lahaine.org
Medio Oriente :: 23/11/2009

Carta abierta a Barack Obama

Haidar Eid
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] Said, un auténtico intelectual, debió decirle algo sobre el sufrimiento del pueblo palestino

Haidar Eid, profesor de inglés y comentarista político, residente en la ciudad de Gaza, se pregunta si el presidente de Estados Unidos recuerda algo de su conversación de hace muchos años con el desaparecido intelectual Edward Said.

Querido presidente:

Es muy probable que no lea esta carta debido a su cargada agenda y a la enorme cantidad de mensajes que recibe de presidentes, reyes, príncipes, jeques y primeros ministros. Al fin y al cabo, ¿quién es un profesor palestino de Gaza para atreverse a escribir una carta abierta al presidente de los Estados Unidos de América?

La razón de esta carta ha sido una fotografía de Su Excelencia sentado al lado del intelectual palestino Edward Said, algo, por supuesto, sucedido antes de 2004- es decir, antes de que usted iniciara un proceso de metamorfosis que, a mi juicio, no tiene precedentes en la historia.

Al verle junto a Edward Said, debo decirlo, me he quedado sorprendido. Said, un auténtico intelectual, debió decirle algo sobre el sufrimiento del pueblo palestino. En la foto, usted y su mujer parecen escucharle con atención y con admiración.

Pero el asunto importante es: ¿Realmente entendió usted su defensa apasionada y elocuente de los derechos de los habitantes autóctonos de Palestina? Al juzgar sus recientes movimientos políticos, lo dudo mucho. Y es precisamente la incongruencia entre la fotografía y esas políticas lo que me ha movido a escribir esta carta.

Señor presidente: El mundo entero se alegró de su elección como primer presidente africano de EE.UU. Yo, no. Y tampoco los habitantes del campo de concentración donde vivo.

Su visita solidaria a Sderot- ciudad israelí que fue un pueblo palestino en el Nadj hasta 1948, cuando sus gentes sufrieron la limpieza étnica-; su visita tres años antes a un kibbutz del norte de Israel para apoyar a sus habitantes, y su promesa de comprometerse en la seguridad del Estado de Israel y su “derecho” a mantener un Jerusalén unificado como capital del pueblo judío, por dar sólo unos pocos ejemplos, fueron señales claras de hacia qué parte se inclina usted.

Otra razón para escribir esta carta es el estupor ante la indiferencia y arrogancia con la que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, desprecia las preocupaciones palestinas sobre las colonias sólo para judíos en Cisjordania. Sólo unas semanas antes, usted había hecho una magnífica declaración afirmando que se debía parar la construcción de todas las colonias judías, y dejó bien claro que ello incluía tanto la expansión de las colonias ya existentes como la construcción de nuevas.

Sin embargo, cuando el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció que no tenía intención de detener la construcción de las colonias, usted perdió una oportunidad histórica de decir basta: se acabaron los miles de millones y las armas para Israel si no cumple las condiciones. Ahora, la secretaria de Estado Clinton tiene la hercúlea tarea de convencernos de que su actitud ante las colonias judías no ha cambiado, aunque es evidente que usted ha preferido no utilizar la fuerza real de la que dispone para parar los pies a Israel.

Unos seis meses después de su elección como presidente, pronunció usted un discurso en El Cairo, dirigido al mundo árabe e islámico, que alguna gente consideró emocionante. Yo lo encontré conmovedor en la forma, pero no en el fondo, porque sus hechos no se correspondían con sus palabras.

¿Por qué no me he dejado engañar por el nuevo lenguaje del nuevo gobierno estadounidenses? Porque mientras usted pronunciaba su discurso, nosotros enterrábamos a mi vecino, un enfermo terminal que necesitaba tratamiento en un hospital de fuera ya que- debido al sitio impuesto por su propio gobierno e Israel en la franja de Gaza- las instalaciones que hubieran salvado su vida no existían en Gaza. Al igual que otros 400 enfermos terminales, mi vecino perdió su vida.

A pesar de sus amables palabras árabes de paz, “Salam aleikum”, usted dejó meridianamente claro que el punto crucial de cualquier negociación en el conflicto israelí-palestino es la seguridad de Israel. Y al hacerlo, señor presidente, usted dejaba de lado la verdadera cuestión de Palestina, y desgraciadamente, ponía los cimientos para nuevos ataques israelíes contra una Gaza exangüe: un territorio que, gracias a sus “inquebrantables” lazos con Israel, se ha convertido en el mayor campo de concentración del planeta.

