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Colombia :: 23/03/2005

Colombia dispuesta a derrotar la imposicion del miedo

Revista Insurrección del Ejército de Liberación Nacional
Los representantes de la oligarquía colombiana no paran la imposición de su proyecto mediante el miedo y el terror. A pesar de este método aberrante, con que inútilmente se empecinan en legitimarse, nuestro pueblo se mantiene en la resistencia y contra toda tempestad, sigue batallando permanentemente para no permitir que su dignidad se siga manchando de sangre y la arrinconen en algún insospechado sitio de lo que queda de soberanía.

El proyecto inhumano, diseñado en la Casa Blanca y el Pentágono, intenta doblegar la historia de un pueblo que hace decenas de años viene dando la pelea. Por eso hoy, se erige totalmente decidido a vencer el intervencionismo norteamericano planteado desde el Plan Colombia, el Plan Patriota, el ALCA y el TLC.

¿Adónde quiere llegar Alvaro Uribe Vélez y toda su clase política?

¿Cuánto luto se proponen imponer a la familia colombiana, para que según ellos, claudique y entierre definitivamente la bandera de la justicia social?

El movimiento social colombiano mantiene su firmeza y lucha contra el miedo y el terrorismo que sigue azotando diferentes sectores de la población. La estrategia contrarrevolucionaria instrumentalizada en los últimos veinticinco años con el narcotráfico y las bandas paramilitares, y que hoy ha sido reforzada desde la llamada "seguridad democrática", hace que durante el gobierno Uribe Vélez se hayan incrementado la violación de los derechos humanos y la impunidad.

Las noticias de estos últimos días dan testimonio. Las Fuerzas Armadas colombianas están volcadas enfermizamente contra "un enemigo interno", su propio pueblo, al que no solo amenazan, sino que asesinan, desaparecen y torturan.

Lo ilustran casos como el de IRMA AREIZA, asesinada el cinco de marzo del presente año, en el poblado Llano Grande, municipio de Dabeiba (Antioquia). Esta campesina se habia desempeñado en la coordinación del Comité de Desplazados de Dabeiba en el año 2001.

Era testigo de excepción de varios crímenes de lesa humanidad y conocedora de sus responsables. "Nos duele recordar, pero más nos duele olvidar" es una frase suya que quedó en la memoria de millones de colombianos y que la policía de Dabeiba vanamente ha querido abatir.

La Brigada XVII del ejército colombiano es la responsable de la masacre en San José de Apartado, realizada 21 de febrero de este mismo año. Esta Brigada ceñida a la "seguridad democrática" acabó salvajemente con las vidas de 8 personas.

Entre los masacrados estaba Luís Eduardo Guerra, persona que lideró desde un comienzo una de las Comunidades de Paz que hay en esta región. Su vocación de paz, como la del resto de los habitantes de la comunidad, ha corrido con un duro costo, pues hasta el momento en sus 8 años de existencia, a este importante y justo proyecto le ha significado más de 153 asesinatos y más de 388 violaciones a los derechos humanos, según estadísticas de organismos estudiosos del tema.

El Magdalena Medio, manifiestan estos mismos organismos, también ha sido golpeado. En los últimos 4 años han sido desaparecidas cuatrocientas personas. Entre el año 2000 y el 2003 se registraron 208 casos documentados en esta zona del centro del país. Ya hay un total de 4.199 casos registrados de desaparición forzada en Colombia

El movimiento sindical en su conjunto, en su duro batallar contra la privatización y liquidación de muchas empresas, ha soportado la más cruel persecución contra sus dirigentes y afiliados.

Las centrales obreras vienen denunciando la existencia de nuevos planes de la ultraderecha para continuar cercenando el derecho a la vida de los que valerosamente defienden el derecho a la sindicalización y a la protesta social.

Dirigentes de importantes sindicatos han sido objeto de atentados y amenazas permanentes en este mes de marzo. El sector sindical ha cuestionado las políticas del presidente de la república, como también la manera como viene manejando las supuestas negociaciones con las bandas de paramilitares.

Ante la opinión nacional e internacional se ha denunciado un plan elaborado y orientado desde Santa Fe de Ralito, en contra del movimiento social y sindical.

Así las cosas, el gobierno actual sigue ejecutando su burda y militarista concepción de guerra general contra las mayorías de la nación que no descansarán en sus anhelos de conseguir la paz a través de la solución política al conflicto social y armado.

Valoramos enormemente no solo la resistencia, sino ante todo, la valentía que vienen demostrando todos los sectores del pueblo trabajador colombiano, los demócratas y progresistas que de manera decidida y a costa de sus vidas, vienen enfrentando la táctica del miedo y el terror del Estado y su gobierno.

Los resultados de la "seguridad democrática", que al decir de Uribe Vélez, se proponía proteger la salva guarda de todos los ciudadanos, resultó ser, tal como lo habíamos previsto muchas organizaciones políticas y populares, un plan de exterminio, de "limpieza política" .

Sus consecuencias han sido totalmente violatorias a todos los derechos de los ciudadanos. La estrategia del terror, aplicada de manera cínica y vulgar, ha conllevado al despojo de cualquier trato humano.

Por eso el pueblo colombiano dirige sus luchas contra el régimen de ultraderecha que pretende amedrentar la voluntad y cercenar los sueños de una nación dispuesta a todo para hacer de Colombia un verdadero Estado de Derecho, con paz y justicia social.

Esta nueva fase de violencia institucional que se ha arreciado entre enero y marzo del año en curso, no deja de ser sintomática. La raíz es la gran debilidad política, jurídica y económica por la atraviesan las instituciones.

Piensan que con el amedrantamiento podrán tener condiciones favorables para la instauración del ALCA y el Plan Patriota. Están acudiendo al terror para despejar los caminos hacia la legalización de los narcoparamilitares. Pretenden asegurar la reelección presidencial y el aumento de escaños en el Congreso de la República, asesinando a sus opositores en el campo y la ciudad.

Pero nuestro pueblo ya no le tiene miedo al miedo. Lo hemos superado con el correr de los años, en medio de las angustias y el dolor que producen la muerte, la pobreza y la pérdida de soberanía.

Cada uno de los miles de colombianos y colombianas que están sembrados (as) en la tierra que cosechamos, fructificará para asegurar una patria nueva que sea gobernada con manos limpias.

Hoy Colombia se levanta, se organiza, se moviliza y confronta la desencajada democracia de un Estado obeso de impunidad, corrupción e indiferencia.

El miedo se diluye en la medida que crecen la confrontación y la unidad de los trabajadores y de todos los sectores interesados en la construcción de una nueva Colombia. La decisión es encaminar todos sus esfuerzos para dar forma a un Gran Movimiento de Oposición como la única alternativa capaz de enfrentar las intenciones inhumanas del norte que Uribe Vélez se empecina en materializar.

Se equivoca una vez más Alvaro Uribe, ya no hay miedo capaz de doblegar a un pueblo que ha decidido enfrentarlo para vencerlo. Ahora solo creemos en una Colombia con dignidad, con soberanía y resuelta a lo que sea.

 

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