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Bolivia :: 26/01/2005

Bolivia: Ofensiva "autonomista" de la burguesía cruceña pone la crisis política al rojo vivo

Javo Ferreira
Una semana después del triunfo de la movilización obrera y popular de El Alto que expulsó a la transnacional francesa "Aguas del Illimani", la ofensiva del Comité Cívico de Santa Cruz, paralizó completamente este departamento por varios días.

El gobierno de Carlos Mesa, defensor de las transnacionales y que aplicó el "gasolinazo" de fin de año cumpliendo con las exigencias del FMI, está contra las cuerdas en medio del tremendo terremoto social y político que sacude al país.
Los objetivos de los empresarios y "cívicos" cruceños.

El planteo de derogación del "gasolinazo", con que la burguesía "camba" se montó sobre el legítimo descontento popular dejó paso a la exigencia de inmediata autonomía regional, con toma de edificios públicos, marchas y planteos alentados por los empresarios y la fascistoide "juventud cruceñista".

A los terratenientes y agroindustriales de Santa Cruz no les interesa la voluntad de los trabajadores, campesinos y pueblos originarios de la región: quieren autonomía para seguir manejando Santa Cruz como si fuera su propia hacienda, protegerse de la inestabilidad política y las luchas sociales que "vienen del Altiplano" y garantizar su propia "comisión" en el fabuloso negocio de exportación del gas por Repsol YPF, Petrobrás y otros pulpos, y contraponen la demanda autonomista al plan de Carlos Mesa de convocar a una Asamblea Constituyente este año porque ven riesgoso cualquier debate sobre el latifundio en que basan su propia riqueza.

Por otra parte, está en juego una redistribución del poder político y económico, donde la burguesía cruceña, el sector capitalista más fuerte y dinámico del país, quiere una ampliación de su parte a costa de las camarillas de La Paz que hoy se benefician del carácter unitario del Estado.

Una crisis política explosiva

El triunfo del paro en El Alto, hace pocos días, en medio de una ola de conflictos y protestas obreras, campesinas y populares, (como el masivo bloqueo cocalero en los Yungas que aun sigue) fue un duro golpe de las masas a Carlos Mesa, pero, al mismo tiempo empujó a la burguesía camba a endurecer sus exigencias, llevando al extremo el enfrentamiento al interior de la clase dominante, las enormes "brechas en las alturas", y el resquebrajamieno del Estado boliviano.

El debilitadísimo gobierno, jaqueado entre el ascenso de masas y la arremetida cruceña, tiene pocas cartas que jugar, aunque en estos momentos se han abierto canales de negociación a través del Parlamento y la Iglesia y los principales alcaldes recientemente electos y otros sectores llaman a la "unidad nacional" y a sostener a Mesa.

La extrema polarización social y política hace temblar el terreno bajo los pies del presidente y está perforando la convocatoria a una Asamblea Constituyente, "consensuada" pieza clave de su estrategia de "reacción democrática" para recomponer el régimen estatal y alejar el peligro de nuevos Octubres.

Ante la enorme crisis política el propio futuro del gobierno es cuestionado y hay sectores que empiezan a buscar algún recambio.

Parar a la reacción y retomar el camino de Octubre

El nuevo ascenso de masas que tuvo su principal hito en El Alto y la efervescencia y politización entre las masas muestra que es posible derrotar los intentos reaccionarios y retomar el camino abierto por el levantamiento de Octubre del 2003.
Sin embargo, las direcciones reformistas están jugando, una vez más, un nefasto papel. Evo Morales y el MAS sostienen al proimperialista Mesa con el argumento del "mal menor" frente a la derecha cruceña. La dirección de la COB, pese a sus discursos "rojos" no ha hecho nada por coordinar y centralizar la lucha de masas ni porque los trabajadores puedan levantar su propia salida política ante la crisis nacional: la asamblea obrera del 20/01, que pudo haber sido un gran paso adelante, fue convocada sin la menor preparación en la base, contó con una pobre asistencia y no planteó ninguna propuesta clara y concreta ante la situación.

Desde Palabra Obrera insistimos: Es necesario preparar una Asamblea Popular, con representantes de base con mandato de sus asambleas de todos los sectores obreros, campesinos, pueblos originarios, del Altiplano y del Oriente, para discutir una posición política independiente de las fracciones burguesas en pugna, un programa de acción obrero y campesino ante la crisis nacional y un plan de lucha que culmine en la huelga general política con bloqueo nacional de caminos, es la vía para quebrar los intentos de la reacción, imponer el conjunto de las demandas obreras y populares y abrir el camino a un gobierno obrero y campesino. Hace falta la más amplia democracia directa en todos los sindicatos y organizaciones de masas y la coordinación y centralización, en el camino de poner en pie órganos de poder obrero y campesino, junto a la autodefensa de masas (milicias obreras y campesinas), que puedan llevar al triunfo la movilización.

Ni la "autonomía" impuesta por la burguesía cruceña ni la tramposa constituyente que quiere Mesa responden a las legítimas aspiraciones democráticas de los campesinos e indígenas, los trabajadores y el pueblo pobre de todo el país. Sólo una Asamblea Constituyente revolucionaria, vale decir impuesta mediante la movilización, con las formas de representación que las masas decidan, rompiendo con las trampas del orden jurídico y político actual sería verdaderamente libre y soberana y permitiría decidir cómo "refundar el país" en base a la expulsión del imperialismo y las transnacionales, tierra, territorio mediante la liquidación del latifundio, plena autodeterminación de los pueblos originarios, libre cultivo de la coca, salario y empleo para todos. Solamente un gobierno de las organizaciones obreras y campesinas garantizaría una Constituyente así.

Ni apoyo a Mesa, defensor de las transnacionales, "para que gobierne", como dicen Evo Morales y el MAS, ni "golpe blanco" para llevar a un reaccionario como Hormando Vaca Diez u otro al gobierno, ni adelanto de elecciones. Contra todas las variantes burguesas, es necesario discutir cómo imponer una salida política de clase: un gobierno de las organizaciones obreras y campesinas.

En una situación convulsiva como la que vive Bolivia, la clase obrera aun no tiene expresión política propia. Es necesario comenzar a forjar un Instrumento Político Revolucionario de los Trabajadores basado en la COB y los sindicatos y en sus asambleas de base, que defienda la independencia política de los trabajadores y luche por la alianza obrera, campesina, indígena y popular; con un programa para imponer una salida obrera y campesina a la crisis nacional, apoyado en los mejores aportes de los documentos históricos de la COB, como la Tesis de Pulacayo y las Tesis Socialistas de 1970; organizado según los métodos de la mas amplia democracia obrera, con dirigentes responsables ante la base y con libertad de tendencias. La lucha por este IPRT es la mejor manera de comenzar a construir una dirección revolucionaria, a la altura de los combates que tienen planteados los trabajadores de Bolivia.

En ese camino, sería un gran paso adelante construir una fuerte juventud de la COB, combativa, antiimperialista, agrupando a lo más avanzado de la nueva generación obrera y popular que se templa en las luchas como Octubre o El Alto.

Llamamos a discutir estas propuestas y aunar esfuerzos para impulsarlas a los dirigentes que ven la necesidad de una política obrera, de clase ante la situación nacional, a los trabajadores y las trabajadoras combativos de base en talleres, fábricas y minas, a las y los jóvenes de los centros de trabajo o de estudio, en barrios o comunidades que quieren ocupar un trinchera de vanguardia en la lucha.

Fuente: Palabra Obrera

 

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