Su falta de apoyo al informe Goldstone de la ONU, y su indiferencia, por no decir contribución, al sufrimiento palestino y al proceso de “politicidio” contra el pueblo palestino de Gaza es, por decir algo suave, incomprensible, al provenir de un hombre que escuchó tan seriamente a Edward Said.

Sus asesores han debido informarle del corte de suministros de medicinas, alimentos y combustibles al campo de concentración en el que vivo, en donde los enfermos que precisan diálisis y otros tratamientos médicos vitales, mueren día a día. Donde la mayoría de nuestros niños, muchos de la misma edad que sus dos encantadoras hijas, sufren grave desnutrición.

Ha debido usted ojear el índice del Informe Goldstone en el que se detalla el horror desatado sobre un millón y medio de civiles durante 22 días por los F-18, helicópteros Apache y bombas de fósforo de fabricación estadounidenses. Centenares de niños sufrieron quemaduras de fósforo hasta morir; mujeres embarazadas fueron el brutal objetivo de lo que los soldados israelíes pregonaban orgullosos en sus camisetas: “ 1 bala, dos asesinados”. Y hoy es el día, señor presidente, en que ¡usted haya expresado una sóla palabra de compasión ¡

Edward Said, en su primera vista a Gaza, se vio obligado a decir: “Es el lugar más terrorífico que jamás haya visto... Es un lugar triste y horripilante por la desesperación y la miseria de la forma de vida de la gente. No estaba preparado para campos de refugiados mucho peores que cualquier de los vistos en Sudáfrica”. Y eso era en 1993, señor presidente, antes de que la situación empeorara dramáticamente. Gaza, se ha convertido ahora, tal como la describe la organización israelí de derechos humanos B’Tselem, “en la cárcel mayor de la Tierra”.

Señor Obama:

Al contrario que su predecesor, usted parece un hombre inteligente, y debe haber comprendido que la colonización israelí de Cisjordania, la guerra contra Gaza, la construcción del muro del apartheid, la expansión del denominado Gran Jerusalén, y el aumento del número de colonos en Cisjordania, han hecho imposible la solución de dos Estados. Debe haber comprendido también que hay 6 millones de refugiados, la mayoría de los cuales viven en condiciones miserables, esperando que unos líderes con coraje y visión de futuro se comprometan con la auténtica democracia, los derechos humanos y las leyes internacionales para cumplir la Resolución 194 de la ONU.

Pero usted y su secretaria de Estado, como todos los presidentes estadounidenses desde 1967, han decidido apoyar a Israel al establecer las condiciones que hacen de la solución de los dos Estados algo imposible, inviable e injusto.

¿Acaso fue partidario del sistema de bantustanes en Sudáfrica durante el régimen del apartheid? ¿Se opone a la transformación de Israel/ Palestina en un Estado con derechos iguales para todos sus ciudadanos? Porque la solución de los dos Estados supone la bantustanización de Palestina, algo que, por lo que sabemos, nunca apoyó para Sudáfrica.

¿Se opone usted, señor presidente, a una democracia cívica, que demandan la mayoría de la sociedad civil palestina y las organizaciones de base? Por eso murieron gentes como Martin Luther King y Steve Biko. ¿Estaba equivocado Nelson Mandela al soportar 27 años de su vida en la cárcel a la búsqueda de la justicia que suponía la igualdad de su pueblo nativo en Sudáfrica? ¿Es consciente de que está apoyando en Oriente Próximo una solución racista por excelencia? Una solución basada en el “nacionalismo étnico?”.

Su secretaria de Estado y su enviado especial para Oriente Próximo posaron sin rubor, con sonrisas radiantes, al lado de Avidgor Lieberman, quien no sólo defiende públicamente la limpieza étnica de los palestinos, sino que hace ¡llamamientos a un nuevo genocidio en Gaza! ¿Es consciente, señor presidente, de que este fascista hitleriano puede convertirse en el próximo primer ministro de Israel gracias al apoyo y complacencia de su gobierno?

Nuestra única petición inmediata es que su gobierno garantice que Israel cumpla sus obligaciones de acuerdo con el derecho internacional. ¿Es pedir demasiado?

Señor presidente Barack Hussein Obama:

Nosotros, el pueblo palestinos, ¡estamos hartos!

Atentamente,
Profesor Haidar Eid. Gaza. Palestina.

Socialist Worker, 19 de noviembre de 2009

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal