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Argentina :: 14/07/2011

Claves para leer las elecciones porteñas (y las que vienen) desde los intereses del campo popular

Pablo Solana
Kirchner no podrá convencernos, a quienes proponemos un cambio estructural, con su “modelo” extractivo-agroexportador que beneficia a sus corporaciones amigas

Resulta claro que las elecciones porteñas mostraron la vigencia de una opción mayoritaria de carácter conservador en la Ciudad. También podemos afirmar que en octubre, a nivel nacional, se consolidará otro voto continuista, pero de signo contrario, como será el triunfo del kirchnerismo aún con sus Scioli, Gioja o Insfrán incluidos. En función de estos ánimos mayoritarios, el espacio de centroizquierda se desdibuja corriéndose hacia el centro para sobrevivir, y la izquierda trotskista, consecuente en sus aciertos y errores, repite viejas fórmulas sin éxito.

Esta es una compleja realidad para quienes insistimos con la necesidad de un cambio estructural del sistema capitalista para acabar con las penurias y la sobrevivencia, y avanzar hacia la conquista de una vida realmente digna para nuestro pueblo. Aún así, este resultado porteño, como el de octubre de carácter nacional, resultan previsibles si asumimos que reflejan la voluntad de una población que, en términos generales, en este momento político busca mantener lo que está y arriesgar lo menos posible. Es tiempo, entonces, de no generarnos falsas expectativas en función de atajos improbables, pero tampoco conformarnos con las expresiones hegemónicas que proponen posibilismo y resignación.

Más allá de no subestimar lo que esté en juego en cada coyuntura electoral y partiendo de un análisis concreto de la situación concreta de nuestro pueblo, lejos del desánimo deberemos retomar el impulso para acumular fuerzas por abajo. Volcar nuestra dedicación militante cotidiana a “organizar pueblo” en los lugares de trabajo, barrios, centros sociales y lugares de estudio. Pensar la proyección política desde la fortaleza que logremos en cada ámbito de organización popular, y en función de lo que la correlación de fuerzas nos defina. Estas tareas resultan imprescindibles si queremos estar preparados a la hora de librar las batallas y desafíos futuros, cuando la ilusión del bienestar circunstancial que este modelo puede ofrecer a nuestro pueblo entre en crisis por sus propias limitaciones.

1* EL VOTO, ÚTIL

Los porteños, como viene sucediendo en otras elecciones provinciales, votaron masivamente. Un 73% de presentismo expresa el nivel histórico de participación electoral en la ciudad, que es similar a la media nacional. Sería aventurero adjudicarle determinada orientación política al veintitantos por ciento de no votantes, ya que, más allá de alguna minoría activa dentro de ese espectro, por lo general -en este rango- se trata de no-votos debido a errores de padrón, cambios de domicilio, personas recientemente fallecidas, etc. El voto impugnado o en blanco, en cambio, sí muestra una intencionalidad, aunque tampoco pueda leerse linealmente: pueden confluir votos que cuestionen activamente al sistema, con votos despolitizados y reaccionarios.

Estas elecciones porteñas marcaron un nivel mínimo de impugnaciones: 2%, cifra insignificante comparada, por ejemplo, con cerca de un 12% de votos en blanco o activamente impugnados en las elecciones previas a la rebelión del 2001. Aquel contexto de la rebelión popular mostraba, claramente, a una parte importante de la sociedad rechazando las reglas de juego del sistema y en busca de un cambio social, lo que tuvo su correlato en las experiencias de organización y participación popular posteriores al 19 y 20. En las elecciones recientes, por el contrario, la voluntad popular, sea cual fuera, se encuentra prolijamente enmarcada en los canales establecidos de la política pasiva, representativa, televisada.

