponer que la portación del mismo siempre es una virtud) es una marca registrada al interior de las ficciones nutrientes de una concepción cálida de argentinidad, que suponemos ampliamente mayoritaria.

¿O es que acaso estemos también equivocadxs en este crucial aspecto?

Se sobre-entiende que la eficiente gestión del odio, a la que son tan adeptos lxs asesinxs mediáticos, genera fuertes ahdesiones en torno a la demonización de ciertos sectores estigmatizados. Pibes chorros, inmigrantes, mecheras, etc dan cuenta rápidamente de tales operaciones.

Para las fantasías paranoicas de los sectores conservadores, aquello que no es zurcido retorna como indeseable.

Pero la figura de un/a joven, que surgido/a de abajo, puede acceder a la Universidad (para lo cual recordemos debe tener el secundario completo, cosa no tan abundante en nuestro país) y que además QUIERE hacerlo (sabiendo las dificultades y el esfuerzo que conlleva una carrera de tipo terciaria) es un auténtica pequeña proeza.

Arremeter contra eso es sencillamente aberrante…

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