2* MACRI (Y OTROS GOBERNANTES QUE REELIGEN) GANAN, TAMBIÉN POR ABAJO

Las propuesta conservadora que recogió una clara mayoría en Buenos Aires no es nueva: manifiesta un panorama exultante para las clases dominantes, y desalentador para las opciones políticas populares, antisistema o de izquierda que ratifica la tendencia hegemónica desde que Macri ganara la Ciudad en 2007. En aquel entonces ganó el vallotage con más del 60%; en 2009 el voto de derecha se repartió entre la candidata PRO, Gabriela Michetti, y la Coalición Cívica, que sumados volvían a replicar cifras por encima del 50%, lo mismo que sucedió en esta ocasión. Pero veamos que, además de ganar en todas las Comunas, el PRO se impuso con mayor margen que en 2007 en los barrios ricos y también en los más populares de la ciudad (La Boca, Barracas). Ganó en Lugano, donde pocos meses atrás había avalado los asesinatos de ciudadanos humildes que luchaban por una vivienda, con un discurso xenófobo y represivo.

A las limitaciones estructurales de una izquierda débil, debe sumarse el fracaso del kirchnerismo en hacerle frente al PRO: no es comprando la agenda de la “inseguridad” o diseñando campañas en base a los recursos públicos institucionales desde los ministerios nacionales la forma de mostrar otra política en la ciudad. Nadie en condiciones de ganar, entonces, disputó al macrismo por abajo, proponiendo no sólo una gestión en otro sentido, sino otra forma de gobernar. Y ahí están los resultados.

3* LUCHAS, PARTICIPACIÓN POPULAR, MILITANCIA Y MAYORÍAS PASIVAS: LA CONTINUIDAD DE LOS “OFICIALISMOS”

Las variadas luchas populares en la ciudad (por vivienda, aumento de salarios, demandas estudiantiles, etc) y los hechos públicos de presencia masiva en las calles (festejos del Bicentenario y hasta las exequias del ex presidente Kirchner) generaron, en las diversas organizaciones populares, múltiples análisis respecto a una voluntad social que parecía indicar un camino de avance favorable para radicalizar políticas, o masificar las propuestas más audaces desde los sectores populares o de izquierda. Mucho se debatió sobre la politización de la juventud, y las mejores condiciones que esto brindaba para, según unos, “levantar el techo” del kirchnerismo, o, según otros, “demostrar que hay un lugar vacante en la sociedad” a la izquierda del mismo. Esas interpretaciones, según la opción política de cada uno dentro del campo popular, pueden resultar alentadoras, ya que en sí mismas expresaban realidades palpables.

Pero, a su vez, resulta un error interpretar que esos impactos positivos sobre sectores de la militancia o porciones activas del pueblo dispuestos a participar, podrían ser trasladables al estado de ánimo del conjunto social que estaría dispuesto a legitimar opciones más audaces, progresistas o por izquierda. Estas elecciones vienen mostrando lo contrario: esas mayorías pasivas toman distancia de las propuestas de cambio, y se asientan sobre las opciones más seguras de continuidad. Lo mismo sucedió en las elecciones pasadas en Santiago del Estero o Salta, donde los feudalismos kirchneristas que logran adhesiones aún más holgadas que el macrismo, tienen poco que envidiarle al carácter conservador del gobierno de la ciudad.

Un axioma de moda entre encuestólogos establece que, en momentos de relativa estabilidad económica, tienden a primar los oficialismos, sean del signo que fueran: una recorrida somera sobre la totalidad de cargos ejecutivos que se están poniendo en juego de acá a octubre, y la forma ampliamente mayoritaria en que, quienes están ejerciendo el gobierno, logran revalidar sus mandatos, parece dar validez a esa afirmación.

4* EL KIRCHNERISMO QUE SIGUE

El gobierno nacional podrá esgrimir sus ya tan mentados logros, como la Asignación Universal, Ley de Medios, “estabilidad” económica, etc, y por ello recogerá en las urnas, de parte de nuestro pueblo, similar voluntad “continuista” de que eso, aún siendo mínimo de cara a las extendidas necesidades populares, no cambie: en primera o segunda vuelta Cristina será ratificada para gobernar 4 años más.

Pero, por un lado, no podrá convencernos a quienes proponemos un cambio estructural para acabar con los privilegios de unos y la pobreza de otros, con su “modelo” extractivo-agroexportador que explota nuestros bienes comunes y nuestras tierras para beneficiar a sus corporaciones amigas y proponer trabajo precarizado e ingresos por debajo de la línea de pobreza para una gran mayoría de la población. Un modelo así, pasado el ciclo de estabilidad actual, tendrá cada vez más dificultades para convencer a los sectores populares que hoy le dan sustento, ya que no tiene otro destino más que dejar, más temprano o más tarde, desprotegido al mismo pueblo que hoy asiste con mejoras de coyuntura y discursos progresistas.

5* DIFICULTADES PARA UN PROYECTO POPULAR DE TRANSFORMACIÓN

Los sectores populares y la izquierda seguimos sin ser capaces de establecer una interacción y un diálogo convincentes con nuestro pueblo, que demuestre en la práctica nuestra capacidad de resolver, mejor de lo que dispone el gobierno de turno, los problemas cotidianos a partir de la lucha o de la elaboración de propuestas superadoras. El programa que enarboló Proyecto Sur allá por el 2009 despertó expectativas en sectores populares. Pero su decisión de construirse al margen de los vastos sectores sociales que podrían haberle dado carnadura y solidez desde abajo y, en cambio, reincidir en una práctica política de acuerdos (y desacuerdos) por arriba, llevó a su máximo referente a priorizar la lógica política mediática, adecuarse a un electorado “de centro” para recuperar ahí el espacio que perdía por izquierda y por abajo, sobreactuar su perfil opositor al gobierno nacional al punto de quedar asimilado al bloque conservador. Y así terminó con su fuerza política diseminada y su caudal de adhesión electoral confuso y menguado.

La izquierda trotskista, a través del FIT, logró una buena noticia en Neuquén con la elección de trabajadores de Zanón para la legislatura provincial, pero vuelve a verse reflejada en una realidad de aislamiento y falta de llegada en la sociedad con el 0,77% para Jefe de Gobierno obtenido en Buenos Aires, ínfimo resultado incluso en comparación con sus desempeños en años anteriores.

Otro espacio político que puja por lograr más visibilidad es el de la “izquierda independiente”, que en Buenos Aires conduce al movimiento universitario (Juventud Rebelde, Rebelión) y tiene expresiones barriales desarrolladas (Frente Popular Darío Santillán, FOL), alguna inserción sindical en ámbitos estatales o docentes (Rompiendo Cadenas, COMPA Sindical), a la vez que impulsa novedosas formas de organización de trabajadorxs precarizados (AGTCAP). Este espacio, aún heterogéneo, expresa un sano debate que abarca desde la convicción de construir herramientas sociales, sindicales y políticas desde abajo, con una lógica democrática y participativa distinta a lo que expresa la izquierda tradicional, hasta la exploración de formas de participación que la visibilicen, a futuro, en distintos planos de intervención política, sin descartar el electoral.

Como sea, este trazo fino (de la debacle de Proyecto Sur, pasando por los malos resultados de la izquierda trotskista, a los debates incipientes de la izquierda independiente) deberán dejar enseñanzas a futuro, asumiendo la dificultad que el panorama social y político actual presenta para quienes proponemos un proyecto anticapitalista y emancipatorio.

6* INVARIABLES DE LA MILITANCIA POPULAR

Mientras estos análisis se asimilan y estas dificultades se procesan (ahora, pero también en octubre, y sobre todo de cara a un nuevo ciclo de gobierno kirchnerista), hay tareas militantes que sí están claras y son invariables aún (o sobre todo) en esta coyuntura adversa: sea éste o aquel el Frente electoral en cuestión, poco podremos hacer por el cambio social.

Como advierten nuestros compañerxs de Mar del Plata del Frente Popular Darío Santillán, “sin la clase obrera organizada, sin cientos de centros de estudiantes combativos, sin construcciones sólidas en las barriadas de todos los centros urbanos más importantes de la Argentina, sin un movimiento campesino que pueda hacerle frente a la oligarquía, al latifundio sojero, a las patronales agrarias de cualquier tipo, sin medios de comunicación alternativos, contrahegemónicos que sean masivos”. Avanzar, sin prisa pero sin pausa, en esos planos de organización popular: allí reside nuestro verdadero, estratégico desafío.

* Pablo Solana es militante del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús, Frente Popular Darío Santillán
Prensa de Frente

 

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